Dilan vive, el paro sigue

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Concentración en el Hospital San Ignacio en Bogotá. Foto Laura Sophia Martínez.

La noche del 25 de noviembre falleció el joven Dilan Mauricio Cruz, quien fue impactado en su cabeza con un arma no convencional por parte de un agente del Escuadrón Móvil Anti Disturbios, Esmad, mientras protestaba pacíficamente por el derecho a la educación en un plantón realizado en la ciudad de Bogotá, en el marco de las movilizaciones desarrolladas durante las jornadas del paro nacional

Marcel Guarnizo Prieto

El joven Dilan Mauricio Cruz falleció luego de luchar por varios días en una unidad de cuidados intensivos del hospital San Ignacio de la ciudad de Bogotá, donde había sido recluido el día sábado 23 de noviembre, luego de que un agente del Esmad impactara su cabeza con lo que parece ser un “arma no convencional”, las cuales están prohibidas por el derecho internacional humanitario, pero cuyo uso por parte de este escuadrón es conocido de tiempo atrás.

Con apenas 18 años, Dilan participaba como cualquier ciudadano tiene derecho a hacerlo, en las protestas que se han prolongado durante varios días en el marco del denominado paro nacional. A su corta edad ya había tenido que padecer las injusticias que se viven a diario en Colombia como fruto de la implementación de políticas que profundizan las desigualdades sociales y económicas en la mayoría de la población.

No logró llegar al grado de su bachillerato que debía realizarse el pasado lunes en el colegio Ricaurte IED, debido a que se encontraba luchando por su vida en la UCI del hospital, pero se graduó con honores como un gigante de la lucha social convirtiéndose en el símbolo de las manifestaciones que se están desarrollando en Colombia por el derecho a la vida, a la paz y contra el gobierno de Duque y sus políticas que afectan a la inmensa mayoría.

El privilegio de la educación

El sueño de Dilan, como el de miles de jóvenes que se encuentran en la misma situación, era el de poder estudiar una carrera universitaria. Ese fue uno de los motivos que lo impulsaron a salir a las calles a protestar. Según el académico Julián de Zubiría, “en Colombia solo el 10% de los jóvenes de estrato uno llegan a la universidad. Colombia está muy atrás en términos de otros países de América Latina. Lo más grave, los niños colombianos de cero a seis años no tienen acceso a una educación pública”.

Acceder a la educación es una especie de privilegio para quienes lo logran y un sueño para quienes por sus condiciones materiales de vida no cuentan con el dinero suficiente para comprar un pin, pagar una matrícula, costear sus pasajes, garantizar su alimentación, sacar unas fotocopias o realizar un trabajo.

La política neoliberal de desfinanciación de la educación superior pública, el pasivo pensional de las universidades, la corrupción, entre otros factores, hacen demasiado difícil la ampliación de cobertura y la garantía de la educación como un bien común y derecho fundamental.

Desmonte del Esmad

Oscar Salaz, Jhonny Silva, Nicolás Neira, Carlos Giovanni Blanco, Jaime Acosta y ahora Dilan Cruz, son apenas algunos de los jóvenes que han muerto por el abuso de fuerza a manos del Esmad, en el marco de protestas y manifestaciones sociales. En los casos de Jhonny y Nicolás, ya se condenó a la Policía Nacional por estos hechos.

Ya son muchas las pruebas, los videos y las denuncias por parte de un sinnúmero de sectores y ciudadanos, que evidencian el accionar criminal de este escuadrón. No solo se generan infiltraciones de la fuerza pública a las movilizaciones con el fin de sabotearlas y generar el caos que “justifique” el uso de la fuerza de la policía y la ahora llamada “regulación” de la protesta social, sino que también se rompen todos los protocolos establecidos para el accionar de este escuadrón que agrede sin motivo a los manifestantes, genera la violencia en las marchas, dispara a los rostros de quienes participan en las protestas, utiliza armamento no convencional, patea a mujeres y ancianos y no respeta los derechos humanos.

Su modo de operar ya se sale de los patrones del abuso de fuerza, y va configurándose en un escuadrón homicida que es desplegado por todo el país y que ya ha cobrado las vidas de docenas de personas. Hoy se hace más vigente que nunca la exigencia del desmonte de este grupo criminal y una reforma estructural a las fuerzas armadas para que su actuación respete los derechos humanos.

El paro sigue

Ante el vil asesinato de Dilan por parte del Estado, ante la invitación a “dialogar” por parte del Gobierno de Iván Duque mientras debajo de la mesa va implementando el paquete legislativo que el paro rechaza, ante las medidas de militarización, estigmatización y judicialización del paro, ante la política del odio, exclusión y miedo de Duque, el paro sigue.

Durante esta semana se realizarán diversas acciones de movilización a nivel nacional, el paro se mantiene y la indignación va en aumento ante los oídos sordos de este gobierno incapaz y su política guerrerista.

No lograrán apagar la llama que alumbra el camino hacia un mundo mejor, los sueños de Dilan se multiplicarán en las calles hasta lograr alcanzarlos, su memoria y legado seguirán firmes en los corazones de todos aquellos que luchan por un país mejor.