El pasado 25 de enero, al cumplirse el primer aniversario de la muerte del poeta comunista Armando Orozco Tovar, se le rindió un emotivo homenaje en el Instituto Cultural “León Tolstoi”, con la presencia de más de un centenar de asistentes, entre los que se encontraban sus hijos, familiares, amigos y discípulos.
Inicialmente, el maestro Miguel Ángel Gil Jiménez interpretó al piano melodías rusas y colombianas, y enseguida intervinieron Consuelo Rodríguez, coordinadora cultural, el poeta Rubén Darío Flórez, presidente del instituto. Álvaro Castillo Granada, editor del libro “Asumir el tiempo. Poesías reunidas” de Orozco Tovar; el poeta José Luis Díaz-Granados, quien evocó momentos estelares del amigo y camarada, y finalmente, María Isabel García Mayorca, esposa de Orozco por más de medio siglo, leyó una interesante semblanza de su compañero y recitó poemas del citado libro.
Álvaro Castillo leyó un texto breve, del cual destacamos; “Este libro fue planificado con Armando. Era un viejo proyecto pendiente. Una necesidad. Sus libros publicados (Asumir el tiempo, 1980; Las cosas en su sitio, (1983); Eso es todo, 1986; En lo alto del instante, 1990; Visión del vacío, 1999: Del sonámbulo imaginado, 2004; En lo alto del instante – antología-, 2010), se habían transformado, con el transcurrir de los años, en inencontrables. Dejaron de circular y solo permanecían en las bibliotecas de sus lectores”.
También leyeron textos en su honor, el periodista Mario Méndez, columnista de “El Espectador” y el médico y discípulo de los talleres literarios de Armando, Carlos Julio Ramírez.
Fue una conmovedora velada poética y política en homenaje a la memoria de ese gran poeta y revolucionario que fue Armando Orozco Tovar.
De los poemas leídos por Isabel García Mayorca, transcribimos el que más emocionó a los asistentes:
Desalojo
Un insecto con dicha su casa encuentra,
la lombriz tiene la tierra para ella,
la cucaracha amable duerme en su árbol
y la hormiga recoge sin miedo su alimento.
El caracol no solo posee techo. Debajo
del cielo el alacrán se siente dueño,
labra el comején la madera al frío ajeno
y es ancho el mundo para la mariposa.
Solo el hombre es menos que un insecto,
cuando no encuentra rincones para depositar
sus sueños y vive la pesadilla del desalojo.