Duque el guerrerista

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Alfonso Conde C.

Hay circunstancias en la vida de este país que permiten a aquel “que dijo Uribe” que aflore sin disfraz su guerrerismo. El segundón del “presidente eterno”, de hablar blandito para la galería, ha encontrado (se podría pensar que ayudado a construir) pretextos en lo interno y lo externo para atizar entre sus copartidarios las ganas de guerra, también eterna, que les permite el control del poder político.

Me refiero a las dos circunstancias que resaltan en el momento: en primer lugar el desgraciado atentado a la escuela de policía cometido, según ellos mismos reconocen, por el ELN; en segundo lugar al conflicto interno venezolano construido por el gobierno norteamericano con la ayuda de sus súbditos en Colombia.

Sin excusar la barbarie y estupidez de la acción que acabó con la vida de tantos jóvenes hay que preguntarse por la influencia de los antecedentes que de alguna manera tuvieron que ver con la decisión: unos acuerdos de paz con las FARC cuyo desarrollo equívoco, en el contexto de más de cuatrocientos asesinatos de líderes sociales, ha incentivado a muchos exguerrilleros a desconfiar, con razón, de su cumplimiento por parte del gobierno; a ello se une la no reanudación, desde la posesión de Duque, de las conversaciones con el ELN, a pesar de que el anterior mandatario dejó “cocinado” un cese bilateral del fuego, y del compromiso cumplido del cese unilateral temporal decidido por la guerrilla. La táctica adoptada por el uribismo para causar la desesperación de los más débiles en el ELN, rindió sus frutos. La consecuencia: guerra y más muerte.

De otro lado y siguiendo orientaciones e intereses económicos de la bestia que gobierna los EE.UU., el gobierno colombiano se embarcó en una campaña agresiva contra la hermana República Bolivariana de Venezuela hasta el reconocimiento (después de que lo hiciera Trump) del autoproclamado “presidente interino” que pretende desplazar al elegido por votación popular, el presidente Nicolás Maduro. El imperio no puede permitir que las mayores reservas petroleras de este mundo queden bajo control de un estado autónomo que, además, muestra su acercamiento con Rusia y China ante el bloqueo que impone EE.UU. sobre Venezuela. El gobierno colombiano les hace obsecuentemente el juego.

Para completar el panorama, Duque exige a Cuba, Noruega y los otros garantes del proceso con el ELN, incluido Venezuela, el desconocimiento de los protocolos firmados para el desmonte de las negociaciones y hasta amenaza con el rompimiento de relaciones con la República de Cuba de no acatarse su pretensión.

Construye la guerra interna y participa activamente en la promoción de la externa. Ese es el gobierno que tenemos.