Cumbre de la OTAN en Vilna, de regreso a la Guerra Fría

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Líderes de la OTAN con Zelenski, en Vilna

En la actualidad, más de la mitad de los gastos militares en el mundo corresponden a países miembros de la Alianza Atlántica. Ahora quieren que cada uno de los socios invierta no menos del 2 por ciento de su PIB en gastos de guerra

Ricardo Arenales

Los asuntos relacionados con la seguridad global, con la cooperación entre los países miembros de la Alianza Atlántica y otros temas que se desprenden de las múltiples crisis sociales y naturales que amenazan al planeta, fueron relegados de las deliberaciones de la Cumbre de la OTAN, que sesionó en Vilna, capital de Lituania, los días 11 y 12 de julio pasado.

El verdadero interés de los representantes de las grandes potencias, asociadas en la alianza, ha sido la guerra, escalar lo máximo posible la confrontación en el terreno de operaciones en Ucrania, con la idea necia de que van a conseguir derrotar a Rusia y afianzar su modelo unipolar de dominio, en realidad venido a menos por las nuevas realidades globales.

La guerra se convierte en una mina de oro para las grandes potencias en tiempos de crisis. No solo porque la venta de armas suple las falencias presupuestales, sino porque la guerra es un enorme distractor para para que la gente no vea ni reconozca los grandes problemas domésticos sin resolver. Caminar al borde de una catástrofe nuclear eleva el ‘rating’ de las poderosas cadenas productoras de armas.

Más armas para Ucrania

El negocio se incrementa además, por el hecho de que la dirección de la OTAN ha enviado una directriz a sus socios para que todo el arsenal de guerra enviado por Occidente durante un año largo de guerra y que ha sido destruido por las fuerzas rusas en el teatro de operaciones; las toneladas de munición empleadas, los cementerios de tanques, los aviones tipo caza donados por Estados Unidos, Alemania y Francia, que fueron derribados; deberán ser restituidos por los países de la coalición, que deberán adquiridlos en el mercado de armas norteamericano, a precios astronómicos.

El sector militar norteamericano brinca en un solo pie y se frota las manos de la alegría. Hay en marcha un plan de otanización de Ucrania. Pero en la cumbre de Vilna fracasaron en fijar la fecha de incorporación, y en cambio suscribieron la promesa de abastecer con armas más modernas, de más largo alcance al régimen de Kiev, para prolongar por tiempo indefinido el conflicto, desdeñando los crecientes llamados a una negociación pacífica, que surgen desde distintos confines del mundo.

La OTAN había incorporado a sus filas en los últimos tiempos a Moldavia, Georgia, Bosnia y Herzegovina. Ahora a Suecia y Finlandia, y elimina requisitos para que lo haga también Ucrania. Aspira a convertir el Ártico en escenario de confrontación militar. Va penetrando gradualmente en el espacio postsoviético. Es cuando Rusia asegura que la vinculación de Ucrania a la Alianza Atlántica atenta contra su seguridad nacional y podría desencadenar una tercera guerra mundial, en la medida en que la escalada del conflicto llegue a un punto de no retorno.

La paz sacrificada

Desde luego, conocidos los resultados de la cumbre de la OTAN, Rusia no se va a quedar con los brazos cruzados. Va a reaccionar de forma contundente y oportuna, según los anuncios iniciales del Kremlin. Está en su legítimo derecho a defenderse. Aunque en este trance la sacrificada sea la paz mundial y la idea de un nuevo orden mundial justo.

Los resultados de la cumbre de la OTAN mostraron que “la organización definitivamente ha regresado a los esquemas de la guerra fría”, señaló en un comunicado el ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa.

“El Occidente colectivo, liderado por Estados Unidos, no está dispuesto a tolerar la formación de un mundo multipolar, pretende defender su hegemonía por todos los medios disponibles, incluidos los militares”, puntualizó el ministerio de Exteriores.

Instrumento de hegemonía

“Se ha vuelto a constatar la incapacidad de la alianza para adaptarse a la nueva situación geopolítica en el mundo y a las necesidades reales en materia de seguridad”, precisó la cancillería, indicando que, inventándose una amenaza que supuestamente proviene del Este, Washington y “sus satélites” quiere utilizar a la OTAN “como principal instrumento de hegemonía” en los asuntos internacionales, así como para contener a “otros centros del emergente orden mundial multipolar”.

También se pronunció el expresidente ruso y actual presidente del Consejo de Seguridad del país, Dmitri Medvédev, quien advirtió que el ingreso de Ucrania a la OTAN provocará la Tercera Guerra Mundial. Según su criterio, Estados Unidos acabó avalando el suministro de bombas de racimo a Kiev, “tras agotar todos los recursos”.

“Ahora (el presidente Biden) tras agotar todos los recursos, promete bombas de racimo y seduce de nuevo a los neonazis de Kiev con la perspectiva de la OTAN, cuya ejecución significa la Tercera Guerra Mundial”, escribió Medvédev en su cuenta de Telegram. Biden había dicho horas antes en entrevista con CNN, que Ucrania no está lista para obtener la membresía de la Alianza Atlántica, porque todavía debe llenar una serie de requisitos.

El Armagedón

“Lo más fácil es pensar que esta es la dirección de cualquier estadounidense y del Estado profundo: dominar y restringir a otros países. Se puede decir que Biden es un anciano enfermo con demencia. Sobre esto vociferan Trump y una gran parte de los estadounidenses”, indicó Medvédev. “¿O tal vez no es así? Puede que el anciano moribundo, poseído por fantasías insanas, decidió marcharse con elegancia, provocando un armagedón nuclear y llevándose consigo a la mitad de la humanidad al otro mundo”, puntualizó el exvicepresidente ruso.

Y es tal vez en esta perspectiva, que las potencias occidentales les hacen el juego a los intereses de la Casa Blanca, y la OTAN se consolida como instrumento de dominio hegemónico global. La carta de navegación de la Alianza Atlántica es crear focos de inestabilidad, destruir Estados cuyos gobiernos les resulten incómodos, propagar el terrorismo (no olvidemos los atentados al gasoducto de Nord Stream, la voladura de una enorme represa en Ucrania), se comenten crímenes de guerra (asesinato del general iraní Soleimani con un dron) que quedan en la impunidad, se provocan flujos interminables de refugiados.

En la actualidad, más de la mitad de los gastos militares en el mundo corresponden a países miembros de la OTAN. Pero esto no les basta y ahora quieren que cada uno de los socios invierta no menos del 2% de su PIB en gastos de guerra. Construyen nuevos almacenamientos de armas e infraestructura para facilitar despliegues operativos ofensivos. Las fuerzas de reacción rápida de la OTAN se incrementaron hasta completar 300 mil efectivos. Ese es el saldo que deja la cumbre de Vilna para el mundo.