La resistencia palestina ha golpeado la arrogancia sionista. En los primeros días de la agresión, las fuerzas de Hamás han disparado miles de proyectiles contra objetivos israelíes
Alberto Acevedo
Bajo intensos bombardeos de la aviación y el ejército israelí permanece, hace ya una semana, la población de la Franja de Gaza, y el comando unificado de las fuerzas armadas sionistas con la anuencia del parlamento y la dirigencia política de su país, puso en marcha de una ofensiva sin precedentes, que evoca los peores momentos de la confrontación desde que Israel decidió ocupar territorios palestinos.
Los duros enfrentamientos que se libran en estos momentos tienen al menos dos elementos provocadores por parte de las fuerzas de ocupación israelíes. Uno, que a raíz de las celebraciones de las jornadas de oración del Ramadán, soldados de Israel ocuparon e impusieron barreras de acceso de los fieles a la mezquita de Al-Aqsa, considerada el tercer lugar sagrado más importante del Islam en el mundo.
El segundo hecho es que, en forma simultánea, colonos israelíes con el apoyo de las tropas iniciaron el desalojo de viviendas en el distrito de Sheij Jarrah, donde los vecinos palestinos viven allí desde hace setenta años.
Ataque desproporcionado
La indignación del pueblo palestino crecía, porque las medidas contra la población civil por parte de las tropas de ocupación resultaban cada vez más asfixiantes. Pero el insulto a la mezquita de Al-Aqsa colmó la indignación. En estas circunstancias, el grupo islamista Hamás, dio un ultimátum, hasta las seis de la tarde del lunes de la semana pasada, para que la policía sionista abandonara el sitio sagrado de oración.
A la hora de vencerse el ultimátum, Hamás disparó los primeros cohetes contra objetivos israelíes. La respuesta no se hizo esperar y fue desproporcionada. Israel es una potencia nuclear y posee uno de los ejércitos más sofisticados de la región. Los palestinos, tradicionalmente se han enfrentado a piedra contra tranques y cañones. En las horas siguientes fueron destruidos edificios de instituciones financieras, gubernamentales, de la prensa, y sitios donde supuestamente se esconde la resistencia palestina.
La resistencia palestina ha golpeado la arrogancia y la petulancia sionistas. En los primeros días de enfrentamiento las fuerzas de Hamás dispararon más de 1.500 proyectiles contra objetivos israelíes y aunque el escudo antimisiles ‘Cúpula de Hierro’ interceptó la mayoría de los disparos, algunos penetraron el cielo israelí y alcanzaron varios objetivos, causando al menos siete bajas. Una semana después, las fuerzas de liberación palestina habían disparado 3.000 proyectiles y aumentado en dos más el número de muertos en Israel.
Población civil victimizada
Aun así, la desproporción es grande. El gobierno de Netanyahu descargó el peso de su aviación militar sobre la población palestina, causando el destrozo de viviendas, hospitales, centros de abastecimiento, oficinas de la administración pública de la Franja de Gaza. Solamente en la noche del pasado lunes (festivo en Colombia), 62 aviones de las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron al menos 65 objetivos, presuntamente vinculados al movimiento palestino Hamás, con un saldo de 42 muertos en esa noche.
Las bombas que caen sobre los barrios populares de Gaza, densamente poblados, son portadas por proyectiles teledirigidos, causando enormes daños y bajas, un poder que no tienen los rebeldes de Hamás. Para el inicio de la presente semana, las bajas totales en la población palestina eran de 192 asesinados, la mayoría civiles, entre quienes se cuentan 52 niños, 34 mujeres y 1.235 heridos.
Barrios enteros fueron intensamente bombardeados. La calle Al-Wenda, una de las más populosas del centro de la ciudad de Gaza, fue borrada del mapa. Al menos 40.000 familias, en una semana, han tenido que reducirse a refugios improvisados, “en un entorno peligroso para la rápida propagación del coronavirus”, según afirman autoridades de salud. En este sentido, valga la pena resaltar que los bombardeos afectaron el principal centro de pruebas y vacunación contra la pandemia, que debió interrumpir sus actividades.
Parar la carnicería
Lo que estamos viendo en Gaza, dicen las autoridades palestinas y los grupos de la resistencia, no es un operativo de legítima defensa de Israel, como dice el gobierno sionista de Netanyahu. Se trata de una operación de exterminio, profundamente racista, de un genocidio, cuyo objetivo final es desalojar al pueblo palestino de sus tierras ancestrales y completar la ocupación de sus territorios.
Esta situación ha provocado la inmediata reacción y solidaridad de la comunidad internacional con el pueblo palestino. El papa Francisco la calificó de “terrible e inaceptable”. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Gutérres, llamó a las partes a declarar un alto el fuego. Voces del movimiento árabe piden que se reconozca a Hamás como un actor del conflicto, para buscar una negociación. La solidaridad con el pueblo palestino se pone a la orden del día y el mundo exige que pare la matanza.