Múltiples productos culturales han reforzado los estereotipos y normalizado la violencia. Sin embargo, existen lecturas críticas e iniciativas transformadoras que cuestionan su vigencia
Violeta Forero
@Violeta_Forero
El pasado 3 de marzo, el columnista de periódico The New York Times Charles Blow mencionó que algunas caricaturas, como Pepe Le Pew (el zorrillo “romántico”, pero acosador) y Speedy Gonzáles (el ratón chicano astuto pero mañoso), han normalizado la cultura de la violencia y por ende deben ser sacadas de circulación. En la columna, Blow se refiere a la violencia en general haciendo especial énfasis en el racismo, clasismo y las Violencias Basadas en Género, VBG.
Más allá del debate que se ha reabierto gracias a la citada columna, es importante partir de la realidad que las VBG sistemáticamente han estado presentes en la vida cotidiana y han llegado a ser parte de diferentes escenarios construidos en torno a la música, el arte y la televisión, entre otros lugares de producción cultural.
Es innegable que estas referencias (tal y como lo expresa Blow), se han encargado de reforzar estereotipos, sin embargo, los avances que ha construido el movimiento feminista, así como la consciencia adquirida, permite problematizar sobre lo normalizado y así proponer cambios.
El ejemplo de Lisa
Efectivamente el mundo está empezando a mirar su realidad a partir de la óptica que proporciona las gafas violetas, es decir, desde una mirada crítica hacía tipos de violencias que no pueden ser normalizadas ni toleradas. Un claro ejemplo de este cambio se presenta en el capítulo ‘Lisa Vs Stacy Malibu’ de la serie animada Los Simpson.
Lisa Simpson se da cuenta de las frases banales que repite la sensual y estereotipada muñeca Stacy Malibú (parodia de la famosa muñeca Barbie) como “no me preguntes, solo soy una chica” o “vamos a maquillarnos para gustarle a los muchachos”. En una corta pero contundente discusión con su familia, la niña se da cuenta que incluso Marge, su mamá, normaliza el estereotipo de lo que debe ser una mujer en la sociedad. “No puedo creer que se queden callados mientras su hija crece en un mundo donde esto es un individuo modelo”, concluye la niña Simpson.
Lisa entonces tiene la idea de crear su propia muñeca, “Lisa Corazón de León”, con el fin de romper los estereotipos preocupada por sus compañeras, amigas y claro, por la sociedad que la rodea. La frase insignia de la nueva muñeca es “confía en ti misma y podrás lograr todo lo que quieras”. El capítulo concluye con la venta de una sola muñeca, debido a la salvaje competencia que pone en marcha la industria de los juguetes. Derrotada, su última frase es: “si llegamos a una sola niña, todo valió la pena”.
Enseñanzas
A diferencia de lo que propone Blow, la respuesta a esto no debería ser la censura, sino la concientización de los problemas a los que la sociedad se enfrenta a diario, cosa que se puede llegar a hacer por medio de la educación, pues a medida que se miren los programas cuestionados con ojos críticos, la realidad irá imponiendo que sus referencias culturales sean vistas como obsoletas.
Se podría poner, por ejemplo, un aviso estilo “Parental Advisory: Explicit Content” que indique que los programas tienen violencia explícita. Pero no sólo a Pepe Le Pew o a Speedy Gonzáles, sino también a Betty la Fea, a Pucca o al Chavo del 8, pues son programas que reproducen las agresiones machistas, racistas y clasistas, entre otras.
El debate es interesante y que esté sobre la mesa es un gran paso, resultado de las batallas para lograr transformaciones de fondo y no de forma. Que el mundo se esté preguntando, “¿qué estamos consumiendo?”, es un síntoma decidido de cambio.
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