A 90 años de la proclamación de la Segunda República Española y de los 100 años del Partido Comunista de España, los pueblos del mundo destacan esta experiencia histórica cuyas enseñanzas siguen vigentes en la lucha contra el fascismo
Sebastián Forero
@Seb_AlfRed
En vísperas de la conmemoración del 90 aniversario de la proclamación de la II República Española, es preciso recordar y reivindicar una de las experiencias históricas de mayor relevancia para el campo popular y revolucionario en el mundo. En ella, se concentran de forma genuina buena parte de las vicisitudes que afrontan las fuerzas sociales y sus organizaciones en la lucha por una transformación profunda de una sociedad desigual llena de injusticias.
Una de las luchas más evidentes tanto en aquellos tiempos como hoy, es la que comunistas y revolucionarios de todas las corrientes hemos dado por una democracia plena, que garantice la participación popular y el protagonismo de las grandes masas excluidas en el ejercicio de sus derechos, así como de la justicia social que permita conquistar una vida digna.
Es así, como la II República, a pesar de que sus alas fueran cortadas cuando apenas insurgía en medio de duras turbulencias internas a manos del fascismo tras la sublevación militar y la derrota en la guerra, sigue ofreciéndonos muchas enseñanzas para seguir luchando por la democracia ante el escenario complejo de América Latina y Colombia.
Un breve repaso histórico
La II República fue proclamada el 14 de abril del año 1931, tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, quién desde 1923 tras un golpe militar sustituyó un régimen liberal parlamentario por un régimen militar corporativista. En 1930 la dictadura cae por su falta de legitimidad, por la inestabilidad política y la perdida del apoyo de sectores fundamentales para su sostenimiento como la burguesía, la iglesia e incluso el mismo rey que descarta a Primo de Rivera para nombrar otro jefe de gobierno.
Así las cosas, el 12 de abril de 1931 se realizaron los comicios municipales tras el fin del régimen militar, en los cuales, si bien los partidos monárquicos tuvieron un apoyo importante en los municipios pequeños, lo cual les dio un elevado número de concejales; los partidos socialistas y republicanos arrasaron obteniendo 40 de 50 alcaldías de las capitales de provincia, lo cual fue el reflejo de una contundente victoria republicana, interpretada tanto por republicanos como monárquicos como el nacimiento de una nueva era republicana.
Un partido que se abría paso
Por esos tiempos, el Partido Comunista de España, PCE, volvía a la legalidad, de la cual poco conocía desde su nacimiento que se da en el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera. Surgido hace 100 años a partir de una escisión de la juventud y de sectores que respaldaban la revolución bolchevique en el seno del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, el PCE contaba apenas con un concejal en Málaga, ninguna representación parlamentaria y unos cuantos miles de militantes en todo el país tras la proclamación de la república.
En principio el PCE tenía posiciones ultraizquierdistas, concebía el orden republicano como un engaño a la clase trabajadora, y abogaba por la instauración de una república socialista inspirada en la Revolución de Octubre. Pero su proceso de maduración fue rápido y poco a poco al calor del combate se fue despojando de las interpretaciones que en su sectarismo le habían alejado de la unidad y de la sociedad española en sí, en especial cuando a la cabeza de la organización son designados José Díaz, Dolores Ibarruri Pasionaria, Jesús Hernández, entre otros cuadros.
El bienio negro: la derecha clerical-fascista en el gobierno
Las elecciones de 1933 fueron un grave golpe para los sectores republicanos y revolucionarios que llegaron divididos a la contienda. Los partidos monárquicos se habían hecho con la mayoría de los votos, lo que significaba una verdadera amenaza ante la frecuente reticencia de estos sectores a la institucionalidad republicana y su abierta veneración del corporativismo parlamentario.
Recordemos también, que en este año había llegado al poder en Alemania Adolfo Hitler, también habría sido aplastada la municipalidad socialista de Viena y la aparición de las Ligas Fascistas en Francia, lo cual dejaba ver el crecimiento del fascismo en Europa y los riesgos que existían en España de caminar en esa dirección.
El Partido orientó a su militancia empezar a formar parte de las Alianzas Obreras y Campesinas, iniciativa del PSOE para consolidar una base organizativa en la clase obrera de cara al peligroso avance del fascismo en el gobierno.
El PCE, que en un inicio vio con recelo esta iniciativa al no ver en las alianzas una perspectiva de poder claro, decidió a finales de 1934 ingresar orgánicamente a las alianzas, sobre lo cual José Díaz afirmó posteriormente: “Por eso ingresamos en las Alianzas Obreras, aún a sabiendas de que no eran la expresión acabada y consecuente del Frente Único. Ingresamos en ellas, para transformarlas en verdaderas organizaciones de frente único de los obreros y campesinos”.
En este sentido, el PCE consideraba que las Alianzas Obreras y Campesinas deberían jugar el rol que desempeñaron los soviets en la revolución bolchevique, en lo cual radicó su empeño por dotarlas de una perspectiva no solo antifascista sino de perspectiva de poder para avanzar en el proceso revolucionario, organizando el Frente Único del proletariado.
El 3 de octubre de 1934, la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, el sector más reaccionario y fascista ingresa a formar parte del gobierno derechista, lo que implicó el estado de alerta general del PCE y de las fuerzas revolucionarias. Ante ello, se desencadenaría el movimiento de respuesta de las alianzas por la vía de la huelga general y la insurrección popular, que tan solo en Asturias lograría obtener resultados positivos tomando el poder por 15 días.
A pesar de la dura derrota, las enseñanzas de lucha en Asturias fueron contundentes sobre el papel de la unidad, “mas no debemos olvidar que allí nuestros hermanos, nuestros héroes, lucharon unidos y por eso triunfaron; comunistas, socialistas y anarquistas lucharon confundidos, hombro con hombro”, afirmó José Díaz frente a estos hechos. Por ello, el camino hacia el Frente Popular fue la táctica sobre la cual el Partido alcanzaría su mayor influencia y capacidad organizativa en los próximos años.
El Frente Popular Antifascista y un PCE vertebrándose en las masas
El Partido asumiendo la responsabilidad de la insurrección de octubre, logró el reconocimiento de múltiples sectores de la clase obrera, asumiendo la necesidad de reagrupar fuerzas inició una campaña por la unidad llamando al conjunto de partidos políticos de izquierda y a las grandes organizaciones obreras como la UGT, CNT, entre otras. Así mismo se convocó a la creación de los Comités contra la Guerra y el Fascismo, donde tendrían una relevancia enorme las mujeres, que ya se habían empezado a organizar tras el congreso fundacional del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, o más conocido como el Movimiento de Mujeres Antifascistas, posteriormente ilegalizado.
De otro lado, a inicios del 36 empezaría la lucha por la conformación de un bloque de izquierdas antifascista que pudiera recuperar el gobierno, cuyas dificultades no eran pocas dadas las tensiones internas que afrontaba el PSOE entre sus distintas corrientes. Después de ello vendría la definición de candidaturas, que lidiando con el sectarismo contra el PCE logró mayor o menor dificultad la aprobación de un grupo candidaturas comunistas, en total 21, de las cuales se esperaba obtener al menos la mitad.
En este contexto, su protagonismo en la construcción de alianzas y su iniciativa política le llevó a ocupar un lugar cada vez más importante dentro de las masas obreras y campesinas de España. Esto fue llevándole a que su militancia creciera de forma inusitada antes de que se desatara la guerra.
A inicios del 36 el Partido contaba con no menos de 80.000 militantes entre Partido y juventud, cifra que iría creciendo aún más en medio de un proceso en el que el PCE se convertía en el referente más claro de la perspectiva revolucionaria en ese entonces. Para su propia sorpresa, de 21 candidaturas el partido se hizo con 17 de estas, representaba el 3,5% de los votos y lograba así constituir una minoría parlamentaria comunista que generaba grandes expectativas.
El fascismo al acecho y la lucha popular a la ofensiva
Las balas falangistas no dejaban de disparar a los dirigentes revolucionarios con sicarios buscando amilanar las fuerzas revolucionarias decididas a hacer cumplir las reformas planteadas por el bloque popular. El gobierno de Azaña se veía forzado al cumplimiento de las medidas de manera irrestricta por la presión popular creciente, en un clima de radicalización a punto de desbordarse. De un lado, se encontraban los socialistas de izquierda, que consideraban agotado el Frente Popular, y de otro, los anarquistas que apostaban por una salida por la vía violenta.
El PCE, en medio de un ambiente de altísima conflictividad asumió el reto de conservar unidas las fuerzas del Frente Popular y respaldar al gobierno republicano frente a la amenaza fascista, presionando el cumplimiento del programa que trajera estabilidad al país en medio de una muy grave situación económica y restableciendo las medidas sociales abolidas por el Bienio Negro.
El PCE forjó el camino hacia el partido único del proletariado
Uno de los hechos más relevantes de este periodo fue la búsqueda de conformar un partido único del proletariado en España, ejemplo de esta apuesta decidida fue la fusión de dos organizaciones juveniles muy importantes, la Juventud Comunista con 50.680 miembros y la Juventud Socialista que contaba con 65.000 integrantes, conformando la Juventud Socialista Unificada (JSU).
El Partido tenía para ese entonces un total de 83.967 afiliados y apostaba a alcanzar la cifra de 100.000 al llegar a su V Congreso, sin embargo, su apuesta definitiva era la del partido único, objetivo sobre el cual tuvo grandes avances con los sectores más avanzados del PSOE liderados por Largo Caballero, en miras a separarle los sectores más reaccionarios y moderados del mismo. Asimismo, no sobra resaltar que el Partido fue arquitecto de la unidad en el plano de las organizaciones obreras logrando impulsar la unificación de la modesta CGTU y de la UGT consolidando una enorme central sindical.
Lecciones de una rica historia para la lucha de nuestros pueblos
A 90 años de la proclamación de la II República Española y de los 100 años que cumple el PCE, hay que reconocer la prolífica experiencia histórica que representan para los pueblos del mundo. El proceso en el cual un pequeño Partido carente de contacto con las masas y estrecho en sus posturas ideológicas da un salto inédito a convertirse en muy pocos años en uno de los referentes más importantes de las fuerzas revolucionarias, sino el más importante de su época, influyendo enormemente en las masas obreras y campesinas; es un reflejo de su capacidad táctica y estratégica, de adaptarse adecuadamente al movimiento real de los acontecimientos políticos y sociales, de la comprensión de las fuerzas que convergen en la lucha, de asumir autocríticamente los errores y avanzar rápidamente en la constitución de un bloque de fuerzas que articulara la lucha popular, la lucha antifascista y la lucha electoral con contundentes resultados.
Tanto en el 36 en España como en nuestros días, las fuerzas reaccionarias del fascismo buscan aniquilar los procesos políticos y organizativos que han decidido confrontar al capital, para construir una sociedad distinta, justa y realmente democrática. Desde VOX en España hasta el golpe de Estado en Bolivia, pasando por el paramilitarismo que azota campos y ciudades en Colombia con la venia del poder político, hasta la amenaza de Alternativa por Alemania en el país germano, el fascismo está al acecho para socavar la lucha popular con el terror y la violencia en pleno siglo XXI.
Seguir levantando las banderas de la unidad frente al fascismo y por la democracia, tal como bajo el liderazgo del las y los camaradas del PCE lo hicieron con heroísmo y combatividad en defensa de la II República, está a la orden del día. El modelo neoliberal se resiste en su agónico perecer y consolida algunas posiciones a través de toda clase de maniobras en América Latina como se acaba de presentar en Ecuador, para barrer del todo con los avances sociales y económicos de la Revolución Ciudadana.
Por ello en el Pacto Histórico, es necesario trascender el individualismo y el electoralismo como su ejercicio fundamental y aportar en la constitución del Bloque Histórico de fuerzas sociales y políticas democráticas, populares y revolucionarias para derrotar a la extrema derecha uribista, como única alternativa para garantizar la paz y los cambios democráticos que enruten el país hacia la justicia social.
Como comunistas, entendemos a propósito de la combinación de todas las formas de lucha de masas, tan sonada recientemente, que solo articulando en la praxis las distintas luchas del pueblo colombiano se pueden obtener victorias contundentes y profundas a largo plazo.

Bibliografía:
Díaz José, “Discursos para la Unidad Popular junio 1935-febrero 1936”. Fundación de Investigaciones Marxistas- FIM. Disponible en: http://www.fim.org.es/media/2/2212.pdf
Erice Sebares, Francisco, De los Orígenes a la Lucha Guerrillera, Partido Comunista de España. Disponible en: https://pce.es/media/uploads/2021/03/22/82f60651a94c4776827c6a4208c194da.pdf
Erice, Francisco. “Recuerdos, testimonios y experiencias militantes de los años republicanos”. Sección de Historia de la FIM. Disponible en: https://www.mundoobrero.es/media/pdf/20210213_doc_n15_testimonios.pdf
Fernando Hernández Sánchez, El Partido Comunista de España en la Segunda República. Disponible en: http://journals.openedition.org/bhce/684
Si te gustó este artículo y quieres apoyar al semanario VOZ, te contamos que ya está disponible la tienda virtual donde podrás suscribirte a la versión online del periódico.