
Marco Antonio
En Colombia, hoy día, se cultivan y comercializan básicamente tres clases de los llamados cultivos ilícitos: marihuana, amapola y coca. Este último, (materia prima de la cocaína), es el más extendido en comparación con los otros dos. Este alcaloide, es a nivel mundial, el más vendido, mueve cerca de 85.000 millones de dólares al año. Un kilo puede costar en Colombia unos 800 dólares y se comercializa en Estados Unidos por cerca de 160.000 dólares, o sea, unas doscientas veces de utilidad. Lo anterior explica que esta actividad cubra de lejos los costos de producción: materias primas, mano de obra (raspachines), transporte, etc., más las comisiones para eludir controles aeroportuarios y aduaneros, retenes de policía y ejército, además de los “costos” para introducir la mercancía a los destinos finales, Estados Unidos, Europa, México, etc.
Panorama
En Colombia, para sembrar 1,2 ha1. de estos cultivos hay que talar 1,5 ha. de bosque, y la recuperación de esta área puede tardar más de cien años. En promedio se talan 100 ha. de bosque al día para sembrar cultivos ilícitos. De acuerdo con estudios del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), adscrito a la ONU, entre 2013 y 2017 los cultivos de coca pasaron de 48.000 ha. a 171.000. Los estimativos del gobierno con base en estos estudios calculan que para 2018 la cifra alcanzaría las 206.000 ha.
Estados Unidos es el mayor productor de marihuana en el mundo y el mayor consumidor de drogas ilícitas. Entre los consumidores norteamericanos la cocaína es el alcaloide más demandado, de ahí el alto precio de venta al menudeo que alcanza en las calles y ciudades norteamericanas y europeas.
Estrategias equivocadas e impacto social
La política antidrogas ha sido diseñada y financiada por los diferentes gobiernos norteamericanos y los gobernantes colombianos y sus respectivas autoridades se han limitado a ejecutar estas: el tratado de extradición como estrategia disuasiva no ha operado, pues el afán del enriquecimiento rápido y fácil alrededor de esta actividad no tiene límites, la fumigación indiscriminada con glifosato ha conllevado graves secuelas para el medio ambiente, para la salud y vida de las familias campesinas. La prohibición del consumo tampoco ha resultado eficaz, la policía solo persigue el microtráfico en instituciones educativas, en los barrios y calles del país, entre tanto los grandes traficantes siguen incólumes. En políticas de prevención al consumo sobre todo en la población joven, la más vulnerable, es poco lo que pueden mostrar las autoridades.
La pobreza, la ausencia estatal para fomentar las actividades agropecuarias legales, el conflicto armado y otras causas provocaron que miles de familias campesinas se enrolaran en la cadena de los cultivos ilegales en el nivel primario: peones, raspachines y transportadores entre otros. Esta necesidad económica de los campesinos va acompañada de efectos negativos pues su entorno social y económico se transforma en forma drástica. Otra consecuencia que se viene presentando es el aumento del consumo de alcaloides por parte de la juventud colombiana a través de colegios y universidades.
Soluciones reales
Ante la proliferación de esta actividad, otros sectores de la sociedad, tanto en Colombia como en otros países productores de estos cultivos, proponen que se regule la producción, distribución y consumo de las sustancias psicoactivas.
La legalización de esta actividad acordada de común acuerdo entre países productores y consumidores sería la solución a esta grave problemática a largo plazo.
Perspectivas
Los acuerdos de La Habana contienen puntos específicos sobre la sustitución de cultivos ilícitos a cambio de proyectos productivos, apoyos económicos, erradicación manual y voluntaria de los mismos, etc. No obstante, el incumplimiento por parte del Estado no ha permitido que se avance en la materia.
Ahora el presidente Trump regañó a la “buena persona” y aliado, Iván Duque por su ineptitud para combatir el narcotráfico desde que asumió la presidencia el año pasado. Sin lugar a dudas, una estrategia para presionar al gobierno colombiano para reimplantar la aspersión aérea para la erradicación.
Entre tanto la soberanía colombiana en materia de cultivos ilegales queda por el suelo por la imposición de las políticas de Estados Unidos, el mayor productor de marihuana y el país con la mayor cantidad de consumidores de drogas ilícitas. Ver para creer.
1 Hectárea=ha.=10.000 m2