Ancízar Narváez M.
Tenemos la tendencia a creer que la tecnología es independiente de la ideología, de la política y de la ética. Sin embargo, el auge de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC, muestra la justeza de lo que se conoció como teoría crítica y especialmente del materialismo histórico. En efecto, las TIC son el producto de una economía política, es decir, de unas decisiones que toman unos sectores sociales y que benefician a unos y perjudican a otros.
Hace ya más de 50 años que el filósofo alemán Jürgen Habermas escribió un libro llamado Ciencia y Técnica como Ideología. Si entendemos la ideología dominante como todo el conjunto de ideas destinadas a legitimar las relaciones de poder existentes, entonces entendemos que la ideología de la ciencia y la técnica consiste en decir que la técnica no tiene relación con la política y que, por consiguiente, no hay que discutir las relaciones de poder alrededor de las cuales se desarrollan las tecnologías. En aquel libro se decía que no había manera de discutir sobre la ciencia y la técnica porque su éxito era tan evidente que solamente cabía la posibilidad de adaptarnos a ellas. No se podía discutir su origen y sus implicaciones sociales, pues esto se consideraba poco menos que una posición reaccionaria.
Pero fuera del aspecto solamente tecnológico que se supone que se desarrolla intrínsecamente, es decir, por el avance de la técnica y la ciencia, es necesario tener en cuenta que las técnicas son inventadas, creadas y desarrolladas por seres humanos que ellas tienen implicaciones políticas, económicas y sociales entre los seres humanos y, por tanto, son un problema también de la economía política.
¿Cuáles son los aspectos que debería discutir una economía política de las TIC? La economía política las tic tiene tres componentes qué poner en evidencia: el primero es el de la relación centro periferia, el segundo es el de la relación-capital trabajo y el tercer aspecto es el de las políticas y la legislación sobre comunicación y medios dentro de las cuales se desarrollan las tecnologías y, sobre todo, se introducen las TIC en los países de la periferia que no las producen.
En cuanto al primero, sería importante que nos diéramos cuenta de cuál es la geopolítica de las TIC, es decir, cómo es que estas están distribuidas desde el punto de vista de la relación entre países centrales y periféricos, dominantes y dominados o desarrollados y subdesarrollados. En cuanto a la relación capital trabajo, la pregunta es si en el sector TIC todos los trabajadores son de alta calificación, el nivel de los salarios, los tipos de contrato laboral y los niveles de ganancias que producen a los accionistas. En cuanto al tercer aspecto, tenemos en la Ley de Tic, aprobada por el Congreso el año anterior, un ejemplo inmejorable de la manera como se aúnan los intereses corporativos, de los capitales extranjeros y los proyectos políticos de la ultraderecha.
Aunque separados para su análisis, los tres aspectos corresponden al mismo proyecto político y no al revés como nos quieren hacer creer, es decir, que la política tiene que adaptarse a la tecnología, como si no fuera la tecnología la que sigue los intereses de la política. O si no, ¿para qué quieren países como Estados Unidos o China imponer su estándar tecnológico? En otro espació hablaremos de cada aspecto por separado.