“La historia es la interpretación del pasado según los reclamos del presente” F. Pividal

Alfredo Valdivieso
Gilberto Vieira asumió la labor de investigar la obra y escritos de Bolívar, escudriñar en papeles nacionales y extranjeros la vida del Libertador, debiendo combinar su actividad con las tareas políticas del momento.
Era el mismo 1940 cuando inicia la investigación de otros escritos de Marx y Engels, para saber si existía otra referencia. Era el año de la mayor instigación anticomunista por la firma del pacto germano-soviético de 1939, que generó una especie de histeria en las llamadas “democracias occidentales” y en los medios masivos de comunicación burgueses del mundo, quienes soslayaban que dicho pacto debió firmarse ante la evidencia de los Acuerdos de Múnich, suscritos por el Reino Unido, Francia, Italia y Alemania en septiembre de 1938, que recónditamente buscaban enfilar la máquina nazi sólo contra la URSS, amén de facilitar la invasión de Checoslovaquia.
Pero era así mismo fecha de grandes luchas: la creación del Frente Popular para activar la acción conjunta contra el fascismo y sus aliados de Colombia, comenzando por Silvio Villegas y Los Leopardos; la publicación del Diario Popular; la lucha contra la conciliación de los sectores liberales que pusieron el alto a los logros de 1934 a 1938; y el inicio de una lucha encarnizada contra la desviación browderista que había convertido al Partido Comunista Colombiano en PSD, lo que llevó siete años de incansable batallar.
La estela del Libertador
En medio de ese atafague es publicado en 1942 “Sobre la estela del Libertador”. Aunque sin una amplia profundización sobre los desaciertos históricos; sobre los gazapos de que está pleno el artículo de Karl Marx, titulado “Bolívar y Ponte”, que de entrada es un gazapo, pues ese no era el segundo apellido de Simón, que en realidad era Palacios.
Intenta Gilberto Vieira, en épocas del más exacerbado culto a la personalidad no solo en la figura de Stalin, sino de otros dirigentes comunistas del mundo, que habían instalado una especie de capilla a la que había que advocar con reverencias, desmitificar una supuesta infalibilidad de los fundadores del socialismo científico. –“¡Ningún marxista verdadero acudiría nunca a una simple opinión de Marx para juzgar a una personalidad histórica!”– escribe en su “Estela”.
No parte Vieira, quien conoció de primera mano el manuscrito de Marx, de negar su autoría, como han intentado otros posteriormente. Una muestra: Alberto Pinzón Sánchez señala sus dudas sobre la autoría de Marx del citado panfleto, aunque no señala indicios de quién pueda ser el amanuense.
Desgraciadamente la campaña desde el PSD (era el nombre del PCC) para convocar la solidaridad con la Unión Soviética y los pueblos del mundo para frenar el avance del fascismo, para que Colombia declarara la guerra al Eje; la lucha interna para recuperar el carácter leninista del partido, los graves sucesos de 1946, intensificados en 1948, no le permitieron ahondar más en la vida y obra de Simón Bolívar, para pertrechar la militancia en el legado histórico y vigente de la gesta libertadora.
Desde la óptica marxista se comenzó a revaluar el papel del Libertador, al punto que en una de las ediciones completas de las obras de Marx y Engels, en 1959, en que aparece el artículo de marras, la excusa para el escrito sobre Bolívar es una parrafada de la “Estela”.
Un exaltado “bolivarismo”
Otros marxistas han profundizado en el tema, y valdría señalar el contexto colombiano en que se escribió. Un exaltado “bolivarismo” de la extrema derecha (Silvio Villegas en su “No hay enemigos a la derecha“ reclamaba el legado de Bolívar, transitando por Sergio Arboleda, Caro y Núñez) y un antibolivarismo de la derecha del Partido Liberal; un anticomunismo y filo-fascismo ambiente que aprovechó la publicación de “Bolívar y Ponte” para descalificar al marxismo; momento en que en el mundo las ideas comunistas tenían aceptación en amplias masas de trabajadores y población.
Varios historiadores que han ahondado el tema desde la óptica revolucionaria y democrática, han “olvidado” señalar que entre los materiales que Marx tenía a mano para mejor elaborar una biografía –pues reposaban en la biblioteca de Londres– estaban por ejemplo la “Historia de la Revolución de Colombia”, de José M. Restrepo; pero también, en francés, las “Memorias” de Daniel Florencio O’Leary y el “Diario de Bucaramanga”, de Luis Peru de La Croix.
Sin citar que uno de los más adversos contradictores de Bolívar, el coronel Hippisley, en su libro de las andanzas por el Orinoco, que fue una de la fuentes de Karl Marx, pese a lo adverso contra el Libertador y su ejército, informa con claridad cómo en el Ejército Libertador imperaba una verdadera democracia y como su propio jefe “portaba una lanza con la bandera de la guerra a muerte” y compartía las alegrías y penurias de sus hombres.
Para terminar este homenaje a nuestro camarada que desbrozó el camino del reconocimiento al Libertador y su gesta, debemos advertir que esto no es cosa del pasado. Figuras de la derecha cavernaria, no cultas como Vallenilla Lanz ni como Silvio Villegas, sino diminutos epígonos como José Obdulio Gaviria y su cuadrilla, han pretendido desempolvar el artículo de Marx para denostar del fundador del socialismo científico en un intento por enterrar la historia. Los comunistas partimos de un legado que es una de nuestras más altas cumbres como identidad propia.