O el tratado de cómo volverse estúpido, si es que acaso ya no lo era. No se preocupe en pensar, siempre otros lo harán por usted
Ricardo Arenales
En plena crisis del capitalismo global, y de una crisis particular de las instituciones en Colombia, contrasta la ofensiva de los grandes medios de comunicación para difundir ofertas, a distintos precios, desde los más sofisticados hasta los más cómodos, incluso gratuitos, para que usted se divierta, se aleje del ‘estrés’, sea feliz, no se preocupe, no piense, con la garantía de que otros seguramente pensarán por usted.
Si además, en medio de la crisis, usted tiene un empleo, y, desde luego, dispone de algunos ingresos, dése por afortunado, las agencias de viajes promueven programas turísticos de sol y playa. Puede ir a Cartagena, donde la informalidad de los nativos es del 40 por ciento, o a Santa Marta, donde el subempleo es del 60 por ciento. Pero eso es lo de menos. Las palayas son preciosas, la arena deliciosa. El mar cálido, como pocos en el continente.
Si viajar no está en sus planes, puede comprar cualquier producto del catálogo de cosas inútiles que ofrecen las grandes cadenas de tiendas a través de los periódicos, la radio y la televisión. Y aún, si no está en sus planes comprar, no necesita hacer muchos esfuerzos para alcanzar la felicidad. Al fin y al cabo, somos el país más feliz del mundo. ¡Comprobado!
Para todos los gustos
Usted puede programarse para ver La rosa de Guadalupe, o Soldados punto cero, y si quiere un mayor nivel de sofisticación, puede ver series extranjeras, como Hawái cinco cero, o Guardianes de la Bahía, que la están repitiendo por enésima vez, o CSI Miami, para que ponga a prueba su capacidad analítica en materia delictiva.
Si aun así, no le gustan los culebrones, puede escuchar ‘Seis a.m. Hoy por hoy’, de Caracol Radio, que por estos días está vomitando, más fuerte que nunca, y en cantidades colosales, toda la pus que es capaz de supurar la bilis de su director contra la Venezuela de Bolívar y de Chávez, en su afán de estimular el derrocamiento de esa democracia popular.
Si sus preferencias son por la música, puede escuchar “Despacito”, de Luis Fonsi, con un arreglo espectacular, y una despampanante chica en el video, que lo llevó a destronar al imbatible Michael Jackson de las redes sociales. “Tú, tú eres el imán y yo soy el metal. Me voy acercando y voy armando el plan. Solo con pensarlo se acelera el pulso”, dice el inefable Fonsi. La oferta intelectual es variadísima. ¿No le parece extraordinariamente original la valla que aparece en la costa atlántica, que dice: “#Yo voto por el que diga Uribe”?
No piense en eso
Disponemos de todo un jugoso menú para aliviar el estrés. No piense en la corrupción, que ya alcanza hasta los más conspicuos altares del poder en Colombia. Ni piense, en contraste, en los adultos mayores que se mueren de viejos, sin pensión ni protección social, en la acera de algún parque, de alguna ciudad.
No se preocupe de que la impunidad en este país supera el 90 por ciento, que el feminicidio crece en forma exponencial, que seguimos teniendo el mayor número de desplazados, que cada vez son mayores las personas con algún trastorno mental, que el suicidio crece en Bogotá, más que en ninguna otra región, que a los defensores de derechos humanos los están asesinando, que a los camaradas del secretariado de las FARC los van a matar.
Lo importante es que seguimos siendo felices. Dedíquese a no pensar, otros lo harán por usted. Al fin y al cabo, siempre ha sido así, en la historia de esta nación. Si la evasión de la vida real le resulta “nociva para el cerebro”, tiene sin embargo la posibilidad de un Dólex Forte. Alguna vez Jean Paul Sartre dijo que “hace falta un sol doble para alumbrar el fondo de la estupidez humana”. “En un mundo injusto, una vida tranquila es inmortal”, dice la nota mediante la cual el Centro de Estudios Estanislao Zuleta, confirió, la semana pasada, al intelectual antioqueño Eduardo Gómez la calidad de miembro honorario. Pero, en fin, no hay que pensar en esas cosas.