
Partido Comunista Colombiano en España
En el mundo ya se sabe que en Colombia hay grandes y sostenidas movilizaciones de protesta que están siendo violentamente reprimidas. Las imágenes y vídeos sobre la violencia policial y militar contra la población civil que se ha venido manifestando en el marco del paro nacional circulan ampliamente rompiendo los tradicionales silencios sobre estos hechos, en unos medios especializados en resaltar reales o supuestas movilizaciones de protesta en Venezuela o en Cuba, y para los que muy difícilmente existen otros países y menos sus luchas, algo que no es casual, sino que obedece a líneas editoriales de empresas, españolas principalmente, que además controlan los medios de comunicación más importantes de Colombia y América latina.
El efecto político del paro ya ha salido de las fronteras terrestres de Colombia, y ha tenido eco tanto en organismos internacionales como la ONU, el parlamento Europeo y hasta el Vaticano, como también por la solidaridad internacional y la voz de miles de colombianos que son parte del exilio y de la diáspora migrante que suma alrededor del 10% de la población actual.
España, tercer destino de nuestra numerosa diáspora, ha mostrado grandes expresiones de solidaridad con las luchas del pueblo colombiano. Esto no es nuevo, aunque ha tenido sus periodos de alzas y de bajas. Esta tradición solidaria obedece a los conocidos lazos históricos que nos unen a los dos pueblos, y al trabajo que durante décadas han realizado colectivos por la paz y los derechos humanos con presencia activa en todo el estado español y que durante muchos años se agruparon en la Plataforma Estatal Por la Paz y los Derechos Humanos en Colombia.
En los últimos años han tomado protagonismo colectivos de colombianos y colombianas que tienen la particularidad de que sus principales activistas tienen vinculación estrecha con las propias luchas del pueblo español y a las causas de solidaridad con otros pueblos como Cuba, Sahara, Palestina o la de los refugiados. Con desilusión se registra el silencio frente a lo que pasa en Colombia por parte del gobierno que preside Pedro Sánchez y del que hace parte un sector importante de la izquierda.
En Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, Granada, Málaga, Gijón, entre otras ciudades, se han realizado multitudinarias concentraciones en rechazo a la violencia estatal en Colombia y en solidaridad con las y los manifestantes del paro nacional. Nunca en la historia reciente de las convocatorias de solidaridad con el pueblo colombiano se había visto tanta afluencia. Lo más llamativo ha sido la suma de grandes contingentes de la diáspora colombiana que antes era indiferente o defendía al innombrable salvador de la patria, y que con seguridad acudieron a los consulados a votar por Iván Duque.
La crisis institucional también traspasó las fronteras territoriales, entre otras, porque el gobierno colombiano ha estado ausente con los miles de colombianos que la han pasado mal en el marco de la pandemia por la COVID-19, y lo poco que ha hecho, ha sido con desprecio, como ocurrió con la entrega de comida caducada de más de dos años por parte del Consulado de Colombia en Sevilla.
Además del apoyo a los puntos del pliego de peticiones de las “primeras líneas” y del comité nacional del paro, desde España se ha avanzado en una serie de peticiones a los gobiernos desde lo local a lo estatal, incluso yendo al Parlamento Europeo, en la perspectiva de llamar la atención sobre una serie de mecanismos existentes pero que curiosamente no se han aplicado en Colombia, entre otros: el mecanismo de «verificación» del destino de las exportaciones del armamento español hacia dicho país considerando que España ha realizado exportaciones de municiones, armas ligeras, armas pequeñas, bombas /misiles hacía Colombia y parte de ese armamento podría estar siendo utilizado por la fuerza pública en el marco de la represión de las protestas; que se aplique la denominada “cláusula democrática” del TLC de Europa con Colombia para que se suspendan los acuerdos comerciales de todo tipo hasta tanto no se demuestre que existe una institucionalidad garante del estado de derecho, que respeta y brinda garantías plenas al disfrute de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales, así como de justicia social y ambiental.
Las numerosas y grandes movilizaciones que se vienen realizando en España muestran que miles de colombianas y colombianos se sienten parte de la resistencia y se evidencia una ruptura y confrontación tajante con el uribismo y el viejo país y la idea de uno nuevo, diferente, que caracteriza las movilizaciones en Colombia, especialmente entre la muchachada, que sienten que los puntos de resistencia y la lucha misma, le dan sentido y valor a sus propias vidas.
Estamos lejos, pero no somos indiferentes, se escucha decir y se lee en las pancartas de las movilizaciones en España y en Europa.