Dairo Bayona Ramírez
@dairobayonar
Desde niño he escuchado una mítica historia de un animal extraño muy difícil de describir, para quienes lograron conocer de cerca la criatura, hace mucho años en el alto Catatumbo, este extraño animal fue bautizado por los testigos como “el diabluras” esta cosa extraña logro sembrar el pánico en las comunidades asentadas en la región, sus víctimas más débiles eran los indígenas de la tribu Barí, pues el diabluras llegaba hasta sus asentamientos y tomaba al primer niño o niña que le diera la oportunidad lo abrazaba entre sus fuertes brazos y con sus afiladas garras lo dominaba hasta perderse dentro de la selva sin saber más nada de la víctima, así pasaban los años y el diabluras dominaba en la región, pues solo al escuchar su nombre causaba pánico para indígenas y colonos que para la época se abrían paso en las montañas del Catatumbo.
Como pudo, esta bestia salvaje infundir el pánico en esta comunidad, siendo los Barí una tribu indígena que históricamente han guerreado para mantener el control de su territorio, si pudieron atravesar el cuerpo de Ambrosio Alfinger con una flecha, cuando atravesaba la espesa selva del Catatumbo, quien había salido de Tamalameque llevando consigo un cargamento de oro, para despachar a Europa desde Maracaibo, así mismo respondieron a los intentos de conquista de los españoles, con lo cual los Barí respondieron con la destrucción del poblado colonial de Chiriguaná, sobre la vertiente del Río Magdalena, en 1789.
¿Por qué no emboscaban al mítico diabluras y acababan con él?
Bastó solo que llegara a la región afectada por el diabluras, un campesino de apellido Garay con amplia experiencia en cacería, quien portaba una ordinaria escopeta tipo chispún o chimenea como también se le conoce a este tipo de armas, este señor recalzo su escopeta con abundante pólvora y agrego un balín de acero de esos que trae consigo los molinos caseros. Cuentan los viejos de la región que el señor Garay se apostó dentro de un matorral, mientras la carnada era un niño indígena, no fueron muchos los intentos pues la fiera salvaje a menudo salía por la misma parte a buscar su apetitoso alimento, se dice que eran aproximadamente las cinco de la tarde, mientras el cielo relampagueaba ferozmente como señal de un fuerte aguacero, el señor Garay temblaba de miedo, como así mismo el niño usado de carnada para cazar al diabluras, de repente el monte empezó a moverse y salió la imponente bestia y acercándose a su carnada con ansias locas el señor Garay apunta fijamente y dispara su escopeta, se escuchó en toda la montaña un fuerte quejido que se confundió con los truenos que con frecuencia suenan en el Catatumbo, de repente todo quedo en silencio, los relámpagos y truenos guardaron silencio por un instante como queriendo rendir honor a la bestia caída.
El lugar estaba rodeado de un alto número de indígenas listos con sus flechas como plan B por si de pronto el aguerrido cazador fallaba su tiro, al ver caer la fiera corrieron todos a cargar entre sus hombros a su héroe que los había librado del temible diabluras que les arrebato varios miembros de su comunidad, se dice que este señor cuenta con la admiración, el aprecio y respeto por los indígenas Barí del alto Catatumbo, el protagonista de esta historia ya es un anciano el cual es protegido por la comunidad indígena.
Lo realmente preocupante de esta historia es que el diabluras dejo descendencia, de quien se dice que ha logrado el poder de la inmortalidad, y preocupa más aún que el señor corajudo que derroto la bestia salvaje ya es un anciano, sus fuerzas y valentía disminuyeron.
Así como el primer diabluras era de carne y hueso de aspecto indescriptible, los diabluras de hoy también son de carne y hueso, me refiero a esos diabluras empotrados en el poder que usan las instituciones públicas para maltratar al pueblo campesino e indígena, todos sabemos las grandes riquezas naturales que tiene la región del Catatumbo, por eso la presión de la bota militar es cada día más fuerte, a menudo se conocen casos de falsos positivos, violaciones sexuales, permisos no autorizados para el tránsito de tropas extranjeras, persecución a los líderes sociales de la región, en fin una serie de afectaciones a la vida, honra y bienes de la comunidad catatumbera.
Necesitamos muchos señores Garay para derrotar los diabluras que quieren postrar en la miseria al Catatumbo, la escopeta debe estar bien cargada de esa pólvora que ayude a dinamizar la movilización del pueblo catatumbero, no es otro el camino para poder salvaguardar los derechos de la población.
En esta ocasión todos seremos valientes y corajudos como el señor Garay, venceremos los diabluras que afectan la región y nuestras vidas, para ello la solución es unirnos, ese monstruo no es más poderoso que el pueblo organizado.
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