Una vez regrese la normalidad se habrán perdido millones de puestos de trabajo por el cierre de empresas del sector industrial y de servicios. Los gremios exigen reformas laboral, tributaria y pensional como solución. Entre tanto, las familias que viven en la informalidad y los trabajadores reclaman la renta básica y la pensión universal
Iván Posada P.
La Organización Internacional del Trabajo, OIT, en su informe de diciembre de 2019, Perspectivas Sociales y de Empleo en el Mundo pronosticaba una cifra de 190,3 de desempleados en el mundo. A junio de 2020 -a causa de la pandemia- este organismo estima un desempleo a nivel mundial de 195 millones con tendencia a aumentar. América Latina por su parte, perderá unos 14 millones de empleos. Con relación al empleo de la mano de obra el informe dice: “una medición más completa de la subutilización de las personas en edad de trabajar revela importantes lagunas en el acceso al trabajo; la tasa de «subutilización total de la fuerza de trabajo» tiende a acentuarse y supera ampliamente la del desempleo”. Por ejemplo en Estados Unidos se estima una informalidad del 28 por ciento y en Colombia de 48 por ciento.1
El Fondo Monetario Internacional estima que el PIB, Producto Interno Bruto en Colombia descenderá 8 por ciento y como consecuencia inmediata el ingreso per cápita lo hará en 8,6 por ciento. En cifras quiere decir que si en 2019 el ingreso promedio anual por habitante era de $23.700.000 en 2020 será de $ 21.804.000.
Desempleo e ingresos
En Colombia, el Dane reportó que para abril de este año el desempleo marcó 19,8 por ciento mientras que para abril de 2019 fue de 10,3 por ciento, o sea, un incremento del 9,5 por ciento. Este sería el incremento medible, pero otras fuentes lo calculan en 34 por ciento (7.500.000 personas), sumando al desempleo registrado las personas que dejaron buscar empleo y por lo tanto no figuran en las estadísticas.
De las pequeñas, medianas y microempresas se declararon en quiebra 10,5 por ciento; el 50 por ciento cerraron temporalmente, 22 por ciento trabajan a media marcha por teletrabajo. Lo anterior explica la pérdida de cinco millones de empleos, que en comparación con las zonas rurales fueron las más afectadas por el desempleo. Lo anterior se traduce en la alta tasa de paro forzoso a nivel nacional que para mayo de 2020 fue de 21,4 por ciento, un aumento de 10,9 puntos frente al mismo mes del año pasado (10,5%).
Estos resultados corroboran que las medidas de emergencia del gobierno central para apoyar a la pequeña y mediana empresa para preservar los empleos han resultado insuficientes, lo mismo que los auxilios para el sector informal.
A partir de mayo se lleva a cabo una reapertura parcial tanto del sector industrial como de los servicios, pero como se dice arriba, pequeñas y medianas empresas se declararon en quiebra y en el sector servicios muchos pequeños propietarios cerraron sus actividades definitivamente.
Por ciudades
En las 23 ciudades y sus áreas metropolitanas, todas experimentaron aumento del desempleo entre 28,8 y 11,7 por ciento (ver tabla).

Fuente: Dane 2020
Las ciudades donde menos impactó la pérdida de puestos de trabajo fueron San Andrés (7,1 por ciento); Cartagena y Barranquilla con incrementos de 11,7 y 12,1 por ciento respectivamente. San Andrés porque el turismo y hotelería son las fuentes principales de ingresos. Barranquilla y Cartagena que cuentan con un desarrollo industrial mediano. En Cartagena, por ejemplo, se destaca Reficar, que procesa crudo.
La llamada clase media, cuyo crecimiento tanto han proclamado los últimos gobiernos como exitosa política pública con dudosas metodologías de medición, con la actual crisis de la pandemia, quedó limitada a un sector muy reducido de la población. Muchas familias, al perder sus empleos, quedaron “colgadas “para el pago de arriendos, cuotas de administración, pago del semestre en las universidades para sus hijos, etc. Otras familias que obtenían sus ingresos en la esfera de los servicios (restaurantes, bares, servicios personales y otros pequeños negocios) de igual forma quedaron cesantes. A lo anterior habría que agregar la situación de la población joven entre los 14 y 28 años, cuyo nivel de desempleo pasó de 18,5 por ciento a 22,8 entre mayo de 2019 y mayo de 2020 (Dane, 2020).
Las soluciones
El gobierno, bajo la presión de los gremios está esbozando como solución a la complicada coyuntura económica la reforma laboral que se venía planteando desde 2019 y otra reforma tributaria. Las dos propuestas van dirigidas hacia el mismo objetivo: reducir aún más los gravámenes al empresariado, para supuestamente, incentivar la creación de empleo y reformar el código sustantivo del trabajo de acuerdo -según los empresarios- a las nuevas realidades del mercado laboral.
Mauricio Santamaría, presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, Anif, confirma lo anterior cuando dice que “tenemos que abordar seriamente el tema de impuestos a la nómina, salario mínimo y formas más adaptables y menos restrictivas de contratación” (revista Semana /Dinero, junio 2020, pág. 36).
Por su parte, millones de familias que subsisten en condiciones infrahumanas, en conjunto con las centrales obreras y las organizaciones populares, se aprestan a dar la batalla por la renta y pensión universales como una etapa preliminar hacia un modelo socioeconómico de verdadero bienestar.
1[1] Juan Guillermo Ramírez J (Separata Semana, junio de 2020).
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