José Ramón Llanos
Este es un país donde asesinan y desaparecen líderes progresistas, líderes sociales y periodistas. Recordemos que la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, recientemente denunciaba que entre 2017 y el 9 de febrero del 2020 habían sido amenazados 583 periodistas y el año pasado se cometieron 515 ataques a la prensa, además fueron asesinados dos periodistas.
Particularmente el semanario VOZ ha sido objeto de ataques con carros cargados de explosivos, que afortunadamente no explotaron; dos de sus directores sufrieron atentados y uno de ellos asesinado, el senador Manuel Cepeda Vargas, quien había cuestionado a un general. Estos hechos trágicos, me previenen y me hacen temer por mi vida, cuando empiezan a seguirme motos y otros vehículos.
Esa es la situación que en las dos últimas semanas he padecido, los hechos se han producido en las manzanas donde habito y en los alrededores de mi centro de trabajo. Como complemento del hostigamiento tengo mi teléfono fijo y los celulares de mi esposa y el mío chuzados, hasta el punto que muchas veces solamente se me escucha cuando hablo a gritos.
Las acciones intimidatorias se hicieron notorias pocos días después de haber publicado en el semanario VOZ la columna, titulada: El general en su laberinto. Ese texto comentaba las declaraciones del general Mario Montoya en la Jurisdicción Especial para la Paz, destacaba el hecho que los periódicos calificaban negativamente las respuestas del general a las preguntas de los magistrados.
Al leer las declaraciones me impresionó la forma como el general Mario Montoya, maltrató a los centenares de soldados que han dado sus vidas en la defensa de la patria, en realidad en la defensa de unas instituciones que a lo largo de más de doscientos años han sido utilizadas por la clase gobernante para explotarlos, excluirlos y condenarlos a vivir en condiciones infrahumanas.
El colmo del desprecio del general compareciente por el hombre colombiano del estrato uno que presta el servicio militar, lo expresó así: “Nos toca enseñarles cómo se utiliza el baño, cómo se utilizan los cubiertos, entonces no es fácil doctora, por más que usted enseñe, instruya (…) Para que eso no se repita, se debe mejorar la calidad humana… ”
Lógicamente, si lo que los soldados hacen es cumplir las órdenes de sus superiores, para evitar la repetición de los falsos positivos, lo que se debe hacer es mejorar la calidad humana de los oficiales y no la del soldado que se limita a cumplir las órdenes de los oficiales. Ahí está lo medular de la columna. Finalmente, califiqué las declaraciones del general como morralla.
Los asedios denunciados constituyen una amenaza a la libertad de prensa y una persecución que dados los resultados que han tenido otros episodios de ese tipo, pretenden mi eliminación física.
En cuanto a la posibilidad de amedrentarme con esas persecuciones, les digo a quienes financian u ordenan esas acciones: no es posible acobardar a un columnista comunista consciente de su deber de luchar contra la corrupción del régimen, contra los falsos positivos y para erradicar la exclusión social y construir democracia en Colombia.
Por esas razones hago esa denuncia pública, ante la Fiscalía y ante la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip. Para honra del Ejército colombiano, ojalá en estas persecuciones no estén implicados miembros activos o retirados de esa institución. La Fiscalía tiene la palabra.