Defendamos la Paz

0
4677

Gabriel Becerra
@Gabocolombia76 

Afirmar que en la Colombia de hoy una de las principales contradicciones es la disputa entre paz o guerra, no debe ser leído como un extremismo o una simplificación de la compleja realidad nacional. Del desenlace que tenga en el presente y el inmediato futuro esta lucha entre dos perspectivas de país dependerá en buena medida la sociedad en la que vivirán las nuevas generaciones.

De ahí la importancia que adquiere el reagrupamiento que de diversas formas se viene presentando alrededor de la consigna Defendamos la Paz que reúne y convoca a una amplia movilización ciudadana a favor de la defensa del Acuerdo Final, el diálogo con el ELN, la defensa de la vida y en general de las libertades y la democracia.

La paz entendida como proceso y ligada a las transformaciones democráticas, siempre ha tenido grandes enemigos. Los que se oponen a la paz son los mismos que se oponen a las reformas progresistas que la sociedad colombiana necesita para avanzar en su modernización.

La convocatoria a un referendo contra la JEP, las altas Cortes y otras medidas que buscan volver trizas el Acuerdo de Paz y recomponer en aspectos centrales la organización del Estado en un enfoque autoritario, no debe ser leído como una señal de fortaleza del uribismo y la extrema derecha. Es la reacción política natural que trata de retomar la táctica del miedo y la polarización como forma de acumulación política para revertir avances democratizadores que amenazan con verdad y justicia a sectores de las élites acostumbrados a la total impunidad.

Las primeras declaraciones de militares en la JEP advierten la dimensión y el grado de responsabilidad de estos sectores en la guerra. De ahí, la necesidad que tienen de relanzar su campaña política de desprestigio y mentiras contra el sistema de verdad, justicia, reparación y no repetición. Evitar que se consolide esta estrategia basada en la mentira, el miedo y la guerra sucia, también hace parte de los propósitos de este movimiento ciudadano, que hay que ayudar a fortalecer en todos los ámbitos tratando de trascender el activismo tradicional del movimiento por la paz y las redes sociales.

Entre otras, una tarea prioritaria es el respaldo a la campaña de un millón de firmas a favor de las 16 circunscripciones transitorias especiales de paz que garantizarían la voz de los territorios más afectados por el conflicto armado en el congreso de la república. Junto a esta tarea también se han planteado otras acciones del orden jurídico, cultural y político que deben tener como criterio principal la vinculación más amplia y masiva posible de los ciudadanos.

Defender la paz hoy más que nunca es meterle pueblo a la paz.