El bicitaxismo

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Bicitaxismo en Bogotá. Foto Publimetro.

César Santoyo Santos
@cesantoyo

El inicio 2020 marca la agenda de derechos a partir de la incorporación de una nueva agenda política de las autoridades locales en toda Colombia; para Bogotá no es pequeño el problema, el enfoque de derechos fue destruido en la ciudad por cuenta de la administración de Enrique Peñalosa, quien demostró ser el estandarte de la ejecución neoliberal que privilegia los negocios y las grandes corporaciones a los derechos, situación que se convierte en la “línea de base” que debe asumir la alcaldesa Claudia López en el diseño de sus acciones de gobierno, sus planes y, por supuesto, sus decisiones políticas.

Este reto tiene nuevas expresiones, por ejemplo, el bicitaxismo, un medio de transporte que comenzó como una salida ante la precarización del transporte urbano en la ciudad por cuenta de la imposición de Transmilenio como sistema masivo de movilidad y desprotegió a amplias zonas de la ciudad, al punto que en pocos años se ha convertido en la herramienta de entrada y salida de las capas trabajadoras en Bogotá limitadas en su movilidad, condenadas al diesel y empobrecidas por el sistemático aumento de tarifas.

Aleida*, que es una mujer joven, madre de dos hijos, se ha dedicado como única opción al bicitaxismo, en su relato comenta que ha vendido tinto en la calle, productos de catálogo, empanadas, ha sido albañil, su esquema educativo se detuvo abruptamente con su primer embarazo; gracias a su laboriosa capacidad y resiliencia ha salido adelante con su familia y el bicitaxismo ha sido su eje productivo. Su relato pasa del dolor a la emoción por sus logros, enfatiza que hoy por hoy la persecución de la policía a su trabajo es cruenta, combinando la persecución y afrentas a la persona de Aleida con la vacuna para poder usar los triciclos, además de la incorporación de motores asesinos en los bicitaxis por parte de grupos económicos dentro del precariato.

Ella relata que construyeron una asociación como alternativa organizacional para que se respetara su derecho al trabajo y las oportunidades que puede impulsar para su familia. El plan de negocio, básicamente, reconoce en el uso de la locomoción humana de los triciclos para llevar personas y mercancias entre barrios; al día supone un “turno” de quince mil pesos y el ingreso para el trabajador(a) de, entre diez mil y treinta mil pesos día, con una jornada entre 8 y 10 horas, sin prestaciones sociales, sin seguros, sin estabilidad: es el “precariato” en una de sus más extremas expresiones.

Estas personas llevan en sus piernas el lastre del modelo económico actual, que no permite establecer alternativa y garantías para el trabajo, para el desarrollo, para la dignidad de familias y comunidades. Sin embargo, la ciudad la golpea, el bicitaxismo, como cualquier otro negocio ha cambiado y ha deteriorado el servicio, ha mostrado riesgos a la integridad y la vida de los actores que intervienen en el transporte en estos triciclos. Las calles, los deterioros, la contaminación contrastan con el esfuerzo y la dignidad de estos trabajadores(as); la ciudad tiene un reto, la alcaldesa debe asumir un debate muy importante y es el de consolidar y crear condiciones de norma y regulación de este tipo de transporte, ordenar a la policía nacional que respete el derecho al trabajo de estas personas y diseñe alternativas de movilidad, de cobertura y modalidades de transporte en los barrios de la ciudad, además de seguir exigiendo la promoción de trabajo digno, de la resuelta necesidad de mejorar las condiciones de vida de la población.

* Se cambió el nombre alterno para proteger a la fuente.