
Aunque las polémicas prevalecen en torno a los escrutinios, a dos semanas de los comicios legislativos, la victoria electoral de las fuerzas de izquierda y democráticas agrupadas en el Pacto Histórico son ya un hecho irreversible y de gran relevancia.
Y es importante señalar que la hazaña de la coalición se dio en dos escenarios: en el ámbito de las urnas y en el terreno del fraude, espacio en donde uribistas y conservadores tienen pergaminos doctorales, pero allí el Pacto les descubrió sus tretas y las expuso ante los veedores nacionales e internacionales y sufrieron una vergonzante y apabullante derrota.
El primer acto fue la recuperación de cientos de miles de votos por las listas del Pacto que fueron escamoteados en los escrutinios al finalizar las elecciones el domingo13 de marzo. Tal cosa se logró gracias a que las organizaciones que componen la coalición se movilizaron masivamente para vigilar el proceso.
Esto de por sí es un acontecimiento histórico, pero el segundo acto en la derrota del fraude es tal vez el suceso político más importante de las últimas décadas en nuestro país.
El uribismo, valiéndose del control que mantiene sobre varias de las instituciones del Estado, intentó arrebatarle la victoria a la izquierda exigiendo un reconteo en un momento en que no se contaban con las garantías más mínimas, y todo ello alegando un fraude cometido por… las fuerzas políticas que hoy son oposición.
Pese a que el expresidente Uribe con un solo tweet logró presionar al ya cuestionado registrador Alexander Vega, quien declaró a la prensa que solicitaría el reconteo de todos los votos ante el Consejo Electoral. Ante los sólidos argumentos de un amplio grupo de jueces y el rechazo casi unánime de los partidos que se presentaron a la elección del pasado 13 de marzo, el dócil Alexander Vega tuvo que retractarse y no solicitó el conteo que la noche anterior había anunciado con bombos y platillos. Los uribistas cabizbajos tuvieron que retirarse mascullando maldiciones contra Alexander Vega.
De esta forma, a lo que estamos asistiendo los colombianos este 2022, es a un momento político significativo y de expectativas esperanzadoras para nuestro pueblo y para el futuro de Colombia. Pues los hechos que vienen precipitándose desde el 21 de noviembre de 2019 no solamente han implicado la mengua del uribismo y otros sectores de la derecha.
Simultáneamente, el trabajo político de las fuerzas progresistas lideradas por el Pacto Histórico ha creado las condiciones para un ascenso popular que contribuye a limitar los espacios de acción de la derecha.
A raíz de estos hechos el Centro Democrático se sumerge en la incertidumbre porque son conscientes los parlamentarios y sus líderes que el otrora omnipotente Álvaro Uribe ahora se debate entre el desprestigio y las posibilidades de ser condenado a casa por cárcel, lo cual significaría el inicio de la desaparición de su influencia como colectividad política.
Otro hecho que contribuye a la zozobra de la dirección del uribismo es que las ambiciones de algunos parlamentarios están propiciando la división y esta disminuye las posibilidades de determinar el contenido de las normas que apruebe el parlamento.
Para infortunio del Centro Democrático no han caído en la cuenta que el pueblo, harto de la miseria causada por el modelo neoliberal impuesto con violencia por la burguesía, decidió movilizarse contra los que pretenden mantener ese modelo tan expoliador que solo beneficia al capital nacional y al extranjero.
Para bien de ese propósito del pueblo en el espacio político colombiano tanto la Colombia Humana, el Partido Comunista, y la Unión Patriótica tenían el mismo propósito de eliminar el neoliberalismo del país y además coincidieron en el proyecto de aunar esfuerzos para potenciar la acción política y construyeron el Pacto Histórico.
El proyecto del Pacto Histórico se propuso que la acción unitaria tendría como objetivo fundamental elevar el nivel de conciencia del pueblo, potenciar su unidad para poder enfrentar en la palestra electoral a la burguesía que ha detentado el poder por más de 200 años.
La UNO, la UP, Firmes, A Luchar y el Polo Democrático son a la vez precedentes y ejemplos de lucha. Muchos de sus militantes ofrendaron la vida por sus convicciones, y eso no lo debemos olvidar. De estas experiencias debemos aprender que el Pacto debe constituirse en un frente amplio que sea capaz de conducir al pueblo para que por primera vez en la historia de Colombia implante la democracia, recupere la soberanía nacional, elimine la pobreza y contribuya a crear las condiciones de eliminar el cambio climático.
Convirtamos el 13 de marzo en el punto de partida para aunar los esfuerzos de las bases liberales, los comunistas, los conservadores consecuentes, los sin partido y todos los progresistas para que en un sólido haz político derrotemos a quienes han condenado al país a la miseria, a la violencia y el 29 de mayo sepultemos ese pasado negativo del país y empecemos a construir la sociedad democrática, progresista de gran convivencia. ¡En síntesis, convirtamos a Colombia en la potencia mundial de la vida!