El tortuoso camino de la recuperación económica en Bogotá

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El DANE reportó 20,4% de desempleo femenino en la ciudad. Foto David, en Flickr

Incremento del desempleo, ampliación de las brechas laborales, violencia intrafamiliar y aumento de las tareas del cuidado son algunos de los impactos de la crisis del Covid-19 en las mujeres. Radiografía de una ciudad poco inclusiva y sin garantías

Heidy Sánchez – Concejala de Bogotá
@Heidy_UP

Recientemente el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, ha publicado varios informes respecto a las condiciones del mercado laboral, además de la Encuesta Pulso Social relacionada con el impacto de la situación generada por el covid-19 en la sociedad.

Entre los resultados se demuestra que Bogotá en el mes de enero de 2020 presentó una tasa de ocupación del 54,9% y una tasa de desempleo de 17,6%; lo anterior, según el sexo, registra en las mujeres el 20,4% y en los hombres el 15,2% como indicadores de desocupación.

Sumado a esto, la encuesta identificó que la percepción de la ciudadanía bogotana, en cuanto a la situación económica de su hogar con respecto a enero de 2020, en un 64,8% considera que es peor o mucho peor; un 76,81% indica no tener posibilidades de comprar ropa, zapatos, alimentos, etc.; y un 66,8% señala no poder ahorrar. Por otro lado, el 85,5% indicó consumir en promedio tres comidas al día antes de pandemia y ahora solo el 62,9% lo hace, por lo que se evidencia que un gran porcentaje de la población que vive en la ciudad vio desmejoradas sus condiciones económicas.

En Bogotá, el 52,2% de la población son mujeres, quienes resultaron en mayor medida afectadas por los impactos de la pandemia del covid-19. Esto se evidencia en la ampliación de las brechas laborales, el incremento del desempleo, la exposición a la violencia intrafamiliar producto de la dependencia económica, el aumento de las tareas del cuidado, entre otras. Además, las mujeres representan más del 50% de la informalidad en Bogotá que, para diciembre del año 2020, registró un 42,2% de la población ocupada bajo este modelo de precarización.

Una economía informal

El sector informal fue uno de los más golpeados por la pandemia. Según lo informado por la Secretaria de Desarrollo Económico, el Distrito no cuenta con bases de datos e información específica sobre negocios informales como restaurantes populares, cafeterías, panaderías, cigarrerías, etc., por ende, no se garantizó, ni se dirigió ninguna ayuda a este tipo de comercio, del cual dependen miles de familias, por no estar registrados ante la Cámara de Comercio.

También se encuentran los micronegocios (unidad económica con máximo nueve personas ocupadas), los cuales según el último reporte del DANE en mayo de 2020 en Bogotá habían alrededor de 647.819, reducidos en un 4,9% con respecto al 2019 (681.302). El 50,6% de estos negocios son del sector servicios y el 36,3% en comercio, siendo estas las actividades más afectadas por la pandemia del covid-19, así que el descenso tuvo que ser mayor al finalizar el 2020.

La quiebra del sector rumba

Los restaurantes, gastrobares, bares y discotecas en Bogotá son alrededor de 48 mil, generando aproximadamente 140 mil empleos, de los cuales 70 mil son directos y 70 mil indirectos (requeridos para ampliar el servicio de los fines de semana).

En 2019, la ciudad generó los mayores niveles de ingresos y personal ocupado total para esta actividad, registrando 4,5 billones de pesos, sin embargo, la pandemia generó afectaciones para estos, pues tuvieron cierre permanente durante más de seis meses. Asumir los protocolos impuestos tanto por el Gobierno nacional como Distrital entre los que estaba limitar la operación a los domicilios, provocó prescindir del personal colaborador para la atención. Asimismo, algunos tuvieron que continuar con el pago del arriendo (96% operan en modo arriendo) y servicios públicos, pues en la mayoría no lograron acordar con los propietarios y en muchos casos les resultó insostenible, provocando cierres definitivos.

La Secretaria de Desarrollo Económico creó e implementó un programa en el marco de la reactivación económica llamado “Bogotá a Cielo Abierto”, el cual inició su piloto en septiembre de 2020, reportando en noviembre de 2020 cerca de 8.600 establecimientos habilitados y beneficiados por esta medida.

Empero, se identificó que esta es una iniciativa sesgada debido a que se enfocó en la zona norte de la ciudad, principalmente en localidades como Chapinero y Usaquén, donde la población en su mayoría son de estratos altos al igual que los propietarios de dichos establecimientos, lo cual les permite hacer uso del espacio público sin restricción alguna a diferencia de otros sectores de la ciudad como por ejemplo el barrio Restrepo, el cual no ha tenido la posibilidad de aplicar a las exigencias del Distrito para habilitar su funcionamiento además de no tener acceso a ningún tipo de ayuda para su reactivación.

La furia gastronómica

Después del segundo pico de la pandemia donde la ciudad tuvo que volver a los confinamientos obligatorios y a la implementación de medidas restrictivas como toques de queda, pico y cédula, restricción de horario de funcionamiento a establecimientos comerciales, ley seca, entre otras, fueron los restaurantes y gastrobares nuevamente los más afectados.

Entonces, superado el pico y en el marco de las reaperturas comerciales, la Alcaldía Mayor de Bogotá expidió el Decreto 055 de 2021, en el cual ratifica que solo está autorizado el expendio de licores en establecimientos públicos cuya actividad económica principal sea de comidas preparadas e indica que no podrán funcionar discotecas, bares, gastrobares, lugares de baile y establecimientos similares.

Por lo anterior, el pasado 23 de febrero cientos de representantes de estos negocios, inconformes salieron a las calles a manifestar su desacuerdo, concentrándose en la calle 85, la autopista Sur y la Avenida Caracas. Paradójicamente, estas manifestaciones fueron atacadas y dispersadas por el Esmad el mismo día que este escuadrón inició un proceso de formación en derechos humanos que entre otros temas incluye: el uso de la fuerza, el derecho a la protesta y a las manifestaciones y el debido proceso.

Sin embargo, parece que no surtió mucho efecto puesto que la represión, los gases y las aturdidoras fueron las herramientas de “diálogo” en dicha protesta. Cabe hacer el llamado a la alcaldesa Claudia López que debe concertar con los sectores directamente afectados antes de tomar medidas restrictivas, como sucedió en este caso.

Desmonte del Esmad

Por hechos como los sucedidos en la manifestación de los trabajadores de gastrobares y evitando que se repitan casos como los de Nicolás Neira, Oscar Salas, Dilan Cruz o, el más reciente, la afectación del ojo de Gareth Sella, es necesaria una reforma a la Policía que debe pasar por el desmonte del Esmad, puesto que la intervención a la protesta social se debe hacer mediante el Estado y las organizaciones civiles y no bajo un cuerpo armado intimidante como hasta el momento lo ha sido el escuadrón policial.

Finalmente, el 24 de febrero, la Alcaldía Mayor convocó a una reunión a los propietarios de bares y discotecas con el fin de establecer los lineamientos para la reapertura de sus negocios, lo cual se realizará en el mediano plazo. No obstante, la Secretaria de Gobierno se comprometió a entregar un subsidio a la nómina mediante el programa Microempresa Local durante seis meses hasta para cuatro empleados, y alivios tributarios como el descuento del 25% del ICA durante el año 2021, a lo cual se le tendrá que hacer el respectivo seguimiento de cumplimiento, para evitar demoras, incumplimientos o falta de cobertura como lo sucedido con Bogotá Solidaria en Casa o las 100 mil tabletas para las niñas y niños, entre otros.

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