“Fidel es un soldado soñador, un ejemplo sin duda para todos nosotros, para todas las generaciones de luchadores del mundo. Fidel está de cara infinita y gigantesca ante la historia y de allí a Fidel no lo sacará nadie. La historia lo ha absuelto”: Hugo Chávez
Harold García-Pacanchique
Fidel Alejandro Castro Ruz, nació el 13 de agosto de 1926, en Birán, antigua provincia de Oriente, en el seno de un matrimonio constituido por Ángel Castro quien provenía de una familia campesina pobre de Galicia, España, y Lina Ruz, de Pinar del Río y que igual que su esposo conservaba su extracción campesina. De esta unión nacieron cuatro hijas y tres hijos, entre ellos él, a quien se le dedican estas páginas y su hermano y camarada Raúl Castro Ruz.
Sus primeros estudios los realizó en la Escuela Pública Rural de Birán, los grados posteriores en los colegios católicos de La Salle y Dolores en Santiago de Cuba, además de su paso por el Colegio Belén de la Compañía de Jesús -los llamados jesuitas- en La Habana, donde concluiría la secundaria con honores en el año de 1945. En esta última se distinguió por ser un excelso estudiante, especialmente en las asignaturas que correspondían a las ciencias humanas y sociales.
Culminados sus estudios secundarios, el joven Fidel decide estudiar Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana, finalizando en el año de 1950. Fue el paso por las aulas de la universidad más importante de la mayor de las Antillas en donde este profundizó el pensamiento crítico y social que por sus años de estudiante secundario y en el seno de su familia ya venían germinando.
Martí y su radicalidad política
Según Fidel, en declaraciones a su biógrafa, la periodista Katiuska Blanco Castiñeira, fue don Ángel Castro quien le inculcó a su hijo los valores patrióticos y redentores del apóstol de la independencia de Cuba José Martí. En su paso por la universidad profundizó sus estudios martianos ya como un dirigente estudiantil demócrata y radical, especialmente en la Federación Estudiantil Universitaria, FEU.
“Yo venía siguiendo una tradición histórica cubana, una gran admiración por nuestros patriotas, por Martí, Céspedes, Gómez, Maceo. Antes de ser marxista fui martiano, sentí una enorme admiración por Martí; pasé por un proceso previo de educación martiana, que me inculqué yo mismo leyendo sus textos. Tenía gran interés por las obras de Martí, por la historia de Cuba, empecé por aquel camino”, cuenta el líder revolucionario.
Dos serán los actos más recordados que el joven Fidel realizará en defensa de los principios patrióticos y democráticos heredados de Martí -figura de la cual el mismo se atribuye como su principal ejemplo político- antes del heroico asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. En estos se ubican las álgidas protestas realizadas por la FEU lideradas por Fidel Castro, Alfredo Guevara, Lionel Soto y Baudilio Castellanos, quienes al frente de la Embajada de los Estados Unidos protestaban por la oprobiosa acción y afrenta de los marines Richard Choinsgy, George Jacob Wargner y el sargento Herbert Dave White, quienes alcoholizados al llegar al Parque Central de La Habana, le realizaron a José Martí, al trepar su estatua en una competencia desafortunada, causando con ello un fuerte repudio entre los habaneros que por este lugar circundaban aquel 11 de marzo de 1949.
Se suma la movilización popular que se realizó el 28 de enero de 1953, cuando las calles de La Habana se colmaron de estudiantes, trabajadores y jóvenes que en repudio a la dictadura de Fulgencio Batista instaurada por los militares golpistas y en homenaje al centenario del nacimiento del apóstol de la independencia cubana, José Martí, llevaron un grito de rebeldía a cuestas que terminó con el acto simbólico de la incineración de la constitución política de 1940.
Las acciones anteriormente enunciadas llevaron a Fidel a construir sobre la figura de Martí un baluarte de los pilares fundamentales de la tradición revolucionaria de los y las cubanas. Es por ello que durante el alegato de su defensa tras la captura a la que él y sus compañeros fueron conducidos posterior a la fallida operación de asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Fidel dijo ante las autoridades judiciales de Santiago de Cuba: “Porque soy cubano que desea el bien de todos y no el de un grupo, porque queremos una patria con todos y para el bien de todos eduqué mi mente en el pensamiento martiano que predica el amor y no odio y es el Apóstol el guía de mi vida”.
Marx y Lenin guías de su pensamiento
De Fidel y sus inclinaciones por el marxismo y el leninismo se ha dicho mucho, quizá por las interpretaciones descontextualizadas que se hacen de la famosa entrevista del 19 de abril de 1959, donde este exclamaba «El pueblo de Cuba sabe que el gobierno revolucionario no es comunista», lo cual para dicho momento era cierto puesto que en el naciente proceso emergía un ejercicio acelerado de reformas que le permitieran a la revolución cubana consolidar la construcción de un gobierno socialista y el cual se ha venido profundizando desde aquel 16 de abril de 1961, cuando el líder de la revolución declarará el carácter socialista del proceso en curso.
Ante estas falsas apreciaciones desplegadas por el mundo, por académicos serviles al Pentágono y consorcios comunicativos disociadores de la realidad, el propio Fidel diría en una la larga entrevista concedida a su biógrafa Katiuska Blanco, en el libro El guerrillero del tiempo, cuáles fueron las inclinaciones teóricas que lo inspiraron a iniciar la revolución incluso antes del asalto al Cuartel Moncada:
“Bolívar en su época fue revolucionario, y Martí también. Pero en nuestra época yo no podría serlo con las ideas de Bolívar o con las de Martí o de Maceo porque eran las ideas que correspondían a otra etapa histórica (…) Pero cosa curiosa, empecé a tener un pensamiento de mi propia cosecha: socialista y comunista, cuando me puse a estudiar más en serio la economía, los libros de economía política. Fue a finales de 1947 —más o menos—, viendo algunas cosas, pero empecé con más seriedad en 1948. Es decir, a la vuelta de El Bogotazo, cuando me dediqué en serio a estudiar”.
Este estudio hizo que Fidel se dedicara a una rigurosa lectura de las obras de Marx, Engels y Lenin, pues junto a sus compañeros más cercanos en los que se encontraban, Abel Santamaría, Montané y Ñico, se prepararían en círculos de estudio permanente sobre marxismo y leninismo incluso en la antesala del primer golpe de la gesta revolucionaria.
“Cuando se produjo el ataque al Moncada, el Ejército ocupó una serie de libros de Marx, Engels y Lenin, sobre todo, muchos de Lenin. Sus escritos esenciales, los que figuraban en los volúmenes de Obras Escogidas en dos tomos, los habíamos estudiado; El imperialismo, fase superior del capitalismo. Había otro muy de moda: ¿Qué hacer?”, recuerda el comandante.
Allí se encuentran elementos que no solo desvirtúan dichas acusaciones de oportunismo o falsedad ideológica con las que suelen analizar la radicalización del proceso cubano, el cual nació siendo como ya vimos ideológicamente martiano, marxista y leninista y que en la configuración de las conquistas revolucionarias se fue radicalizando a lo cubano y con sus propios desarrollos, asumiendo el marxismo y el leninismo como guía y método de análisis para interpretar la realidad, alejados de fórmulas antidialécticas y ortodoxas.
En palabras del propio Fidel: “Esta es una doctrina revolucionaria y dialéctica, no una doctrina filosófica; es una guía para la acción revolucionaria, y no un dogma. Pretender enmarcar en especies de catecismos el marxismo, es antimarxista”.