Estamos ante la peor crisis de la humanidad, similar a la Peste Bubónica de la Edad Media, sin precedentes en la historia, de la post Guerra Mundial. En Colombia se sufre la combinación de dos tragedias: la creciente amenaza de la pandemia generada por el Covid-19, cuyos efectos más peligrosos se concentran en la capacidad de expandirse y afectar a miles de compatriotas. La segunda es el nefasto liderazgo del presidente y su incapacidad para dar respuestas certeras a tragedia que vivimos.
Estamos bajo un estado de excepción no declarado, el gobierno aprovecha la pandemia para, desde el ejecutivo, diseñar y determinar políticas que van dirigidas a la persecución, la supresión de garantías y contra los derechos laborales. Las medidas del gobierno no solo son insuficientes para superar la pandemia, sino que no están hechas para sectores como el de la salud, para prevenir, contener y atender a toda la población. El presidente da la espalda a la mayor parte de los colombianos y decide focalizar los recursos en los magnates del transporte aéreo, turismo y financiero, demostrando que está más preocupado por las posibles pérdidas de los empresarios, que por la salud y la vida de los ciudadanos.
El decreto 444/2020 demuestra que la citada emergencia favorece al sector financiero y le resta recursos a la salud, especialmente, a los entes departamentales, al crear el Fondo de Mitigación de Emergencias, FOME. Los recursos de los gobiernos locales, ya no estarán dirigidos a la solución de los problemas de los municipios y departamentos, sino a los sectores financieros y privados, no existe prelación de lo público, los dineros públicos, las arcas oficiales se ponen a disposición del sector financiero privado.
El debate se cierne en la prioridad el uso del presupuesto nacional y los dineros territoriales. Las medidas deberían estar dirigidas, particularmente, al sector salud para ganar la carrera a la propagación del virus. Los efectos pueden ser devastadores en nuestro país, el riesgo de una infección a gran escala es real y podría llegar a gran parte de la población, si se cumplen algunos pronósticos que indican, al menos, el 1% de la población, corresponde a 500.000 personas infectadas, de las cuales, no todas presentarán síntomas.
Pero, lo importante en este caso es entender que alrededor del 20% de los infectados demandarían atención en los servicios de salud, alrededor de 100 mil pacientes, en su gran mayoría, acudirían a servicios de urgencias de baja y de alta complejidad. De los pacientes, aproximadamente, el 10 % va a necesitar atención intrahospitalaria y de ese total se calcula que al menos el 5 % puede requerir atención en una unidad de cuidados intensivos.
Es decir, se podrían esperar demandas de al menos 5.000 pacientes para camas en UCI a causa del Covid-19, en un país que no cuenta con ese total de camas para atender a todas las personas con otras enfermedades. Es absolutamente necesario recuperar el sistema de salud para los ciudadanos. Ahora corremos graves riesgos porque en más de 200 años de gobiernos oligárquicos, no tuvieron en cuenta la necesidad de construir un sistema de salud bien financiado, con los recursos óptimos para garantizar el bienestar del pueblo. Señor, presidente, aprenda la lección que Cuba le está dando al mundo.
Sobra decir, entonces, que nuestra infraestructura hospitalaria es insuficiente, no se cuenta con las camas, ni los insumos necesarios para atender pacientes en UCI, y tampoco con el recurso humano en salud. Lo sucedido en las cárceles es una demostración de la tragedia, se presentaron al menos 10 manifestaciones de protestas de los presos, que alzan su voz en rechazo a las medidas implementadas para afrontar la crisis por el coronavirus, la respuesta: represión y muerte. Las cárceles necesitan humanización y no militarización.
El agravante de la situación la padecen los trabajadores, pues comienzan los despidos en algunos sectores de la producción, sumado a la dificultad de quienes participan de la economía informal (64% de la población económicamente activa), cerca de 15 millones de ciudadanos, que viven de sus esfuerzos diarios para recibir un mínimo de dinero para sobrevivir. La acción gubernamental ante este reto de la peste: es de una vergonzosa incompetencia y beneficiosa solo para el empresariado.
No contamos con una protección efectiva ante la virulencia depredadora de Covid-19, ya que el gobierno desprecia la vida del pueblo y protege ávido el dinero y el patrimonio de los ricos. Ante este absurdo, urge la iniciativa de nuevos repertorios de la resistencia. Que el confinamiento no silencie las voces de rechazo y desde nuestros hogares podamos seguir la manifestación y los cacerolazos contra el débil e ilegítimo presidente; con la denuncia en las redes sociales y los carteles en las ventanas, para recrear el proceso de indignación, de resistencia y de búsqueda de alternativas a este Gobierno.
Por último, hacemos un llamado a la solidaridad con el semanario VOZ, no la dejemos apagar. Las implicaciones económicas generadas por no salir en papel se empiezan a sentir, sabemos la importancia que representa el confinamiento obligatorio como método de contingencia para evitar la propagación y desde el equipo de redacción seguiremos trabajando y mantendremos viva la edición semanal, por medio magnético. Efectuando el pago respectivo en la plataforma ePay, estará disponible para descargas en dispositivos electrónicos, (computadores, tabletas y celulares). Hemos tomado medidas para que VOZ llegue a su casa.