Gerardo Esteban Vargas*
En el sitio web[1. http://reliefweb.int/report/colombia/la-ni%C3%B1ez-en-7%E2%80%99100000-cifras#sthash.7Fglw9tp.dpuf (Consultado el 28 de octubre de 2013).] creado por la Unicef bajo la página www.sinfoniaunicef.info, se encuentran datos sobre la situación de niños y adolescentes en Colombia, como las siguientes: para el año 2009 la cifra de trabajo infantil llegaba a 1.050.146 niños y adolescentes; en 2011, un total de 14.231 menores fueron víctimas de maltrato infantil y el mismo año, nacieron 6.082 niños de madres entre 10 y 14 años.
Los datos están desagregados por municipios, comprenden el período 2005 a 2012 y provienen de fuentes oficiales como el DANE y Medicina Legal. El objetivo de Unicef es que esos números sirvan para que alcaldes, gobernadores, ONG y donantes entre otros, tomen decisiones; para que los medios de comunicación e investigadores, se compenetren, a fondo, de esas realidades históricas y concretas.
Este problema social que aqueja a la niñez de hoy y que serán los adultos del futuro de la nación, no es nuevo, ya en 1999 Amartya Sen[2. “Romper el ciclo de la pobreza: Invertir en la infancia”, París. 14 de marzo de 1999.] pronunciaba el discurso sobre el significado trascendental de invertir en la infancia; teniendo en cuenta que la situación, se ha generado por el descuido de la misma sociedad y se ha mantenido de tiempo atrás. Con lo dicho, cito algunos de los argumentos del discurso en mención.
El desarrollo como libertad
El proceso de desarrollo puede considerarse como una ampliación de la libertad humana. Las libertades contrastan con las perspectivas más estrechas sobre el desarrollo, tales como aquellas que identifican el desarrollo con el crecimiento del producto bruto nacional (PIB), la ampliación del comercio, la industrialización, el avance tecnológico, entre otras modalidades.
Ahora bien, el crecimiento del PIB, de las industrias, de la tecnología y demás variantes, pueden, por supuesto, ser muy importantes como medio para ampliar las libertades de los miembros de la sociedad. Pero las libertades que la gente disfruta, dependen también de otros factores determinantes, tales como las instituciones sociales y económicas (por ejemplo, las instalaciones para la educación y el cuidado de la salud), así como también de los derechos políticos y civiles (por ejemplo, la libertad de participar en la discusión y el escrutinio públicos).
El reducir la mortalidad evitable puede ser, en sí misma, una contribución importante al proceso del desarrollo, ya que la muerte prematura es una negación básica de la libertad más elemental de los seres humanos. Esto no se debe sólo a que nosotros valoramos, y tenemos razones para valorar, el vivir un período normal de vida (esto está bien reflejado en el razonamiento que usamos una vez que somos lo suficientemente adultos para razonar), pero también debido a que la mayoría de las cosas que queremos hacer se facilitan por el hecho de estar vivos. Uno tiene que estar “vivo” en vez de “muerto” para poder lograr muchas de las cosas que nosotros valoramos y nos proponemos alcanzar. Vivir no sólo es divertido, sino también facilita enormemente las cosas que queremos alcanzar.
Mortalidad y salud
La mortalidad de menores de cinco años, que aún reclama una cantidad sorprendente de vidas, tiene que ser vista como un empobrecimiento en sí misma. El cuidado de la salud, la educación pública, el garantizar el derecho a la alimentación, y otras medidas que ayuden a poner fin al ciclo de este empobrecimiento básico, deben tener un lugar central en un planteamiento integrado, y las morbilidades y sufrimientos asociados con la elevada mortalidad de menores de cinco años, también merecen la atención pública. Estas aflicciones representan también violaciones a la libertad de los más jóvenes, para vivir de manera que puedan disfrutar y apreciar el mundo, la naturaleza y el cosmos.
Es importante ver las diversidades involucradas, incluyendo nuestro interés en la supervivencia y calidad de vida de los niños, por un lado, y el impacto directo así como indirecto de la niñez sobre las capacidades de los adultos para tener vidas dignas. Las conexiones cubren las capacidades directas para vivir, así como los efectos indirectos por medio de vínculos económicos, sociales y políticos. Este es un asunto de profunda importancia, y por ello, los desafíos que esto conlleva, son de interés para todos.
* Economista Investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS).