El tsunami Odebrecht

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Hernando López

A estas alturas, el tsunami de los escándalos de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, estremecen la política colombiana, en particular, por la financiación de las campañas presidenciales en 2010 y 2014. Alfiles de Juan Manuel Santos Calderón y Óscar Iván Zuluaga se reunieron con los directivos de la poderosa empresa brasileña, en Panamá, Bogotá y Brasil, y le aportaron a las dos campañas en 2014 algo más de 3.6 millones de dólares. En 2010 ocurrió lo mismo con la de Santos y, al menos, según lo aceptó Roberto Prieto, gerente de la campaña, Odebrecht pagó una jugosa suma por la impresión de carteles de publicidad.

Óscar Iván Zuluaga, al salir de rendir versión libre en el Consejo Nacional Electoral, el pasado jueves 16 de marzo, declaró muy ufano que su campaña fue “honorable”. Sin embargo, está comprobado que hubo contactos en 2014. Hubo reuniones en Brasil en las cuales participó el candidato, acompañado de su hijo y del senador Duque, precandidato presidencial ahora, tal y como lo reconoció el congresista.

Lo cierto es que las dos campañas fueron contaminadas por los dineros de la Odebrecht, que quería asegurar sus negocios en la construcción de la Ruta del Sol, entre otros, jugando a dos bandas cualquiera que fuera el ganador de la contienda presidencial. Ya había hecho lo mismo con las campañas de Álvaro Uribe Vélez donde sobornó a altos funcionarios del Ministerio de Transportes, como está comprobado.

“Es cínica la posición del ex presidente y ahora senador, Álvaro Uribe Vélez, pues su gobierno y la campaña de su pupilo Zuluaga, fueron permeadas por Odebrecht. ¡Eso no admite duda!”, le dijo a este semanario un periodista de un importante medio de comunicación que prefirió la reserva de su identidad. Y Uribe Vélez, con derroche de cinismo, está convocando a una movilización el primero de abril contra la corrupción. Uribe apoyó a Santos en 2010 y a Zuluaga en 2014 y en ambos casos, está comprobado, corrieron los dólares de Odebrecht.

Ninguno de los entonces candidatos ni el ahora mandatario, pueden tirar la primera piedra. Las dos campañas fueron financiadas. Y no vale el pretexto de siempre: “Todo ocurrió a mis espaldas”. El secreto lo tienen el exsenador Otto Bula, para el caso de la campaña Santos, y el ex director de Invías, Daniel García Arizabaleta, dos pícaros sin suerte, porque al final cayeron, fueron los intermediarios para el delito.

Según dice la Fiscalía, por lo menos un millón de dólares ingresaron a la campaña Santos en 2014, mientras que está por establecer la de Zuluaga porque la cuenta es larga, como quiera que Odebrecht pagó los jugosos honorarios del publicista Duda Mendonca y entregó también efectivo. Los pagos del publicista sobrepasaron la cifra del millón de dólares.

El tema es escandaloso y demuestra la corrupción de la política tradicional y el nivel de inmoralidad de la clase dominante, toda por igual. “Ahora quieren responsabilizarse el uno al otro, pero todos son iguales”, dice el periodista consultado por VOZ.

Es la verdad. No es nada nuevo, así ha sido siempre la política tradicional. Siempre las campañas son financiadas con dineros subterráneos, a veces los grupos económicos ávidos de contratos, en otras el narcotráfico y también las transnacionales. Lo de Odebrechet salpicó la política en esta ocasión, otras han quedado en la impunidad. Es posible que en esta ocasión también por aquello de la prescripción. Así opera el sistema colombiano. “La ley es para los de ruana”.