Manuel Parra Pardo puso su obra al servicio de la causa de los humildes con su implacable crítica a la oligarquía y el imperialismo. Fue el primer dibujante del periódico y uno de los pioneros del género, pero tanto su historia como su obra, es casi que anónima. En la edición 3000, el semanario VOZ lo recuerda como un imprescindible
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
El domingo 20 de enero de 1963, un grupo considerable de personas se aprestan en el Cementerio Central de la ciudad de Bogotá en un ritual extraño para la época. La ausencia de la curia católica se suplía con un solemne discurso de Manlio Lafont y una frase que retumbó la necrópolis citadina: “¡Camarada, seguiremos tu ejemplo!”.
Una muchedumbre de gente humilde despedía en un anónimo acontecimiento al primer caricaturista del periódico VOZ de la Democracia, órgano de difusión del Partido Comunista de Colombia y referente periodístico en contra del gobernante pacto de élites conocido como Frente Nacional. La tierra le era leve al artista Manuel Parra Pardo, Espartaco.
Caricatura y política
La caricatura, como género artístico, tiene en su ADN una triple particularidad: refleja la realidad, divierte y al mismo tiempo comunica. Retrata un hecho de manera exagerada construyendo un filo crítico desde el humor que contribuye al cuestionamiento de lo existente.
Cómplice de lo nuevo en la batalla contra lo viejo, el humor gráfico ofrece alternativas, hundiendo dogmatismos, acechando las inconsistencias del autoritarismo. En su permanente búsqueda por renovarse, toma la opción de la vida y la alegría contra el poder y la manipulación.
Desde sus comienzos ha sido considerada como peligrosa. Los trabajos pioneros del francés Honoré Daumier, que con sus obras de sátira política criticaban el absolutismo europeo del siglo XIX, condenaron a la caricatura a tener que desenvolverse con múltiples enemigos que buscan silenciarla persistentemente.
En Colombia la caricatura se remonta a los pasquines opositores a la Colonia. Sin embargo, su emergencia y posicionamiento se desarrolla a lo largo del siglo XIX en el marco de las ignominiosas guerras civiles e implementándose en la naciente prensa, donde fue usada en las pugnas políticas partidistas para ensalzar odios.
Los trabajos precursores de Alberto Urdaneta en el periódico El Mochuelo, Alfredo Greñas en el periódico El Zancudo en el periodo de la Regeneración (1886-1903) o Ricardo Rendón en la primera mitad del siglo XX, son una muestra de cómo en momentos de regresión política el oficio de la caricatura se expandió sofisticando su calidad artística.
Censura
Es famoso el Decreto 3.000 de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) que estableció el instrumento más represivo en contra del humor gráfico, pues instauraba que “las personas que por cualquier medio redacten, editen, auxilien o difundan escritos o publicaciones clandestinas en las que se haga burla o irrespeten las autoridades legítimamente constituidas (…) serán sancionadas con relegación colonia penal hasta por dos años”.
Este fuerte contexto de censura a la libertad de prensa y al humor gráfico, no solo fue el detonante del nacimiento de VOZ de la Democracia, sino que dio vida al artista que plasmaría con sus vigorosos trazos el sentimiento popular de cambio al régimen de explotación y dominación, aún vigente en Colombia. La censura daría vida al pionero de la caricatura revolucionaria: Espartaco.
Artista proletario
Espartaco nació en el seno de una familia humilde un 29 de julio de 1929 en Bogotá y falleció el 18 de enero de 1963 a los 34 años de edad. Estudió artes plásticas en la Escuela Nacional de Bellas Artes, academia que por aquel entonces era dirigida por el maestro Alejandro Obregón. Duró apenas dos semestres hasta que fue suspendido por defender la autonomía del consejo estudiantil que protestaba por la expulsión de tres estudiantes. Después fue expulsado.
Durante cuatro meses vivió en San Andrés y Providencia, tiempo en el que elaboró cerca de 200 dibujos sobre la vida isleña de la gente más humilde. A su regreso, exhibió su obra al público en la galería El Callejón, se acercó a la escultura y perfeccionó la técnica del tallaje de madera. En un arrebato de su vida bohemia, viajó intempestivamente a México por dos meses y volvió sin nada.

Luego de un paso fugaz por una agencia de publicidad, se embarcó en el puerto de Buenaventura como polizón y viajó a Europa en búsqueda de Paris, Francia, para afinar su pintura. Se estancó por un mes en la ciudad de Génova, Italia, y regreso a Colombia deportado por las autoridades del viejo continente.
Desde 1958 se incorporó activamente a la redacción de VOZ de la Democracia, colaborando hasta el día de su muerte. Trabajador infatigable, se consolidó rápidamente como joven maestro del arte revolucionario. Sus trazos se convirtieron en la permanente propuesta gráfica en las páginas del naciente semanario, cuya línea editorial era férrea opositora al Frente Nacional y su política en contra de los trabajadores.
Espartaco fue un rebelde que entendió que su talento artístico tenía que ponerse al servicio de las luchas populares. Su destino sería el de un combatiente revolucionario que exploraba en el género de la caricatura un poderoso medio de expresión. Al llegar a VOZ de la Democracia, encontró una casa editorial y un partido proletario acordé a sus ideas políticas.
Su estilo, que es difícil de ubicar como estrictamente caricatura clásica, se acercaba más al dibujo político y al afiche de la propaganda soviética lo cual le permitió tener un acercamiento con el pueblo mismo. Sus dibujos fueron replicados en varios de los periódicos comunistas en el extranjero, como en cualquier vereda recóndita de la geografía nacional en actos de inconformidad.
Ideológicamente su obra estaba enfocada en la construcción de una cultura contestataria que necesariamente debía romper con las dinámicas imperialistas, coloniales y feudales. Mientras su sátira política se orientaba a la crítica demoledora de las élites oligárquicas del Frente Nacional, tras bambalinas, dibujaba el camino de la liberación con un transgresor arte pictórico de lo popular.
La herencia
Su última caricatura, en la edición 202 de VOZ de la Democracia, fue una vibrante protesta contra el “plan de hambre” del gobierno de Guillermo León Valencia. Su mensaje: un llamado a las mayorías para liquidar la base económica y social del régimen de acumulación capitalista.
“¡Sigamos su ejemplo!”, tituló VOZ de la Democracia en su edición 210 el 24 de enero de 1963. Bajo esa consigna, VOZ se consolidó como escuela de caricatura: Castañeda, Oramas, Camila, Juan Pueblo, Duarte y Calarcá, artistas más recordados en la historia del semanario.
Espartaco sigue en el anonimato. Es momento de recuperar la herencia enorme de un artista comprometido que puso su inteligencia al servicio de la más noble causa de la historia: la liberación de la gente humilde, de la muchedumbre común y corriente.
Bibliografía
Lafont, Manlio (1966); Manuel Parra pardo: Espartaco; Ediciones Suramérica, Bogotá D.E.
«Salvemos la tierra» (1989); III Festival Internacional del humor gráfico; Instituto Distrital de Cultura y Turismo; Bogotá D.E.
Díaz Vásquez, Angélica (2015); Caricatura en Colombia: entre la intolerancia y la resistencia; En portal web Razón Pública; URL: https://www.razonpublica.com/index.php/cultura/8182-caricatura-en-colombia-entre-la-intolerancia-y-la-resistencia
Selección de caricaturas de Espartaco
















