La basura y sus dos modelos
Miguel Camacho
@miguelcamacho91
Pilas con lo que bota y en dónde lo bota, porque esa basura hace la diferencia para muchos. Por años hemos tenido la concepción de que la basura no sirve para nada, pero este elemento que a muchos les estorba en los bolsillos de sus chaquetas, en sus oficinas o en sus casas es apreciado por recicladores y recicladoras que viven del material recuperable y también por oligopolios que hacen de los desperdicios de millones de ciudadanos su fortuna.
Pero vamos por partes. Las cifras son importantes y hay que darlas. El 43 por ciento del material que recibe a diario el relleno sanitario Doña Juana, 2.580 toneladas aproximadamente, es reciclable y se estima que mil millones de pesos se entierran a diario; dinero con el que nos ahorraríamos gran parte de la tarifa de aseo en la factura que pagamos los bogotanos (que ya de hecho es bastante costosa para los sectores populares).
Reducir, reciclar, reutilizar y reconocer la labor de los recicladores; ese sería el mundo ideal, pero estamos en Colombia. Los recicladores hoy en día y no solo en la capital del país, viven en condiciones lamentables. Su valor civil es inversamente proporcional al heroísmo de estos seres que día a día aportan su granito de arena para salvar el planeta. Son, sin lugar a dudas, ciudadanos ejemplares.
Con la actual alcaldía de Bogotá, que expertos medioambientales llaman desastrosa administración, su trabajo se complicará aún más. Ahora la administración del bachiller Enrique Peñalosa no les pagará directamente a los recicladores, sino que lo hará solo a las empresas legalmente constituidas y el dinero para pagarles saldrá del bolsillo de todos los habitantes de la capital. Cambiando el modelo de negocio que se venía afianzando desde la administración anterior, y que le daba un impulso de dignidad al trabajo recolector y sobre todo, ponía a los trabajadores del sector como estratégicos en la política de aseo y medio ambiental de Bogotá.
Obvio, el modelo de negocio cambia porque no es lo mismo para Peñalosa un reciclador privado, que echarle la mano a sus amigos no recicladores que ya descubrieron una nueva negociación. Decía Aída Avella desde el balcón del Palacio Liévano, hace unos años, “los ricos hacen negocio hasta con la basura de los pobres”. Las grandes empresas recolectoras de basura, como la de los amigos y aliados políticos de Vargas Lleras, como William Vélez, dueño de la empresa Atesa, saben que el negocio de enterrar basura es bueno y cuentan con el respaldo de Peñalosa, al no querer cambiar el modelo de recolección de basuras y no respaldar con política pública, capacitación y empoderamiento empresarial a los recicladores y recicladoras de Bogotá.
La tragedia ambiental y social que padecen nuestros vecinos de Usme y Ciudad Bolívar por culpa del botadero de basuras es monumental y todos podemos aportar, desde nuestras casas y nuestra conciencia, para hacer del reciclaje un símbolo de resistencia y de esperanza ambiental.
La basura es un gran negocio, si no preguntémosle a Tomás y a Jerónimo Uribe por Ecoeficiencia S.A, por eso vemos bolsas de basura en la calle contramarcadas por cada operador de aseo con la leyenda “propiedad de…”. Así que antes de botar un papel o una botella, pensemos en a quién queremos apoyar, si al gran empresario empecinado en acabar con el mundo por su capital apetito o al reciclador de oficio, microempresario y protector del planeta.