Del paraíso al infierno

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Inferno, del pintor italiano Giovanni de Módena (1379-1455)

Tras un largo sueño, me encontré en una selva oscura con el Dante y el poeta Virgilio, decidimos entonces emprender un viaje al infierno; el Dante se detuvo y quiso leer unas líneas de su Canto IV: “Vine al borde del triste valle, abismo de dolor, en que resuenan infinitos ayes, semejantes a truenos”

Arlés Herrera – Calarcá
@calarcaoficial

La historia sagrada nos habla de un lugar idílico: el Edén, más conocido como el Paraíso Terrenal; un jardín espléndido en donde a las plantas no les habían decapitado sus flores, éstas danzaban embargadas de alegría el Vals de las flores, obra del compositor ruso Chaikovski, los girasoles inspiraban a Van Gogh y posaban para él, llenos de gracia y colorido.

Los elefantes emitían con alegría sonidos de trompeta, parecieran imitar al gran trompetista afroamericano Louis Armstrong y los toros pasteaban y corrían felices por las verdes campiñas. De repente el retozo se vio truncado, apareció la perversa práctica, las corridas de toros. Estos nobles ejemplares que moldeó la naturaleza tras miles de años de laboriosidad escultórica, pintándolos de resplandeciente negrura, diamantinos ojos y cascos de luna fueron llevados a las plazas de toros, humillados y torturados hasta la muerte, atravesaron sus corazones con inclementes espadas de acero, se ahogaron en su propia sangre mientras la turba se divertía con el inmenso dolor de estos seres monumentales.

El paraíso dejó de serlo para la fauna y la flora. Apareció el hombre, fue una idea de Dios, crear este ser imperfecto cargado de pecados, tal como los describe en La Divina Comedia, Dante Alighieri.

El Dante viaja al infierno acompañado del poeta romano Virgilio y descubren esa raza de almas despreciables: rufianes, timadores, mentirosos, proxenetas, reyes, príncipes, papas, dictadores y banqueros, revolcándose en su propia inmundicia.

Pigmeo fascista

Tras un largo sueño, me encontré en una selva oscura con el Dante y el poeta Virgilio, decidimos entonces emprender un viaje al infierno; el Dante se detuvo y quiso leer unas líneas de su Canto IV: “Vine al borde del triste valle, abismo de dolor, en que resuenan infinitos ayes, semejantes a truenos”.

Hubo un pesado silencio, cuando la sombra de un pigmeo nos abordó con impúdica mirada, “¡ah!, es el matarife”, acotó el Dante, mientras este emergía del desaguadero de las alcantarillas de todas las ciudades de la tierra; se hizo más clara su presencia, venía horqueteado en los hombros de Iván Duque, lo seguía una inmensa comitiva: Águilas Negras, gente de bien, periodistas de RCN, Caracol y la revista Semana, también venía Pablo Escobar, jefes paramilitares, el Esmad, el Ejército y la Policía que aún tenían los uniformes manchados de sangre de la juventud colombiana asesinada por pedir justicia social.

El Dante le pregunta al pigmeo fascista: ¿Qué nos puede decir de los 6.402 falsos positivos de jóvenes ejecutados por el Ejército, a los que hicieron pasar como guerrilleros caídos en combate?… esos mismos inocentes muchachos que usted al referirse despectivamente dijo: «no estarían cogiendo café»…

-Otra pregunta- dictaminó el pigmeo.

Nuevamente pregunta el Dante: ¿Señor expresidente, que nos puede decir sobre las masacres de La Granja, el Aro y San Roque… en las cuales usted está sindicado como cómplice?

El pigmeo respondió con un grito, -¡se callan, o los callamos!- El pigmeo dio la vuelta junto con su comitiva y se sumergieron en la inmundicia del inmenso campo.

La juventud indignada

El Dante no salía de su asombro al ver tanto gobernante colombiano corrupto, pues en ese campo putrefacto había superpoblación de almas, estaban todas: las rancias oligarquías colombianas, los expresidentes que durante más de 200 años han perpetrado crímenes y saqueado el país que han manejado a su antojo como si fuera una hacienda de su propiedad, además, de entregarlo a la voracidad de las transnacionales.

Se veía una escena que nos estremeció: expresidentes, generales, la Gran Prensa y la ultraderecha lamían las malolientes y sucias botas del Comando Sur de los Estados Unidos y del imperio gringo, lo hacían hasta sangrar sus lenguas.

Desperté sobresaltado, me asomé a la ventana y vi a la juventud que seguía indignada, tenían motivos, habían pagado hasta con la vida misma una de sus justas exigencias: ¡Matrícula cero!, pero el parlamento en su mayoría le escupió la cara a la muchachada, porque la iniciativa no fue aprobada. Sin embargo, allí estaban los de la Primera Línea, juventud comprometida y decidida a no ceder ante la barbarie criminal de los agentes del Estado.

¡Siguen con sus banderas y sus escudos de esperanza, dispuestos a defender la vida y el futuro de la nación!