La transición de un sexo a otro sigue siendo un tema que socialmente no ha sido entendido ni aceptado. A pesar de haber logrado el reconocimiento de algunos derechos para las personas LGBTI, aún deben enfrentar miles de obstáculos para hacerlos efectivos. Entrevista con Julietta de Beauvoir Arandia
Marcel Guarnizo Prieto
Hasta el día 18 de junio de 2018 la Organización Mundial para la Salud utilizaba la categoría de “disforia de género” para catalogar a las personas con experiencia de vida trans. Este tipo de disforia estaba incluida en el listado de enfermedades mentales, lo cual la ubicaba al mismo nivel de la esquizofrenia. A partir de esa fecha es eliminada del listado de enfermedades mentales y es reasignada como “incongruencia de género”, lo cual significa que sigue siendo interpretada como una enfermedad, pero ya no al nivel de una esquizofrenia.
El tratamiento patológico a las personas con esta experiencia de vida les limita el derecho a decidir sobre su tránsito hacia otro género. VOZ dialogó con Julietta de Beauvoir Arandia, una mujer trans de 27 años de edad, dirigente de procesos LGTBI, comunicadora social y militante de la Juventud Comunista Colombiana, quien se sometió recientemente a la operación de reasignación de sexo y compartió su vivencia.
La experiencia de vida trans
-¿Qué personas son consideradas con una experiencia de vida trans?
-Son aquellas personas cuya identidad de género no concuerda con el género asignado al nacer. Ahora bien, debemos aclarar que el término trans es un término paraguas, pero que encierra tres categorías: Travestis, transgénero o transexuales. Como su nombre lo dice, son personas que transitan de un género a otro.
Travestis son aquellas personas que se visten ocasionalmente del sexo opuesto; transgénero son aquellas personas que asumen la identidad de género contraria a la que le fue asignada al nacer, en ocasiones tienen algunos cambios en su cuerpo, consumen hormonas, pero conservan sus genitales; las personas transexuales son iguales que las personas transgénero, solo que ellas sí modifican sus genitales.
–¿Cómo ha sido tu experiencia personal de tránsito y reconocimiento de tu identidad de género?
-Inicié mi tránsito a los 22 años de edad en la ciudad de Ibagué, donde tenía muchísimas dudas respecto a mi sexualidad e identidad de género. Los tránsitos siguen siendo un tema tabú y la sociedad siempre castiga a todas las personas que se salen de lo normal. En mi caso he tenido privilegios ya que mi militancia, mi academia y la red de personas a mi alrededor me blindan de cualquier tipo de discriminación o segregación. Sin embargo, no todas las personas trans tienen la posibilidad de transitar de una manera más o menos segura.
En mi experiencia trans he pasado por un proceso hormonal durante cinco años, es decir, era una mujer transgénero; en este proceso logré cambiar mi nombre a Julietta y ser reconocida como mujer en mis espacios académicos, laboral y familiar. Sin embargo, no me sentía del todo satisfecha y cómoda con mi cuerpo y después de una larga reflexión tomé la decisión de someterme a la reasignación de sexo, ahora soy una mujer transexual.

Luchando derechos
-Entendiendo que las personas trans encuentran muchas barreras a la hora de acceder y disfrutar plenamente de sus derechos como ciudadanos y ciudadanas, ¿a qué te tuviste que enfrentar para lograr tener la reasignación de sexo?
-Desde mi privilegio de estar cobijada por el sistema de seguridad social en salud, con todo y lo que ello no garantiza, me tuve que enfrentar a un proceso jurídico con la EPS Salud Total. Hace tres años, como parte de un aspecto necesario de reafirmación de mi identidad, solicité a esta EPS una cirugía para el aumento del busto, la cual me negaron porque, según ellos, se trataba de un procedimiento estético.
Esto me obligó a interponer una acción de tutela para que se reestableciera mi derecho a una salud digna y de calidad, la cual salió a mi favor y al calor de la sentencia T-771 de 2013, donde la Corte Constitucional reconoce que las personas trans pueden acceder al derecho a la salud y a cualquier tipo de modificación de sus cuerpos, me gané no solo el aumento del busto, sino también la feminización facial, la feminización de la voz y la reasignación de sexo.
Gracias a la sentencia es posible acceder a la salud porque muchas personas trans no tienen seguridad social y la sentencia permite acceder a todos los derechos quirúrgicos, tratamiento hormonal, etc. ¡Es posible!, aun cuando en muchas ocasiones este tratamiento lo vean como algo estético, sin embargo, para las personas trans este no es un tema estético sino de reafirmación de la identidad.
El sistema de salud ha colocado mil trabas y expresado su inconformidad con todo mi proceso para no garantizar este derecho. No es nada fácil tener que enfrentar jurídicamente al sistema que tiene en sus manos autorizar o no tus procedimientos médicos, mucho menos cuando se trata de profesionales de la salud que tienen el poder de determinar cuándo puedes o si debes o no reafirmar, mediante estos procedimientos, tu identidad de género.
Sin embargo, el pasado 18 de enero tuve mi primer procedimiento quirúrgico, el cual según los médicos salió muy bien, y en los próximos meses me estaré preparando para los otros tres.
Saliendo de la normalidad
-¿Cómo estás viviendo este logro que te permite reafirmar tu identidad como mujer?
-Con mucha alegría, ya que era algo que me causaba inconformidad respecto a mi cuerpo. Me siento mucho más feliz, mucho más segura; aunque esto es un tema personal porque no todas las personas trans deciden hacerse esta operación, pero en mi caso me ha llenado de felicidad. Es un hecho que la operación no elimina todos los problemas de mi vida, pero sí ayuda muchísimo en cómo me siento conmigo y en cómo me veo, ahora puedo usar cualquier tipo de ropa sin sentir miedo, sin rechazarme a mí misma.
-¿Qué mensaje tienes para las personas que están pensando transitar o están en ese proceso de tránsito?
-Tenemos referentes como Brigitte Baptiste, Matilda González, Ofelia Pastrana, entre otras, que permiten mostrar esa variedad de mujeres trans que salen de los espacios a los que la misma sociedad las pretendía condenar, a ser putas o peluqueras. Podemos ser lo que nosotras queramos y desempeñarnos en cualquier esfera de la sociedad. Es posible transitar en Colombia, pero ese transitar debe ser hermanadas, acompañadas, en red, porque es la única forma como vamos a estar seguras, libres y con garantías.
Aún nos falta luchar y conquistar muchos derechos, lo dice una persona que renunció a su privilegio de ser hombre para ser una mujer en un mundo machista y una sociedad patriarcal. Tan solo el año pasado fueron 32 transfeminicidios, es decir, 32 personas fueron asesinadas con odio por su condición de ser mujeres trans; así que el camino es largo, pero como decía Lohana Berkins: “En este mundo de gusanos capitalistas, hay que tener coraje para atreverse a ser una mariposa.”