Jaime Cedano Roldán
@Cedano85
Gioconda Beli escribió “El país bajo mi piel”, un libro revelador y polémico, que nos habla de sus experiencias como mujer, madre, intelectual y militante en una Revolución, con todas sus pasiones, egoísmos y lealtades que ella vivió en la insurgente Nicaragua sandinista.
El libro, sobre todo su título, nos viene a la cabeza pensando en Álvaro Uribe y el decir generalizado de que tiene el país en sus bolsillos y que quizás pudiera escribir un libro titulado, “El país en mis bolsillos”. Y en detención domiciliaria tendría tiempo y comodidades para hacerlo.
Uribe es la única persona sub judice en el mundo detenida en una prisión de 1.500 hectáreas de verdes y hermosos pastos, montañas, ríos, piscinas, caballerizas, con 300 cuidanderos/escoltas, además de mucamas, cocineros, pajes, mayordomos, capataces, canales de televisión y emisoras de radio a su permanente servicio, y un batallón de abogados para armarle montajes, chantajes, amenazas, vendettas y enredos jurídicos a sus adversarios y a sus acusadores.
Pero como en el poema de Pablo Neruda a Laureano Gómez, en la inmensidad del Ubérrimo, Uribe es un “sátrapa triste, un rey advenedizo, un decadente emperador de cuarto piso, antes de tiempo y sin cesar pagado”. Pero hay que decirlo, Uribe está encerrado, pero aún no está derrotado, y es un vehemente guerrero. Taimado y oportunista, ladino, traidor y retrechero, pero un guerrero duro de vencer que morirá matando.
En su dorado encierro controla buena parte del Estado colombiano. Tiene presidente a su servicio, Consejo Nacional Electoral, Defensoría del Pueblo y Contraloría. Al incondicional Fiscal General y a las mayorías del congreso y ha colocado a quien será en pocos meses la Procuradora General. ¡Tiene el país en sus bolsillos!
Vive Álvaro Uribe entre la rabia infinita y la burlona alegría. Así sea en su paraíso, está encerrado, y está sub judice, tiene que responder ante los jueces, tiene que explicar, e intentar demostrar su inocencia, y a su vez sigue moviendo fichas políticas importantes, es determinante, decisivo. Pero él sabe que el que mucho abarca poco aprieta, y ha pretendido abarcarlo todo. Además, el tiempo se le está acabando. Tiene ahora el control de casi todo, pero ya no el de la gente, sobre todo el de las nuevas generaciones que empiezan a imaginarse un nuevo país en el que ya no cabe Uribe.
Por eso vuelve Neruda a retratarlo. “Administras las tumbas del pasado, y hechizado aprovechas el hechizo, en el agusanado paraíso donde llega el soberbio derrotado”. Estamos asistiendo al fin de la existencia de un imperio, y por ello los hijos saltan en defensa de la dinastía y la heráldica. De un proyecto que un exfiscal general señalara que es la culminación del proyecto paramilitar y otros arguyen que es la realización del sueño de poder de Pablo Escobar.
Antes de los nuevos tiempos, los demonios de ese viejo mundo que se niega a morir invocarán tormentas, sangre, venganzas y tragedias.
Por eso nos aferramos al parto necesario de lo nuevo, de esa Colombia joven y rebelde, diversa y plural como la del 21N, que encerrada por la pandemia se ha volcado en las redes y ha protagonizado una hermosa jornada en la tarde/noche de este 30A, y que puede ser susceptible al Pacto Histórico, si se aprende a entender de su pluralidad, diversidad y sus maneras.
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