Emisión monetaria: La propuesta que exaspera al neoliberalismo

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Para atenuar los impactos económicos de la pandemia, el Banco de la República emitió más de 40 billones de pesos que fueron a parar al sistema financiero. Foto Getty Images

La iniciativa de emisión ha despertado todo tipo de rechazo. En
el fondo, el dilema está en reactivar la economía para la gente o continuar transfiriendo la riqueza pública al sector financiero

Andrés Álvarez

Desde hace algunos días se ha despertado cierta polémica tras la propuesta del senador Gustavo Petro de solicitar al Banco de la Republica, Banrep, hacer una emisión monetaria temporal para financiar una renta básica dirigida a los trabajadores de la economía popular (informales, cuenta propistas, etc.) y apoyo estatal directo a las micro, pequeñas y medianas empresas, Mipymes, generadoras del 80% del empleo para que paguen el salario de la clase trabajadora en tiempos de crisis.

La propuesta de emisión ha despertado todo tipo rechazo desde el Banrep, el Gobierno, el sector financiero, así como de economistas de sus centros de pensamiento. Ello no debe sorprendernos ya que la política monetaria -como toda política- tiene un sesgo de clase y no es neutral en cuanto a quienes beneficia.

Uno de los objetivos inmediatos del campo popular es seguir presionando por medidas que mitiguen la hambruna y enfrenten el desempleo que sufre una vasta proporción de las masas populares: 2.1 millones de hogares comen dos veces al día y 141 mil solo pueden consumir alimentos una sola vez 1.

La reactivación económica

Como mencionan los informes de política monetaria del Banrep, la entidad para atenuar los impactos económicos de las cuarentenas inyectó (emitió) liquidez permanente a la economía por más de 40 billones de pesos.

Se esperaba que este nuevo dinero sumado a la reducción de la tasa de interés que el Banrep cobra al sector financiero (denominada Tasa Política Monetaria TPM), la reducción del encaje bancario (porcentaje de dinero captado por los bancos que no pueden prestar) del 7% al 5%, compras de deuda privada del sector financiero, entre otras, ayudaría a que las empresas y las familias accedieran a un mayor volumen de prestamos y con intereses más bajos. Como complemento, el Gobierno nacional se ofreció como garante parcial de los créditos e incluso subsidiando intereses.

Los objetivos del Banrep y del Gobierno lamentablemente no podían lograrse con la misma receta de siempre, en parte debido a la voracidad y parasitismo del sector financiero colombiano y fundamentalmente por utilizar canales de trasmisión de política monetaria inadecuados o incompletos para superar una crisis económica de naturaleza diferente a las anteriores.

La política monetaria falló debido a que los efectos en reducción de intereses producto de la expansión monetaria y reducción de la TPM se trasladan de la banca privada a los créditos de familias y empresas con bastante lentitud (entre 12 a 18 meses); en segundo lugar, porque los efectos de la pandemia hacen que haya más riesgo de impago de los créditos contraídos, haciendo que los bancos sean más recelosos en prestar y si lo hacen cobran tasas de interés mayores.

Por último, es necesario anotar que por naturaleza del covid-19, alto contagio y capacidad de mutación sumado a la incapacidad de los gobiernos nacional y territoriales -contadas y gratas excepciones- para enfrentar la pandemia hay gran incertidumbre, lo que desincentiva aún mas a los capitalistas a otorgar crédito e invertir. Estos elementos anularon la “anunciada” reactivación económica y tiraron por la borda las recetas de siempre.

Emisión monetaria e inflación

Quienes descalifican la propuesta de emisión de la Banca Central, afirman que esta genera inflación y además aducen de manera populista que este fenómeno es un gran castigo para las masas populares -como si no lo fuera el galopante desempleo del 15,9% y la hambruna que se generaliza-. Medias verdades que encubren sus intereses de clase.

En primer lugar, es necesario señalar que nos encontramos ante una contracción brutal de la demanda agregada de la economía, producto de la drástica caída del consumo de las familias trabajadoras (sectores populares y capas medias), la menor inversión del empresariado y la reducción de las exportaciones. También es necesario decir que la capacidad para producir bienes y servicios se encuentra muy por debajo de la capacidad instalada o potencial de la economía debido al cierre de cerca de 150 mil establecimientos industriales y comerciales.

En un escenario como el descrito, una emisión monetaria que busque recuperar los ingresos de los trabajadores -renta básica y subsidio a los salarios- ayudaría a recuperar la demanda y llevar la oferta agregada a su potencial de una manera más rápida y eficaz que las medidas del Banrep y el gobierno Duque. Además, los impactos sociales serían muy positivos, reducirían el hambre que padecen muchas familias colombianas y además frenaría la destrucción permanente de las Mipymes, tejido productivo que requeriría mucho tiempo en recuperarse.

Dar ingresos a los trabajadores suena un exabrupto para el empresariado, el Gobierno y sus defensores, mientras ocultan y nada dicen de la multimillonaria transferencia de riqueza pública a manos privadas, especialmente al sector financiero, a quien el Banrep en 2020 le prestó a una tasa promedio del 2.9% y que ellos cobraron al público a una tasa promedio del 17% anual para créditos de consumo, de esta manera obtuvieron ganancias en medio de una caída del PIB del 8%.

Expansión monetaria y tasa de cambio

Quienes están en contra de la expansión monetaria, proclaman también que esta provocaría una salida de capital financiero y con ello provocaría una nueva devaluación, incrementando los precios de algunos bienes importados finales -que no generan mayor valor agregado y empleo en el país- e intermedios. Sin embargo, los efectos descritos se contrarrestarían rápidamente ya que mayores precios obligarían a los colombianos a sustituir el consumo de bienes foráneos por nacionales, además de incentivar la producción de algunos bienes intermedios en el país; para bienes que no se producen o no pueden producirse en el país el Ministerio de Comercio puede reducir los aranceles para no afectar las cadenas de suministro y producción de sectores sensibles de la economía.

Es necesario decir también que una devaluación podría ayudar a reactivar las exportaciones no tradicionales, aunque levemente dadas las condiciones de la economía mundial.

Finalmente podemos decir que, como medida de emergencia, la expansión de circulante para financiar la renta básica y subsidiar los salarios de los trabajadores de las Mipymes, no solo es una propuesta sensata sino necesaria para mitigar la gravedad de la crisis económica y social que padece la mayoría de la nación.

Una política económica alternativa

Evitar que la política monetaria continúe enriqueciendo a los grandes grupos empresariales, mientras que nuestro pueblo se sume en la miseria y la desesperación, es una tarea inmediata. Empero es necesario avanzar en la superación de nuestro atraso productivo, es necesario crear mas puestos de trabajo formal y mejor remunerados; defender la producción nacional, especialmente la economía campesina y familiar, así como las Mipymes, bases de un sector agroindustrial fuerte y en camino hacia la reindustrialización.

Lo anterior requerirá de una nueva política comercial que renegocie los nefastos Tratados de Libre Comercio, TLC, banca pública de fomento productivo, apoyo y participación estatal en sectores estratégicos de la economía y una nueva política tributaria. En conclusión, una nueva política macroeconómica que permita crear más riqueza y redistribuirla mejor, en ello la política monetaria jugará un destacado papel.

1 Encuesta Pulso Social (EPS), diciembre de 2020. DANE.

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