Alfonso Conde C.
Algunos discursos en defensa del ambiente promueven la moratoria, o aún la suspensión de la búsqueda de fuentes energéticas por cuanto tal actividad, y la explotación posterior, afectan el ambiente natural. Cierto. Toda actividad, humana o no, acarrea alguna desorganización del estado previo. Así los seres vivos, para existir, consumimos materia de alto nivel de organización (alimentos) y de su transformación aprovechamos la energía que ella genera y otros productos mientras desechamos residuos como gas carbónico, contaminante atmosférico, y otras excretas generadoras, entre otros, de gas metano, cuya contribución al efecto invernadero es veinte veces más importante que la del mismo gas carbónico.
Pero, de todas formas necesitamos existir. Alimentos y energía son indispensables para la vida individual y social. Lo ideal es entonces acudir a fuentes energéticas cuyo uso contribuya en forma mínima a la degradación ambiental. Sin embargo en el mundo y en Colombia la combustión de hidrocarburos sigue siendo la fuente principal de la energía consumida por los humanos (57% global y 62% Colombia) seguida por la combustión del carbón mineral (28% global y 11% Colombia) y la hidroeléctrica (7% global y 26% Colombia, privilegiada por sus recursos hídricos). Las llamadas energías alternativas (solar, eólica, nuclear y otras) aún se encuentran en la franja marginal y requieren esfuerzos importantes de investigación y desarrollo.
Así las cosas se hace necesaria la comparación entre nuestro nivel de consumo (que se ha multiplicado por cinco en los últimos cincuenta años) y nuestras reservas de energéticos. Las cuentas dicen que, en cuanto se refiere al petróleo, al nivel actual de explotación nos quedan reservas para poco más de cinco años después de los cuales requeriríamos comprar en el mercado externo lo necesario para nuestro sostenimiento. La extensión de ese período requiere bien la reducción del nivel de explotación (una buena parte de lo explotado se exporta actualmente y es fuente fundamental de divisas) o el crecimiento de las reservas que se logra por la actividad de exploración; o ambas. Sin abordar el tema económico, que indudablemente juega un papel importante en la discusión, basta el criterio de la autosuficiencia y soberanía energética para indicar la necesidad de permitir la búsqueda de nuevas reservas de hidrocarburos.
Un tema asociado a lo anterior es el hecho innegable del impacto negativo local o regional de la explotación contra el beneficio general para la nación. Ese tema, como también el económico, el papel depredador de las trasnacionales y los gobiernos, las fuentes no convencionales y otros, serán abordados en próxima columna.