José Ramón Llanos
Este país ha tenido el infortunio de haber sido gobernado por políticos de poca formación intelectual. Ejemplo Turbay Ayala. Por humanistas de pacotilla, Guillermo León Valencia, cuyo único mérito era ser hijo de un poeta. Por Álvaro Uribe Vélez, el mejor poderdante de los penalistas colombianos.
Y ahora gobernado por un presidente que en la prensa lo presentan cantándole a delincuentes en fiestas del Caribe o abrazado a un supuesto narcotraficante que le llamaban Ñeñe.
Para mayor infortunio del país, han aparecido grabaciones, dicen las malas lenguas -les llaman así porque generalmente dicen verdades inconvenientes- que son cientos de horas de diálogos cuyos contenidos avergonzarían a los más avezados transgresores de las leyes. Todo apunta a que, en la segunda vuelta de las elecciones, los uribistas se lanzaron a remover cielo y tierra, para que los ñeñes de la costa Atlántica aportaran cuantiosas sumas de dineros mal habidos, para comprar los votos que permitieran derrotar a Petro en esa región. Ese objetivo lo lograron.
Ahora resulta que el político Álvaro Uribe Vélez está propalando lo siguiente: «Colombia está viviendo una etapa que yo llamaría ‘prechavista’ porque el chavismo colombiano tiene un discurso de deslegitimar el Gobierno, deslegitimar nuestro partido, nuestras políticas sociales». Todo esto lo dijo en Nueva Economía Fórum en Madrid, España.
Al Centro Democrático y al senador Uribe y al presidente no hay que inventarles nada para deslegitimarlos, basta recordarles sus antecedentes.
Recordemos que, el político antioqueño ha estado siempre rodeado de delincuentes: Salvador Arana, quien fuera nombrado por Álvaro Uribe embajador de Colombia ante la República de Chile, para tratar de que evadiera la justicia que ya lo investigaba por el crimen de Eudaldo León Díaz, actualmente paga condena por ese crimen.
Siendo presidente Álvaro Uribe, ordenó a sus ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio, que compraran los votos necesarios para ser reelegido. Esos exministros fueron condenados por esos delitos y pagaron sus condenas. Además, Uribe dio instrucciones a la directora del DAS María del Pilar Hurtado, para que organizara una red que espiara a la Corte Suprema, por estos delitos fue condenada y purgó su pena.
Caso nefando, es el del exdirector del DAS, condenado a 26 años de cárcel por paramilitar y culpable de complicidad en varios asesinatos, uno de ellos el perpetrado contra el docente Alfredo Correa.
Tiene un pariente, Mario Uribe que pagó condena por paramilitar y su hermano está siendo juzgado por presuntamente ser organizador del grupo paramilitar Los 12 Apóstoles.
Actualmente está enredado e investigado por presuntamente intentar comprar declaraciones de delincuentes que pagan condenas, para desviar una investigación en su contra.
Como culminación de esta vida de embrollos de Álvaro Uribe y el Centro Democrático, la apodada la Cayita al ser conminada a declarar sobre el intríngulis de compra de votos en la Costa, guardó silencio para tratar de dificultar la investigación sobre acciones dolosas que incidieron en los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2018, cuando fue elegido Iván Duque.
Estos antecedentes, señor Álvaro Uribe, son razones suficientes para inferir que el Centro Democrático, usted y el presidente Duque, le deben muchas explicaciones al país relacionadas con todos estos episodios, unos violatorios de la ley y otros que le restan legitimidad al gobierno. No siga inventando embelecos “prechavistas”, asuma la responsabilidad por tantos errores cometidos. Así se liberaría de los penalistas.
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