“Defendamos Sumapaz”

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Yudi Villalva, junta directiva de Sintrapaz. Foto Carolina Tejada.

Comunidades campesinas que habitan en el páramo más grande del mundo, llaman a la sociedad a rodear el ecosistema, a defenderlo

Carolina Tejada

Sumapaz es el páramo más grande del mundo, y está ubicado en la localidad 20 de Bogotá. Está catalogado como una de las fuentes hídricas más importantes del país, y posee un ecosistema en el que habitan osos de anteojos, venados, águilas y cóndores, entre otras especies propias del territorio.

Dentro de su extenso territorio también aloja varias lagunas de origen glacial. También cuenta con el pico más alto en las cercanías de la ciudad, el Cerro Nevado del Sumapaz, con una altura de 4.306 metros.

Sumapaz también cuenta con un grupo poblacional que, desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando inició el proceso de colonización de la región, se vinculó a la lucha por el territorio y la exigencia de derechos para los campesinos y campesinas. Allí funciona hoy día, una de las organizaciones agrarias más importantes del país y con mayor trayectoria, el Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz, Sintrapaz.

Un páramo, delimitado para sacar a los campesinos

VOZ, estuvo dialogando con una de las líderes de esta organización, Yudy Paola Villalva Vergara, quien contó que esta localidad ha sufrido diversos problemas en relación a la necesidad de la igualdad social, y de las dificultades que trajo la violencia bipartidista en el país. En este momento están adelantando algunas actividades relacionadas con la defensa del territorio y en contra de algunas situaciones que se vienen imponiendo desde el Gobierno.

Yudy recuerda que, desde la declaración del Parque Nacional de Sumapaz en 1977, se pretendía bajo normatividad ambiental, ver al páramo sin campesinos. Por eso asegura que esta misma situación se está viviendo hoy en día. En febrero del año pasado, la Corte Constitucional, además de prohibir la minería en los páramos del país, también dio la orden de trazar una línea imaginaria para saber dónde comienzan estos ecosistemas y saber sobre el tipo de actividades económica y social que realizan quienes habitan allí, para saber si están o no permitidas dentro de la disposición de la categoría de protección ambiental. Definido esto, el Gobierno nacional, para el mes de julio, adelantó la denominada delimitación de 315.000 hectáreas de lo que sería el páramo más grande del mundo.

Para los campesinos del Sumapaz, esta delimitación es “fatal, porque es una planeación sin la participación de la comunidad, generando unos nuevos conflictos y sin resolver los anteriores desde la declaración del Parque Nacional de Sumapaz en 1977. Esa normatividad ambiental, encaminada a ver el páramo sin campesinos pone en riesgo nuestra permanencia en el territorio”, asegura Yudi, al tiempo que resalta lo que se avecina: “las familias que viven dentro del parque aun con títulos de propiedad no les permiten invertir recursos para mejorar su calidad de vida. También estaría la restricción a la producción agropecuaria dentro de la nueva delimitación. Es decir según la Corte Constitucional en zonas de páramos no podrá haber producción agropecuaria ni explotación de hidrocarburos y las autoridades ambientales pueden emitir sancionatorios y demandas penales a campesinos por esas acciones en sus propias propiedades”.

Por ello, es que vienen planteando unas mesas de diálogo con el Gobierno nacional, y están planificando acciones sociales y de movilización con las comunidades de los 25 municipios que se verán afectados con esta nueva delimitación.

Somos parte del territorio

“Somos parte del territorio y gracias a las comunidades se mantienen estos ecosistemas”, enfatiza Yudi. En este sentido piden que se respeten las decisiones frente a las consultas populares de los municipios, y resalta la necesidad de que sus habitantes definan sobre su propio territorio. La líder advierte: “vivimos en un páramo que gracias al papel protagónico de las y los campesinos se mantiene conservado, organizado y en proceso de reparación. Sus características sociales siguen perviviendo en cada uno de sus habitantes y sus organizaciones sociales que permiten avanzar en el ordenamiento territorial”.

Según han expresado desde el sindicato, el ecoturismo se ha venido desbordando a partir de la firma de los acuerdos, lo que hay ahora es un “turismo desbordado y que, gracias a las publicaciones e invitaciones en redes promovidas desde entidades como el Ejército Nacional, agencias de turismo y personas naturales, causan un gran deterioro de nuestro ecosistema, pues es mucha la gente que ahora ingresa y no cuida la naturaleza”, relata la líder.

Según información, todo apunta a que les cambiarán la vocación agraria a sus pobladores. “Nos quieren pasar de agropecuaria a turística, y creemos que no puede ser así, no hay hoy instalaciones, senderos habilitados y adecuados, organizaciones sociales con experiencia en ese tipo de actividades. Y no queremos que nos impongan intereses de algunos pocos que solo buscan un lucro económico. Es necesario enfatizar, en que este es un ecosistema muy frágil, y aporta a Bogotá más del 20% del agua. Mientras estemos aquí, seguiremos defendiéndolo y conservando la vida”.

Entre los intereses que ya ha mencionado esta líder agraria, existen otros y asegura que no son menos complejos. “Hay grandes poderes económicos detrás del agua, el oxígeno y esto es lo que significa Sumapaz para la vida. Además, todo el incremento del turismo ha traído la inseguridad, la delincuencia, ahora hemos tenido presencia de grupos paramilitares y hurtos”. Comenta Yudi: “Siempre hemos estado defendiendo nuestro territorio, desde que la violencia les impuso a nuestros padres a pervivir en esos ecosistemas, se ha estado organizando el territorio, el abandono y la misma estigmatización del Estado ha permitido que sus propias organizaciones direccionen los rumbos de los territorios”.

El llamado a la capital

Según afirma Yudi, están trabajando desde la organización campesina, por la reparación colectiva de un territorio, y el fortalecimiento de las organizaciones colectivas, además de hacer acciones que les permitan visibilizar esas problemáticas. Asegura que trabajan en pro de la constitución de una Zona de Reserva Campesina, para observar el territorio con una mirada integral.

“Queremos decirle a Bogotá, en especial al concejo, que es necesario visibilizar la ruralidad de la ciudad, que hoy hay una gran deuda histórica, llegó la hora de trabajar para y con las comunidades campesinas. Sumapaz tiene derecho de tener su administración en el territorio. Y también queremos que visiten y conozcan el territorio, pero de manera articulada con las organizaciones sociales y sin tener que pagar a privados. Hacer conciencia de que la ruralidad le aporta a la ciudad el agua y alimentos y que el páramo más grande del mundo es vida para la humanidad”.

@carolltejada