Simón Palacio
@Simonhablando
El mundo del fútbol no deja de ser ajeno a la política. Futbolistas que se matriculan en causas sociales, sindicatos de jugadores profesionales que se oponen a las políticas mercantiles del negocio alrededor del deporte más popular del mundo e hinchadas que asumen batallas ideológicas ligadas a los movimientos sociales, en fin, diversas expresiones políticas alrededor de la pelota. Lo más reciente es el caso de Brasil.
El primer domingo de prisión el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, recibió un café y tostadas a las 6:45 de la mañana, hora en que los presos de ese país desayunan.
Lula es injustamente detenido después de un montaje de la justicia brasilera a manos de la derecha de ese país, para evitar que el líder más importante de Brasil asuma la presidencia. Aislado de cualquier preso, y con solo dos horas de sol al día, ese domingo pudo ver el partido que su equipo del alma, el Timao como llaman a Corinthians, disputaba contra un encopetado rival, Palmeiras, la copa paulista.
El Timao es el equipo más popular de Brasil. Tienen millones de hinchas, fue fundado en 1910 por 14 obreros, iguales que el expresidente. Por Corinthians han pasado jugadores campeones del mundo, pero la figura más reconocida ha sido Sócrates, el médico futbolista que se declaró rebelde con una surda de crack. “No soy un atleta. Soy un artista del fútbol”.
Cuenta la policía que custodia a Lula, que se sentó frete al televisor y disfrutó de su equipo como si estuviera en la calle. La pasión del fútbol es una bocanada de libertad.
Sintió que el respaldo de los jugadores de su Corinthians del alma fuera el respaldo de su pueblo, que lo mantiene en la contienda electoral por la presidencia del Brasil en la primera opción y que lo sigue respaldando ante la evidente treta jurídica en su contra.
Ese partido de Timao, al igual que la disputa política que viene dando Lula, fue adversa. En el partido de ida de la final, en su propia casa el equipo de la camiseta blanca y negra perdió por un gol de un colombiano al servicio de Palmeiras, Miguel Borja, el exmiembro del Nacional luego de pescar un balón en el área, celebró ante la parcialidad negra.
Ya en el partido de vuelta, el Corinthians con menos posibilidades de ganar el torneo paulista, remontó el marcador del partido de ida y con anotación de Mateus Vital obligó a desempatar el cruce por lanzamientos desde el punto penal en donde Corinthias derrotó 4 por 3 al Palmeiras y dio la vuelta olímpica en su estadio, de nuevo con la pancarta Fuerza Lula.
La imagen dio la vuelta al mundo y es el mejor reflejo del lazo indisoluble del pueblo brasilero con el exsindicalista y mejor presidente del gigante suramericano. En un reciente reportaje del periódico Página 12 de Argentina, traen a colación la entrevista dada por el reportero gráfico Ricardo Stuckert, quien acompañó a Lula en la presidencia y hoy se encuentra al servicio de la Federación Brasilera de Fútbol retratando a las principales figuras del balompié mundial con la casaca amarilla. Stuckert contó en una entrevista que concedió cuando ya no era el fotógrafo presidencial y trabajaba para la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF): “Lula era una pasión nacional. Adonde íbamos con él, todo el mundo quería agarrarle, verlo. Con la selección no es diferente, aunque tiene veintidós jugadores”.
En un video difundido por la prensa brasilera el abogado del expresidente dijo “Estaba bastante feliz por la victoria de ayer del Corinthians”. El pueblo brasilero respalda a Lula, que a medida que se acerca la hora de las elecciones sigue siendo el virtual presidente, aunque su realidad sea la de una celda en Curitiba, intentando que el pueblo brasilero no siga por el camino de trasformaciones sociales, de la mano de Lula. Gracias fútbol por regalarnos sonrisas de libertad.