El BID y sus demonios

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Iván Duque presidente de Colombia y Mauricio Claver-Marone presidente del BID

La magnitud de la tragedia que padece la región muestra la dimensión de los retos que le esperan al ente multilateral. Las cifras indican que la recuperación no será fácil. La pandemia lanzó a la pobreza a 45 millones de latinoamericanos más y la pobreza extrema saltará del 12.1 al 14.6 por ciento

Ricardo Arenales

Con un rosario de promesas, que debieron llenar de frustración a los participantes, el pasado 21 de marzo concluyó en Barranquilla la 61 asamblea de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, que durante cinco días debatió los problemas que enfrentan América Latina y el Caribe, la necesidad de superar las secuelas de la pandemia del coronavirus, el cambio climático, una agenda para el desarrollo, y los mecanismos de financiación que estas metas suponen.

El nuevo presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, que se estrenó en esta su primera asamblea de gobernadores, había anunciado que la institución crediticia requiere de una capitalización, estimada en 20.000 millones de dólares, para ayudar a los gobiernos de la región a superar la crisis originada en la pandemia. Pero lo que en concreto ofreció fue comenzar análisis técnicos con miras a una ampliación de capital del BIB. Es decir, nada en concreto.

La asamblea del BID terminó con una resolución, donde se traza una línea de búsqueda de dicha financiación, pero no ofrece detalles específicos sobre el proceso. La situación de los países de la región no solo es angustiosa, porque no se han superado las calamidades de la pandemia, sino porque todo apunta a que la región sufrirá una tercera ola de contagios, esta vez con una economía más resentida y un sistema de salud colapsado. Baste señalar que con solo el ocho por ciento de la población mundial, América Latina carga con el 25 por ciento del total de las muertes causadas por el covid-19.

Desafíos nada fáciles

La magnitud de la tragedia que padece la región muestra la dimensión de los retos que le esperan. El mismo BID tiene cifras que indican que la recuperación no será sencilla. La pandemia lanzó a la pobreza a 45 millones de latinoamericanos más, y la pobreza extrema saltará del 12.1 al 14.6 por ciento. El desempleo subirá en un 10.7 por ciento. El producto interno bruto regional cayó en un 7.4 por ciento y las perspectivas de crecimiento serán de apenas el 0,8 por ciento; menos 1,1 por ciento en 2022 y 1.8 por ciento en el 2023.

El problema práctico es que a Claver-Carone no le será fácil convencer a la administración norteamericana que apruebe los recursos necesarios para capitalizar el BID y este a su vez nutra las economías latinoamericanas. Sabido es que Claver-Carone fue una ficha de Donald Trump impuesto en el BID mediante presiones a los gobiernos de la región. La llegada del nuevo presidente de la corporación rompe una tradición de décadas, en el sentido de que el cargo lo ocupe un latinoamericano y no un representante de los Estados Unidos, que apenas tiene el 30 por ciento del capital del banco.

Un numeroso grupo de senadores y representantes demócratas en el congreso de los Estados Unidos, considera un craso error haber roto este equilibrio y colocar en la conducción del BID a un hombre que se caracterizó por su odio a Venezuela bolivariana, a Nicaragua sandinista y a Cuba socialista. Pero además porque lo consideran una ficha del trumpismo en la administración demócrata.

No habrá plata que alcance

La animadversión de muchos congresistas es tal, que consideran necesario remover a Claver-Carone de su cargo, como condición para comprometer recursos estadounidenses para la financiación del BID y la recuperación económica latinoamericana. Lo cierto es que al gobierno norteamericano no le gusta para nada Claver-Carone, la forma como fue elegido, como una imposición arbitraria e innecesaria, ni los principios que éste representa.

Es posible que, para no desatender completamente a la región, Estados Unidos decida aprobar una suma para la refinanciación del BID. De hecho, ya un grupo de parlamentarios de los dos partidos mostraron su intención en este sentido. Pero no se sabe la suma que aprobará el congreso. Tal vez no los 20.000 millones que reclamará su presidente, no obstante que economistas de la región aseguran que lo deseable sería una repotenciación de 80.000 millones.

Otra de las dificultades que se atraviesan como palo en la rueda, son las propias dificultades internas de la economía norteamericana, que van a absorber prácticamente toda la disponibilidad de recursos de las arcas del Tesoro. Recientemente, el analista Moisés Naím ha dicho en un comentario de prensa, que Washington va a destinar 1.900 mil millones de dólares, es decir, 1.9 seguido de once ceros, una cifra difícil de digerir, para atender las contingencias de la pandemia en todos los órdenes. A costa inclusive de una desbordada inflación.

Esta situación coloca contra la pared a la administración de la Casa Blanca.  Porque no tendría recursos para invertir en Latinoamérica, so pena de aislarse más. Y si no lo hace, vendrán los recursos generosos, no solo de la Unión Europea, sino de Rusia y China, que ya le disputan el mercado a la gran potencia, en el solar de la casa.

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