Jaime Cedano Roldán
@Cedano85
La tirada de monumentos de conquistadores, que tanto irrita a las derechas, no son hechos aislados de vándalos sin arte ni oficio, hacen parte de la corriente de decolonización que recorre el mundo, y muy especialmente en América Latina, y que no podrá ser resuelta con monigotes de cartón y carnavalescos rituales, máxime cuando el discurso antineocolonial llega hasta fastuosos palacios presidenciales.
Andrés Manuel López Obrador y Pedro Castillo han hecho referencias a esta reivindicación histórica. Con Felipe el Borbón al frente lo ha hecho el peruano y se ha ganado el odio de las derechas españolas, que ya poco lo querían por izquierdoso. “No gobernaré desde la Casa de Pizarro, porque creo que tenemos que romper con los símbolos coloniales”, dijo, luego de señalar el pasado de saqueos y humillaciones de la corona contra los pueblos originarios.
Por su parte López Obrador fue más diplomático pero muy firme, en el discurso pronunciado en la XXI cumbre de la Celac y en homenaje al Libertador. Señaló que el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, que los pueblos reclaman respeto y hacer valer sus soberanías. Y a pesar de ciertos apartes conciliadores con el poder yanqui, fue enfático en señalar que las naciones de América Latina no son protectorado, ni colonia, ni patio trasero del imperio. Emocionado por los aplausos endureció el discurso y asumió la vocería de los pueblos afirmando que era inaceptable una política de invasiones, injerencias, sanciones y bloqueos. Condenó la intervención, abogó por la autodeterminación de los pueblos y lanzó una propuesta que va tomando fuerza, la sustitución de la OEA por un organismo autónomo, “no lacayo de nadie” dijo AMLO. Mientras tanto, Alberto Fernández, el jefe de Estado argentino, subrayó que la OEA “tal como está no sirve” pues, es “un escuadrón que avanza sobre los gobiernos populares” de América Latina.
La batalla por América Latina no está definida, aunque las mejores sensaciones, para decirlo en lenguaje olímpico, están por los lados de la izquierda. El presidente Biden y su flamante Kamala siguen exactamente con el mismo guion del detestado Donald Trump. Lo más detestable dentro de todas sus bellaquerías es sancionar a la policía cubana cuando el mundo está horrorizado con las barbaridades de las policías colombianas, chilenas y las mismas norteamericanas, aunque nadie le ha entregado la potestad, ni puede hacerlo, de ser sancionador de nadie.
Hay un nuevo inquilino en el grupo del eje del mal y para los gringos no es bueno que se abra tanto el abanico. A López Obrador lo soportan y también a Fernández. Con Maduro no han podido, Ortega aguanta y Cuba se les agiganta en cada ofensiva desestabilizadora. Miran al recién llegado y buscarán que no coja vuelo. Meterle miedo. Estados Unidos le quiere cobrar el reconocimiento a la legalidad de las elecciones y la prensa española asume la ofensiva ideo-propagandística. El diario El País señala que la bolsa cae un 6% por haber nombrado a un “marxista intolerante” en un ministerio. El derechista diario El Mundo titula que Castillo desafía a Perú con el nombramiento de un gabinete radical y Libertad Digital califica a Vladimir Cerrón como el Stalin peruano que crea un gobierno de proterroristas y exguerrilleros marxistas y destaca declaraciones del ex diputado de las derechas que califica a País Libre de “organización criminal”.
Ladran, buena señal.