Es la hora de los hornos

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José Ramón Llanos

Es sabido que la victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana. Pero esta colosal derrota tiene padre conocido, el Centro Democrático que es, además, el mayor enemigo de la democracia y el pueblo. Pero esta tragedia que afecta y reta al pueblo colombiano tiene tres ejecutores evidentemente señalados: Álvaro Uribe Vélez, Alberto Carrasquilla e Iván Duque. El primero tiene a su haber miles de jóvenes asesinados y presentados como guerrilleros. Por otra parte, las más lesivas leyes y decretos contra el proletariado y la clase media y las mujeres conocidos en este país en los últimos treinta años son obras del líder máximo del Centro Democrático.

Álvaro Uribe y Carrasquilla constituyen un binomio letal contra los asalariados y la clase media por las políticas orientadas desde el Gobierno, que han tenido como objeto restarle los beneficios que los trabajadores con sus luchas combativas y unitarias lograron desde los años sesenta del siglo pasado.

Álvaro Uribe y Carrasquilla le quitaron cuatro horas de recargo nocturno a los trabajadores, mujeres y hombres que laboran en la noche. Le escamotearon una de las 14 mesadas que recibían los pensionados. En un movimiento descarado, en cambio, mediante el Decreto 3150 del año 2005 determinaron: “créase una bonificación de dirección equivalente a cuatro (4) veces la remuneración mensual compuesta por la asignación básica más gastos de representación, pagadera en dos contados iguales en fechas treinta (30) de junio y treinta (30) de diciembre del respectivo año”.

Como si las acciones anteriores no fueran suficiente prueba de la naturaleza maligna de las normas diseñadas y aprobadas por ese binomio, veamos lo que tenían preparado para que ejecutara Iván Duque. Con un nombre edulcorado “solidaridad sostenible” preparaban un asalto brutal contra los precarios ingresos de los estratos uno y dos y arrasar el relativo bienestar de la clase media. Esa reforma tributaria es el más reciente guiño que Carrasquilla dirige al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, para que vean cuán obsecuente es él y así merecer algún cargo en una institución financiera internacional.

Afortunadamente ellos, igual que el empresariado, no han tenido en cuenta que el pueblo colombiano no solo está hastiado de tanto menosprecio y atropello, además ya le puso fin a la paciencia y dijo: ¡basta! Por eso, los dirigentes progresistas y revolucionarios deben tener en cuenta la visión gaitanista:” El pueblo es superior a sus dirigentes”. Por tanto, a los líderes sindicales, hombres y mujeres, los políticos y políticas y los sectores progresistas, les llegó el momento de ponerse a la altura del pueblo movilizado para contribuir a elegir las acciones más eficaces que pronto logren las soluciones más benéficas en pro de la democracia, la inclusión y el rápido debilitamiento del actual régimen y en lo posible que el Centro Democrático entienda que le llegó el fin. Por tanto, la única salida es la renuncia del títere Iván Duque.

Los sectores progresistas, los parlamentarios que inundan los medios con declaraciones en pro del cambio, que prometen acciones radicales para defender a los explotados, que dicen estar comprometidos con la causa popular, con la inclusión, con los derechos iguales para las mujeres, con el rescate de la soberanía, deben actuar ya. Al frente de las movilizaciones, identificando los senderos aptos para desarrollar las acciones más efectivas para triunfar deben estar los miembros del Pacto Histórico.