
Las familias wayúu se definen por una cultura matrilineal, son las mujeres las que ejercen el liderazgo y la comunidad gira a su alrededor. Se ha abierto un debate sobre el significado de la dote en esta cultura ancestral
Renata Cabrales
@RenataRelata
Son muchas las problemáticas que por estos días de pandemia se han hecho visibles en el territorio guajiro.
Primero que todo, según Noticias ONIC, desde hace ochos años y hasta la fecha, más de 4.770 menores han fallecido, por desnutrición, en hospitales y rancherías, «convirtiéndose en escalofriantes cifras que no han sensibilizado a gobernantes y entidades involucradas en este flagelo. Esta cifra la dio a conocer el magistrado de la Corte Constitucional, Alberto Rojas Ríos, en audiencia pública en la que el alto tribunal, junto a la Procuraduría General de la Nación, abordó en Riohacha las “problemáticas estructurales” que se describen en la sentencia T302, a través de la cual se declaró el estado de cosas inconstitucional en el departamento de La Guajira».
Así mismo, según la Corte Constitucional en esa sentencia, las estadísticas de niños muertos por desnutrición “confirman una verdad conocida desde hace varios años por los órganos de control, instituciones internacionales y organismos de la sociedad civil y es que los niños y niñas wayuu todos los días mueren de hambre”.
Los wayuu viven en rancherías, territorios apartados de la civilización, sin servicios públicos básicos como alcantarillado o luz eléctrica.
El pueblo Wayuu lleva meses enfrentando una de las peores sequías a causa del cambio climático y la corrupción. Sin agua, sin alimentos y con un sistema de salud precario recibió la noticia de que la pandemia de covid-19 también había llegado a La Guajira. Sus habitantes piden al Gobierno que no se los abandone.
La dote wayuu: ¿un ritual ancestral o venta de mujeres?
Otro tipo de problemática que enfrenta la comunidad wayuu, en este caso, directamente, a las mujeres y niñas, es la supuesta dote de matrimonio. En medios el antropólogo Weildler Guerra advirtió que casos como la vergonzosa entrevista de Fabio Zuleta «se dan por desconocimiento de la verdadera cultura de esta comunidad». Por su parte, la ONIC pidió al Gobierno nacional determinar si el mal llamado periodista cometió delitos de discriminación racial contra las mujeres wayuu.
La polémica entrevista entre Fabio Zuleta, hermano de los músicos vallenatos Emiliano y Poncho Zuleta, y Roberto Barroso, un hombre que se hace llamar palabrero wayuu, abrió un debate a nivel nacional sobre el significado de la dote en dicha cultura, uno de los temas que más controversia causan entre quienes no pertenecen a esta comunidad indígena de La Guajira y el movimiento de mujeres.
La compra de mujeres para matrimonio es un acto que crea polémica y que tiene diferentes interpretaciones entre los arijunas (quienes no son miembros de la Nación Wayuu) conformada por unos 800.000 individuos repartidos entre Colombia y Venezuela.
La Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, rechazó lo que llamaron «la cosificación, trata de personas, discriminación, racismo y burla en contra de la mujer wayuu, entre Zuleta y Barroso». Asimismo advirtió que las autoridades indígenas de Siapana, a la que dijo pertenecer este último, expresaron «que no lo conocen ni funge como palabrero, lo que agrava aún más lo dicho».
El matrimonio de niñas
Aunque mucho se defienda la tradición de la dote dentro de la comunidad wayuu, muy cierto es que para muchas niñas indígenas los matrimonios a los que son sometidas son una especie de encierro.
En el artículo de RCN Radio, Rebeldía wayuu: niñas rehúsan casarse en rancherías de La Guajira, se recogen algunos testimonios de niñas y jóvenes que han empezado a rebelarse con las prácticas ancestrales que más que enaltecerlas, las vulnera.
En el documento en mención se habla, por ejemplo, del caso de María, quien tiene 16 años, y hace dos huyó de su ranchería. La joven huyó cuando un pretendiente ofreció por ella 20 millones de pesos. Su familia aceptó, ella no.
“Yo no me fui a vivir con él porque no me dejé, no quise, uno se siente como rara, como un animal que están vendiendo. Yo tuve que salirme de la casa, hay otras niñas que se atienen a lo que dicen sus padres, pero yo no, yo no me dejé, no quise”, dijo.
En la comunidad wayuu, etnia indígena del departamento de La Guajira, zona norte de Colombia, casan a las niñas tras su primera menstruación.
En el mismo artículo se recoge el testimonio de la abogada y escritora wayuu Estercilia Simanca, quién afirma que le corresponde a la justicia ordinaria proteger a las niñas de la etnia.
“Las instituciones no deben lavarse las manos con que son ‘usos y costumbres’, no. Ante los usos y costumbres están los derechos internacionales de los niños”.
Entre prácticas ancestrales y violencia machista, en los últimos tiempos, la rebeldía de las niñas wayuu se está tomando las rancherías en vista de la falta de garantías para la protección de sus derechos como menores. Sin importar si van en contra de las tradiciones, lo que implica su destierro, ellas eligieron esta opción antes que ser obligadas al encierro de un matrimonio que no fue su decisión.
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