José Ramón Llanos
Es necesario que alguien se atreva a despertar al Presidente Iván Duque, él está sumido en un sueño idílico, parece que escuchara música celestial. Nosotros, los colombianos vivimos una cruenta y terrible pesadilla que parece eterna. Para mayor angustia, cada nuevo día nos depara una tragedia mayor. Ayer, por ejemplo, el nuevo amanecer nos trajo la horripilante noticia que en el Chocó las fronteras intermunicipales no las traza el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, sino los delincuentes locales y no están demarcadas por mojones sino por una calavera montada sobre dos huesos. Sí, presidente, son fronteras de muerte.
Allí la muerte es la antítesis suya, es eficaz y acabó, mediante delincuentes, con tres niños de 17, 14 y 11 años. Y sabe que hicieron los funcionarios de las Fuerzas Armadas y de la Fiscalía, con voz estentórea anunciaron el mensaje de la impunidad: “El Gobierno ofrece X millones de pesos a quien denuncie a los responsables, y en lo posible los conduzca detenidos a cualquier cárcel de Colombia. ¡Así estamos, señor Presidente, por ese Dios que suele invocar cuando despierta, despierte, señor Presidente!
Le comunicamos que las Naciones Unidas, repetidas veces le han recordado que el país va por mal camino, por un camino de muertes, siniestro; no un sendero de muertes colectivas. Sino de masacres, repetidas dos o tres cada dos días y a veces hasta diez. En el 2020 asesinaron 569 “máquinas de guerra”, que apodan ustedes, pero que el resto de la humanidad llama niños.
Esos niños que son ubicados en las selvas con costosos aparatos y después descuartizados con balas de tamaño descomunal, con una gran insensibilidad, sin ningún cargo de conciencia porque no están eliminando seres humanos, sino desmontando piezas de las “máquinas de guerra”. Cuando despierte, señor Presidente, entérese que el pasado año hubo 91 masacres con 382 víctimas. Este año, a 24 de abril, van 31 masacres con 112 asesinados. Los muertos aparte de los niños son mujeres líderes sociales, indígenas, defensores y defensoras de derechos humanos, vigilantes de los parques nacionales y exguerrilleros firmantes del Acuerdo de Paz, de esa paz que usted en representación del Centro Democrático se propone hacer trizas, para gozo de ustedes y dolor de todo el pueblo colombiano.
Al despertar, tómese la agüita que medio calma a su mentor, porque la pandemia ya ha producido millones de afectados y miles de muertos, y todo porque usted, Iván Duque, olvidó que, si bien lo eligieron los ñeñes paramilitares, y el capital financiero y mercantil, la Constitución Política le exige gobernar para toda la población colombiana.
Sabemos, señor Presidente, que es difícil resistir y poner oídos sordos al discurso de plañideras de los gremios de comerciantes, de los industriales, con la repetida letanía: “Si hay confinamiento, si hay pico y cédula, si hay limitaciones en el cupo de los medios de transportes y toque de queda, quebramos, señor Presidente. Repita, por favor, la respuesta de Alberto Fernández: “Las empresas quebradas se recuperan, la vida, no”. Confiéseles: Ustedes mi mentor y yo somos culpables de los 70.886 muertos, de los 2’757.224 contagiados habidos hasta el día 24 de abril, por no haber hecho a tiempo y disciplinadamente el confinamiento recomendado por la OMS y la experiencia china. Despierte, señor Presidente, por el Dios que usted tanto invoca, ¡despierte, quítenos esta pesadilla de encima, renuncie!