Es de la mayor gravedad declarar como su enemigo a un país que ha mantenido unas relaciones de amistad con nuestro pueblo y nuestros gobiernos
Alberto Acevedo
La reciente gira del presidente Iván Duque por las Naciones Unidas y por varios países de Europa y del Medio Oriente, fue una sucesión de desaciertos y ridiculeces en el manejo de la política exterior colombiana, si es que la Casa de Nariño tiene alguna política exterior, como lo ponen en duda algunos analistas.
Dos anécdotas destacan algunos comentaristas, que ponen en evidencia estas ridiculeces en política internacional. Una, la imagen del presidente tomándose selfis con otros mandatarios de potencias internacionales, buscando dar una imagen de estadista, que está lejos de tener. Otra, la del presidente, su familia y sus amigos, pagando costosísimo alojamiento en hoteles de lujo de Dubái, por cuenta del erario público.
Pero el episodio que rebosa la copa de los desaciertos es el que se produjo en Israel, donde el ministro de Defensa, Diego Molano, asumiendo un rol que no le corresponde, al fijar parámetros de política exterior que corresponden al presidente o a la canciller, dijo al término de una reunión con su homólogo israelí, que Colombia e Israel tienen “dos enemigos comunes”: Hizbolá e Irán, desconociendo que Colombia tiene relaciones con Irán, un país que por cierto siempre ha mantenido respetuosas relaciones con el nuestro y jamás ha representado una amenaza para nuestros intereses.
No esa fábula
En el balance de su visita a Israel, lo que vemos a es a un presidente y a un ministro de Defensa buscando enemigos por el mundo. Y dado que no tienen mayores méritos ni habilidades en el manejo de los asuntos exteriores, Molano sí tiene un mérito: el de revivir a Michín el Gato Bandido, el célebre personaje infantil de Rafael Pombo.
“Michín dijo a su mamá: “Voy a volverme Pateta, y el que a impedirlo se meta en el acto morirá. Ya le he robado a papá daga y pistolas; ya estoy armado y listo; y me voy a robar y matar gente, y nunca más (¡ten presente!) verás a Michín desde hoy”.
Y claro, podría ser un cuento de fábula lo expresado por el presidente y su ministro, si no fuera por las hondas repercusiones que para la política exterior futura de nuestro país representan las declaraciones y los gestos de la comitiva colombiana.
A un escenario de guerra
En primer lugar, es de la mayor gravedad declarar como su “enemigo” a un país que ha mantenido unas relaciones de amistad con nuestro pueblo y nuestros gobiernos. Esto responde a una estrategia anexionista de Israel con sus vecinos, frente a la cual Colombia actúa como cómplice. Y que tiene un fuerte componente militar, que no solo nos puede poner en un escenario de guerra en esa región del mundo, sino también en América Latina al comportar nuevas amenazas contra Venezuela.
Pero hay otros mensajes no menos graves. Uno, que Duque efectúa la visita en Jerusalén, una tierra usurpada al pueblo palestino, y que éste reclama como su capital. La presencia de Duque allí es una manera de avalar la estrategia anexionista y genocida de Israel contra el pueblo palestino. La gira, entonces, ofende la dignidad del pueblo palestino, que también mantiene relaciones diplomáticas respetuosas con Colombia.
Viola el derecho internacional
Al hacer actos simbólicos como inaugurar una sede de Innpulsa en Jerusalén, contradice además la tendencia de muchas naciones y sectores democráticos en el mundo, que promueven una estrategia de veto comercial a Israel por su política de guerra, de exterminio y racista contra el pueblo palestino. Mientras el mundo trata de detener la mano criminal de Israel, Iván Duque abraza al genocida.
Otro aspecto, que merece un juicioso análisis posterior, es el componente militarista de los acuerdos suscritos entre Duque y el gobierno israelí. Los acuerdos amplían la colaboración en materia militar, ciberdefensa, seguridad fronteriza y aeroespacial, así como el intercambio de información de inteligencia estratégica, en la “lucha contra el terrorismo internacional”. Con especial énfasis en la frontera con Venezuela.
Los embajadores de Irán y Palestina en Bogotá reaccionaron frente a las declaraciones de Iván Duque y su ministro Molano. “Abrir oficinas de representación en Jerusalén, independientemente de su naturaleza, es una violación del derecho internacional y una desviación de los estándares básicos y las posiciones internacionales que apoyan la solución de dos estados”, indicó un pronunciamiento del embajador palestino en Bogotá.