
El confinamiento masivo le está dando un respiro a la naturaleza. Sin embargo, no todo es color de rosa
Violeta Forero
@Violeta_Forero
Las medidas adoptadas por los respectivos mandatarios a nivel mundial para evitar la propagación del coronavirus, han permitido que la flora y la fauna tengan un protagonismo casi inmediato. En Barcelona, por ejemplo, las diferentes cámaras de seguridad y de alguno que otro transeúnte han captado a jabalíes recorriendo las calles sin problema alguno. En Chile el 24 de marzo fue reportado un puma caminando tranquilamente por las avenidas y en Colombia, después de varios años, se detectaron zorros y osos que vagaban en zonas residenciales en el altiplano cundiboyacense. Los animales han aprovechado la soledad de las calles para transitar sin ningún tipo de miedo ni peligro de ser maltratados ni espantados por la bulla o amenaza que constantemente transmite el ser humano.
En medio de la felicidad que transmite el respiro que los seres humanos le están dando al planeta, se debe tener en cuenta que la calidad del aire es muy susceptible, eso es algo bueno porque se mejora en poco tiempo, pero cuando se acabe la cuarentena, las fábricas van a volver a producir y las máquinas a funcionar y en poco tiempo el aire y la capa de ozono probablemente alcanzarán de nuevo los mismos niveles de contaminación que antes o incluso peores.
La calidad del aire
“Muchas veces creemos que el problema de la contaminación es por el número de personas que habitamos el mundo, pero esto no es tan cierto, es más por la relación que nosotros tenemos con el medio ambiente, con la naturaleza; por ejemplo, en Bogotá la calidad del aire en esta cuarentena ha mejorado mucho, pero aún se están dando incendios forestales que no han dejado que el aire se limpie del todo”, le dijo al semanario VOZ Simón Ramírez, estudiante de biología de la Universidad Javeriana.
Dichos incendios tienen dos causas principales, la primera es el mal manejo de los suelos, es decir, la plantación inconsciente, la mezcla de especies no aptas para el lugar e incluso la explotación de la naturaleza. Por ejemplo, en 2019 el Distrito aseguró que había plantado más de 16 mil árboles en siete días, pero una gran cantidad no eran nativos, lo que quiere decir que no tienen cierto grado de congeneidad con el suelo, haciendo que no sean aptas para su plantación, obteniendo como consecuencia principal que los suelos se vuelvan porosos y se concentre el calor haciendo que el agua se seque muy rápido y se incendie fácil.
Y la segunda son los incendios provocados por los seres humanos. Por ejemplo, a finales de febrero de este año, la Serranía de La Macarena se prendió en llamas en una conflictividad social compleja que oscila entre fenómenos de deforestación dirigidos por grandes latifundistas, política contrainsurgente contra comunidades campesinas y colonos, y agudización del conflicto armado. Esta trágica escena, que parece de una película de terror es más normal de lo que parece.
30 años atrás
A finales del año pasado hubo un paro nacional acompañado de varias marchas cuyas consignas principales eran pedir salud y educación. Hoy en día, sin saber lo que pasaría, el mundo entero ha adoptado esas consignas como suyas, dándose cuenta de que esos dos derechos deberían ser eso, un derecho y no un beneficio. “En cuanto a la responsabilidad social de las empresas, es muy importante hacer investigación científica aplicada para reducir los costos ambientales y llegar a un mismo resultado sin tener que realizar procesos contaminantes, por ejemplo, para la realización de los cueros que se hacen con hongos no se tiene que matar animales y además se juega como una alternativa para descontaminar un poco el planeta, disminuyendo los gases de metano que son en su mayoría producidos por las vacas”, aseguró Simón Ramírez.
Varias ciudades que han pasado por procesos de aislamiento y confinamiento por el coronavirus dejaron de reciclar, pues las cifras han denotado que la contaminación ambiental y el daño de la capa de ozono ha disminuido alrededor de 30 años en estos días.
Contaminación sanitaria
Ahora bien, después de toda esta pandemia, de los fuertes reclamos que se están escuchando y sintiendo por parte de la naturaleza, llega otra etapa a la que, sin duda, va a estar enfrentado el mundo entero. Si bien el uso del tapabocas y los guantes ha sido solicitado por las diferentes unidades de salud, los utensilios que se están usando en este momento son desechables, lo que conlleva un peligro tanto medioambiental como sanitario.
Los tapabocas y los guantes que se están usando en este momento son desechables, eso implica un peligro tanto medioambiental como sanitario. Se recomienda que el tapabocas que se utilice sea hecho a base de algodón, pues es más fácil mojarlos y que se descompongan sin causar mayor peligro para el medio ambiente. Pero el resto de los tapabocas representan un peligro pues, usualmente los utensilios que se usan en los laboratorios y centros médicos, no se pueden botar en las canecas normales, todo debe tener su espacio. Hay algunos materiales que se deben quemar, otros enterrar y otros se pueden reutilizar. Por otro lado, los tapabocas sintéticos pueden causar problemas de contaminación extrema.
En cuanto a problemas sanitarios, en los utensilios que se utilizan quedan atrapadas bacterias, hongos y virus que pueden llegar a mutar, contaminando fuentes de agua, suelos. Lo ideal entonces es utilizar tapabocas que se puedan lavar, preferiblemente con agua caliente y volver a utilizar.
Si no se tiene acceso a este método, lo ideal entonces es dejarlos todos en un lugar seguro, en una bolsa, preferiblemente roja y aislada de los espacios que más higiene deben tener como la cocina y las habitaciones, para después sacarlos. Lo ideal es llevarlos a lugares especializados donde les dan un tratamiento adecuado o por lo menos marcar las bolsas para que los responsables de recoger los desechos sepan que se trata de materiales infectados.
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