Duque: Ni inane ni vacuo

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Iván Duque. Foto Europa Press.

Roberto Amorebieta
@amorebieta7 

Mucho se ha hablado sobre los 100 días de Duque y su caída en las encuestas. Se dice que no hay liderazgo, que no se ve un claro proyecto de gobierno y que el presidente se preocupa más por tomarse fotos con famosos que por gobernar. Se dice que las movilizaciones estudiantiles y la propuesta de gravar toda la canasta familiar con IVA han afectado su imagen y que el presidente parece en campaña todavía. Que “debe enderezar”, dice incluso Álvaro Uribe.

Lo anterior es cierto, pero ello no debe hacernos perder el foco sobre lo que realmente está sucediendo. Mientras nos indignamos porque el presidente recibe a cantantes y no se reúne con los estudiantes en paro, en el país se está implementando a toda marcha la agenda uribista neoconservadora. Ello significa que es neoliberal en lo económico (desregulación, privatizaciones) y conservadora en lo político (represión, autoritarismo). En estos 100 días se han presentado entre otras lindezas, y sin hablar de la reforma tributaria, el intento en el Congreso de destruir a la JEP, la propuesta de acabar con el punto del Acuerdo de Paz que se refiere a la Reforma Rural Integral, el decreto sobre la dosis mínima, la intención explícita de apoyar una intervención militar en Venezuela, el nombramiento de un esperpento como Vicente Torrijos al frente del Centro Nacional de Memoria Histórica, la desidia que ha permitido que se hundan uno a uno los proyectos anticorrupción, la mamadera de gallo en que se ha convertido la implementación del Acuerdo de Paz, la campaña de manipulación y desprestigio contra la Corte Suprema para dilatar el llamado a indagatoria y posible captura de Álvaro Uribe, el tratamiento brutal y malintencionado que se la ha dado a las movilizaciones estudiantiles o la continuación de los asesinatos a líderes sociales –que ya sobrepasan los 300– y a excombatientes de las Farc, que esta semana completaron 84.

Lo que realmente está sucediendo es que el desplome en las encuestas no es algo que le esté saliendo mal a las clases dominantes. La figura infantil y vacía de Duque no es un accidente. Uribe no está preocupado porque el presidente vaya mal encaminado. Al contrario. Todo ello forma parte de la estrategia de Uribe de volver al poder. Un presidente inane es útil porque si las cosas salen bien, su protagonismo siempre puede ser opacado, y si salen mal se le puede echar la culpa de todo. Uribe regresaría transformado en un héroe que tuvo que volver para salvar la patria, el indispensable, el que nunca debió irse. Y nosotros indignados por Maluma en Palacio.