Wilfrido Jiménez Díaz
De no haber sido por su prematura ausencia física, el pasado viernes 24 de noviembre, el polifacético creador de las letras, oriundo de Santa Cruz de Lorica, en el departamento de Córdoba, David Sánchez Juliao, hubiese festejado su cumpleaños número 72.
Este hacedor de historias, que utilizara el periodismo, el cuento, la novela, y la fábula, para darle vida, con toque artístico, a testimonios, anécdotas, adagios y vivencias de su pueblo y su región, hace parte de ese no escaso grupo de escritores de nuestra región caribe, que hicieron de la literatura y el periodismo una manifestación de indignación ante las injusticias maquilladas religiosamente como designios divinos.
La creación literaria de David Sánchez Juliao, “que pertenece cronológicamente a los años 70 del siglo XX, tiene un carácter contestatario: impugna al gamonal, al político oportunista que en tiempos de elecciones va de pueblo en pueblo ofreciendo cosas irrealizables, al uniformado que en vez de defender al expoliado, lo humilla; en fin, Sánchez Juliao describe la fatalidad que rodea a las clases campesinas del Sinú. Fatalidad que posee nombre propio: tierra. Porque ése es uno de los problemas por los cuales aún se sigue matando indiscriminadamente en este país: el desequilibrio en la tenencia de la tierra”, según el decir del también escritor, investigador, profesor universitario y coordinador del Taller Literario “El Túnel”, José Luís Garcés González.
Autor de innumerables cuentos, como “¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá?”, “Historias de Raca Mandaca”, “El Arca de Noé”, novelas como “Cachaco, Palomo y Gato”, “Pero sigo siendo el Rey”, “Buenos días América”, “Mi sangre aunque plebeya” e infantiles como “A vuelo de pájaro”, “El burrito Toto”, entre otros, que le merecieron infinidad de Premios tanto en Colombia, como a nivel internacional, al igual que las adaptaciones de sus obras para cine y televisión, le merecieron otros tantos galardones, pero sin duda, David Sánchez Juliao, se llevó el mérito de ser el primer escritor en el mundo de grabar un audiolibro. Fue en 1975, en un casete: “El Pachanga” y luego vendrían “El Flecha” y muchos más, demostrando así, que la literatura es divertimiento e hizo de la oralidad, la oportunidad de llegarle a esa gran masa de colombianos que por su negada oportunidad de estudiar, no sabían leer ni escribir.
Muchas de estas audiohistorias, fueron grabadas en su propia voz, imprimiéndole, toda la fuerza y la vivencia a la narración para darle vida y dinamismo recíproco al creador y al receptor.
Su obra tiene vigencia y quizás nos ayude a reconstruir la historia, que merece el pueblo colombiano que ha sido maquillada y mutilada para esconder los verdaderos verdugos de la paz con justicia social.