“Nosotros debemos ser servidores del pueblo”

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Padre Numa Molina y el Papa Francisco.

Habla el sacerdote jesuita Numa Molina. Los comunistas han estado más cerca del Evangelio que los demás. Parece mentira y eso que se declaran ateos, asegura una de las figuras más relevantes de la iglesia católica hoy día en Venezuela. Declaraciones exclusivas para VOZ

Alberto Acevedo

El padre Numa Molina es una de las personalidades más importantes de la comunidad jesuita en Venezuela. Es referente de la cristiandad, de la iglesia de los pobres, la iglesia de base, del compromiso social. Representa un sector eclesial comprometido con los cambios sociales de la revolución bolivariana en ese país.

–El presidente Chávez definió la revolución como socialista, bolivariana y cristiana. ¿Qué significa una revolución cristiana y socialista al mismo tiempo?

–Es que las ideologías, a lo largo de esta historia, cuando yo me pongo a revisar, a mirar todo lo que han sido los diferentes enfoques de la vida de los pueblos y el modo de abordar la situación del hombre y del hombre pobre, lo que más se me aproxima al cristianismo dentro de esa gama ideológica es el socialismo.

Lamentablemente, y el papa Francisco lo dijo también, los comunistas han estado más cerca del Evangelio que los demás. Parece mentira y eso que se declaran ateos. Pero resulta que yo me encuentro ateos que en su vida práctica de cada día son mucho más cristianos que los que viven dándose por el pecho en los templos y cumpliendo preceptos.

Porque es que existe un cristianismo y existe una religión. La religión no la inventó Jesús. Jesús vino a fundar una comunidad, la Iglesia vino después, y afortunadamente comenzó muy bien esa iglesia pequeña que llegó a Roma, escondida entre las catacumbas. Después el imperio la domesticó y fue cuando vino la época de la cristiandad y se puso del lado de las clases poderosas, y entonces, todo este enfoque es el que nos ha llevado hoy a teólogos como yo, desde América Latina y desde España, desde Europa, que están pensando: aquí tenemos que volver al proyecto de Jesús. Tenemos que volver a lo original cristiano. De ahí se basa Chávez para decir: oye, yo quiero eso.

Una democracia protagónica

La gran bofetada de Chávez, para que se levantaran los poderes del mal en contra de su proyecto fue la constituyente, fue la nueva constitución. De una democracia que era representativa se pasa a una democracia participativa y protagónica.

En un Estado que se define como estado social de derecho y de justicia, con una democracia participativa y protagónica, en la que el pueblo es protagonista. ¿Qué había antes, qué teníamos? Una democracia en la que cada cinco años el pueblo iba a votar, para que lo representaran. Pero esos que lo representaban, nunca más se acordaban de él. Se iban.

Lo volvían a buscar dentro de cinco años y lo compraban con cuatro láminas de zinc, con dos pacas de cemento, le compraban el voto y seguía la fiesta. Este fue el bipartidismos entre Acción Democrática y Copei, que llegó un momento en que ya no lo toleró más el pueblo. La época más dura que vivió ese período, fue en la década del 80 al 89, en que los niños comían perrarina, es decir comida para los perros, y en la que yo vi a niños tomando tetero de agua de espagueti. El agua de espagueti se le daba como tetero al muchachito porque no había otra cosa.

El bipartidismo llegó hasta el 89, que fue la explosión social del famoso “Caracazo”, del 27 y 28, y primero de marzo, entonces, a mí para nada me extraña que se haya hablado de una revolución que es socialista y que es cristiana. Recuerde que aquí existía el socialcristianismo, que es aún un partido de la derecha, pero ese es un partido que si tú lees los postulados de su fundador, eso parece el evangelio. Pero cuando tú ves cómo actuaban esos socialcristianos, no tenía nada ni de social ni de cristianos.

Llevamos 18 años resistiendo

Era una élite compuesta la mayoría de ella por gente del Opus Dei, lo único que se requería para pertenecer a aquello era tener dinero, ser de la alta oligarquía y manejar mucho dinero, y los pobres, apenas miraban. Perdieron el sentido social y cristiano.

Por eso la guerra tan terrible. Nosotros llevamos 18 años resistiendo, esto que le está pasando a Maduro ahorita, eso se presentó con la muerte de Chávez. Pero a Chávez lo atacaron desde antes, desde que era candidato, era una cuestión indeseable. El problema es que cuando miramos esto desde un modo holístico, pues uno ve la situación de América Latina, todo lo que sufrieron los pueblos, lo que fueron las dictaduras del cono sur.

Mientras las dictaduras del cono sur desaparecían a la gente, como en Argentina con Videla, o como Pinochet en Chile, declaradamente dictaduras, en Venezuela se decía que había una democracia pujante. Era mentira, aquí hay miles de desaparecidos. Yo trabajé en la Comisión de la Verdad que investigó los crímenes de la Cuarta República, que comenzaron en 1958 hasta 1998.

Contra el despertar de los pueblos

Fue en esa Comisión por años revisando expedientes en los sótanos de los cuerpos de seguridad, que nos permitieron entrar, y excavando tumbas en los campos, donde nos decía un campesino: aquí a la pata de este pino viejo o de este samán dicen que enterraron a uno. Y vamos nosotros a ver, y en la mayoría de las oportunidades los campesinos ancianos sabían que sí era verdad.

–Eso que usted reivindica como el mensaje social de la Iglesia, ¿actualiza el legado de la conferencia del Celam de Medellín y de la iglesia brasileña, que habla de la opción de los pobres?

–Si me preguntas a nivel de las conferencias episcopales, lógico que nosotros tenemos unas conferencias episcopales en América Latina en estos momentos totalmente en contra del despertar de los pueblos, y a favor de las grandes oligarquías, de los grandes grupos económicos. Aquí en Venezuela, eso es público y notorio.

En Medellín fue un sueño hermoso, de obispos comprometidos, de grandes profetas como don Elder Cámara, del Brasil; de Lonidas Proaño, del Ecuador, como el gran Romero de América y tantos otros, que fueron capaces de levantar la voz por los pobres en aquel momento.

Luego en Aparecida resuena de nuevo la opción por los pobres. Pero porque ahí estaba liderando aquellos grupos un cardenal Bergoglio, que jugó un papel fundamental, y que hoy es el papa Francisco, que sigue manteniendo esa línea de opción por los pobres.

Volver al proyecto de Jesús

Yo sí creo que el cristianismo venezolano, de a pie, es la verdadera iglesia. Porque la verdadera iglesia no son ni los obispos ni los curas ni las monjas. Nosotros lo que debemos es ser servidores del pueblo, nuestra misión es amar y servir, que tenemos además como lema nosotros los jesuitas. Amar y servir.

A ese pueblo para el que un día dije que me iba a quedar solo y renuncié a un matrimonio, a una mujer y a unos hijos, para dedicarme a ese pueblo. Es triste encontrarse uno después, cómo unos solterones que ni una cosa ni la otra. Que no entienden que esta vida cristiana no tiene sentido si no volvemos al proyecto de Jesús, al de las bienaventuranzas. Al del buen samaritano, al de Mateo 25, “tuve hambre y me diste de comer”. Pero, lamentablemente, cierto que Medellín no ha sido reivindicada en este momento. Pero sí los pueblos.  Afortunadamente hay un cristianismo de a pie que sigue entendiendo el Evangelio mucho más que los teólogos, entre comillas.