El virrey Whitaker

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Carlos A. Lozano Guillén

El fin de semana habló Kevin Whitaker, embajador de Estados Unidos en Bogotá. No acostumbra a hacerlo, como lo hacían algunos de sus predecesores, que hablaban hasta por los codos. Pero lo hizo como un virrey, dando órdenes y hasta juzgando el cumplimiento del Acuerdo Final de La Habana por parte de las FARC-EP. Opinó sobre política interna, tema vedado a los agentes del exterior. Habló con la prepotencia yanqui, que asusta a sus lacayos que guardan silencio y obedecen.

Whitaker, como todos ellos, -y lo cree el presidente Donald Trump también-, considera que América Latina es su patio trasero. Donde hay dignididad como en la República Bolivariana de Venezuela, Bolivia y Ecuador, entre otros, los paran sin temor y exigen respeto a la soberanía nacional; donde no la hay, como en Colombia, sencillamente nada pasa. Roma locuta, causa finita. “Cachorros del imperio” les decía el inolvidable comandante bolivariano Hugo Rafael Chávez Frías.

El embajador Whitaker, quien por cierto poco opina, al menos en público, del Acuerdo Final de La Habana, decidió hacer su propia valoración de su implementación en una entrevista al diario El Tiempo, el domingo 24 de septiembre pasado. Según él las FARC no han cumplido con la información que deben dar acerca del narcotráfico. Y los responsabiliza del aumento de los cultivos en varias regiones. Es lo mismo que dicen la DEA, algunos agentes antinarcóticos y el exministro de defensa y exembajador en USA, Juan Carlos Pinzón, una de las fichas militaristas del imperio.

Sin embargo, días antes a la arremetida del gobierno yanqui, el vicepresidente Óscar Naranjo explicó que la versión de que los cultivos crecieron debido a los diálogos de paz, no es cierta y argumentó que por el contrario se están reduciendo gracias al proceso de paz. Con todo Trump, de forma grosera, amenazó con descertificar a Colombia si no se reducen de manera ostensible las plantaciones de coca. El acto inamistoso de Trump no fue óbice para que Santos saliera corriendo a sentarse a manteles con el gringo, para unirse a las amenazas de intervención militar en la República Bolivariana de Venezuela y de destrucción de la República Popular y Democrática de Corea.

La andanada del virrey Whitaker coincide con las provocaciones mediáticas contra las FARC, porque las quieren responsabilizar de todo lo que pasa en el país. Es el sofisma de distracción para no cumplir las obligaciones, porque la implementación en materia política y social deja mucho que desear. El gobierno y la oligarquía están en déficit. Whitaker deja la puerta abierta hasta para la extradición, no contemplada en el Acuerdo. Whitaker ¡go home! ¡Ah! y de paso llévese a sus lacayos y los acomoda en Miami donde se sienten tan cómodos.

carloslozanogui@outlook.es

@carloslozanogui