El carretazo

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Claudia Flórez Sepulveda

Uno de los hechos más relevantes durante la existencia de la ONU está relacionado con el acuerdo de sus países miembros sobre el derecho de los pueblos a la autodeterminación, y por consiguiente, a que ningún país pueda alterar o generar acciones intervencionistas en sus asuntos internos.

Lastimosamente, con esta decisión, y bajo el discurso de la llamada “cooperación”, el presidente Duque encubre una fase del modelo capitalista que busca darle continuidad al dominio en la región, para la expansión de grandes multinacionales y monopolios ligados a las potencias del globo, que condiciona las políticas económicas y las decisiones de los organismos financieros multilaterales, en detrimento del derecho soberano que tienen los pueblos para definir su futuro.

La creación de Prosur, Foro para el Progreso de América del Sur, más allá de la carreta de ser un escenario de “foro abierto, sin ideologías, sin burocracias, para todos los países de América del sur”, que presuntamente respetará la diversidad, entre otras, despliega la intención de la derecha en la región para condicionar los intereses financieros y políticos, al ritmo que impongan los EE.UU., así como atacar a los países que han construido rumbos alternos, caso Venezuela.

Con la falsa promesa de propender por la democracia, el Prosur pretende trastocar el orden establecido que ha instituido la Revolución bolivariana, impedir el camino de la emancipación y despojar a Venezuela de sus riquezas; intereses ligados a la exacerbada intervención en los asuntos internos y el sabotaje criminal al sistema eléctrico del país, principalmente. Todo esto constituye un ataque directo al derecho soberano de la autodeterminación de los pueblos.

La apuesta de Prosur está ligada a acabar con Unasur, Unión de Naciones Suramericanas, la cual abrió caminos de esperanza por la dignidad y la felicidad de la humanidad, con principios rectores ligados a la democracia, el respeto a la soberanía e inviolabilidad territorial de los Estados, el respeto a los derechos humanos, la paz y la reducción de las asimetrías que se encuentran en la región, cuyo ideario político ha sido la integración y la cooperación para una América unida, que se basa en el multilateralismo contra las pretensiones hegemónicas del imperialismo norteamericano.

Es lamentable que el presidente Duque sea servil a los intereses de Trump, con el fin de fortalecer la influencia de EE.UU. en la región y ampliar el mercado resucitando los TLC, en detrimento de procesos de integración y de unidad regional, como Unasur y la ALBA, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.