Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
Nadie mejor que Gilad Atzmon para describir el punto de ruptura que significó el jazz en la gente y sus ideas por el cambio social. Nos cuenta el saxofonista y militante de izquierda, cuyo origen es israelí, que “el jazz no sólo quería libertad; la propia música era un ejercicio de liberación humana en tiempo real, pues los músicos se reinventaban a sí mismos noche tras noche”.
Hoy, minoría en públicos y segregado por el mercado, el jazz es una expresión contestataria de los acontecimientos, una reinvención musical, una visión del mundo, una forma innovadora de resistencia.
Cuba
El jazz tiene mucho de Cuba. Las migraciones de músicos caribeños hacia los Estados Unidos datan del siglo XVIII. Con la abolición de la esclavitud y la entrada en las lógicas del capitalismo al sur de los Estados Unidos, el primitivo jazz y los sonidos caribeños se fusionaron sin control en el arrabal.
La relación cada vez más sólida, se reflejó por un lado con el jazz afrocubano, con fuerte influencia del swing, y por otro con el cubop, expresión articulada del be-bop y su lenguaje con los complejos ritmos inspirados en la percusión afrocubana. Los nombres de Mario Bauzá, Armando Romeu, René Touzet, Chico O’Farrill, Bebo Valdés y Felipe Dulzaides, como embajadores de Cuba en la década de los 40, marcarían un hito para la expresión que años después reverberaría en el mundo entero bajo la idea y nombre del latín.
Daymé
Cuando la artista cubana Daymé Arocena saltó al escenario de Jazz al Parque el pasado 29 de septiembre, la magia de los sonidos afrocubanos cautivaron al público bogotano. El espíritu sencillo pero extrovertido de la artista, se combinó con la potente voz que sacudió con sabrosura el petrificado frio capitalino. La historia de un estrecho intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos se materializaba en la presentación de la joven promesa caribeña.
Daymé nació para la música en el barrio Diez de Octubre de La Habana. En el complejo periodo especial cubano, el canto se convirtió en la expresión natural para derrotar la oscuridad producto del racionamiento eléctrico. Su abuela, amante de los boleros, y su padre, fan del baterista Louie Bellson, la fueron conduciendo al mundo impredecible del jazz.
Con apenas 21 años, fue invitada por Jane Bunnett a conformar su proyecto Maqueque. En 2015 salta a la carrera solista, que a la fecha ya tiene tres trabajos discográficos siendo “Cubafonía” su último proyecto. Hoy Daymé Arocena goza de prestigio mundial en la escena.
Mujeres
Si bien, tanto Jazz al Parque 2018 que se inspiraba en las mujeres del jazz, como las artistas René Marie, Esther Rojas, Victoria Sur y Jane Bunnett & Maqueque, la “rompieron” en esta edición demostrando el empoderamiento femenino con el género; Daymé fue sin lugar a dudas la presentación transgresora.
“Si hay una mujer linda es la que tú interpretas según tu espejo; tú tienes que mirarte como algo lindo”, dijo al público de mujeres antes de cantar “Negra Caridad”. Con la balada “Mi Soledad” la interacción con el público se transformó en una dedicatoria espontánea y poco usual por parte de Arocena a un hombre común de seguridad.
El show de latin, son y jazz afrocubano, se fue convirtiendo en una reinvención colectiva, donde incluso el polémico tema de la sexualidad libre paso por el repertorio de la artista con el tema “Unplug my body”. La voz de Daymé cautivó a los cerca de 40 mil espectadores que se tomaron el Parque Metropolitano El Country.
Fueron 50 minutos de jazz cubano, transgresor, liberador; con una mujer negra al mando de la cubafonía que conquistó Bogotá con su imponente sabrosura. Inolvidable.