
La crisis política y social se ahonda y Estados Unidos aparece cada vez más aislado en el concierto internacional. Trump ha sugerido en varias ocasiones que no deberían celebrarse elecciones en la fecha prevista
Alberto Acevedo
Superadas las etapas de la realización de las convenciones nacionales de los dos partidos mayoritarios, el Demócrata y el Republicano, la campaña electoral en los Estados Unidos entra en su recta final, pero transita por un camino azaroso.
En la pasada convención nacional demócrata, el presidente Trump fue el centro de atracción, y, como estaba previsto, fue confirmada su nominación a la reelección. El gobierno renunció a un evento multitudinario, por los efectos de la pandemia, y este se realizó en un formato virtual reducido, en el que los oradores principales hablaron desde sus casas u oficinas. Trump asistió en persona a una de las sesiones inaugurales, en el resto del evento participó desde la Casa de Gobierno y al final, por vía electrónica, pronunció el discurso de aceptación de la postulación.
El hecho de que escogiera la mansión ejecutiva como escenario de sus intervenciones de campaña fue criticado por algunos, que condenaron el uso de la casa de gobierno para hacer proselitismo electoral. Además, en cada día de las sesiones de la convención intervino un miembro de la familia presidencial, Melania y cuatro de sus cinco hijos.
Polarización
Los miembros del gabinete hicieron esfuerzos por presentar una obra positiva del gobierno, acudiendo a argumentos exagerados o falsos. Finalmente se optó por la política del miedo, inculcando a la base republicana la idea de que el país sería un infierno si gana Biden, calificado a menudo de “socialista” en los discursos de Trump.
Calificativos semejantes contribuyeron a ahondar la polarización de la política norteamericana. Del lado contrario, el senador Bernie Sanders, en su discurso ante la convención demócrata, calificó las elecciones 2020 como “las más importantes de la historia moderna de este país”. Exhortó al pueblo a luchar “contra la codicia, la oligarquía y la intolerancia, desplazando con el voto al presidente Trump en noviembre. “Necesitamos que Joe Biden sea nuestro próximo, presidente”, dijo el senador demócrata.
Sanders puntualizó: “Nuestra nación está viviendo ahora un momento sin precedentes. Estamos ante la peor crisis de salud pública en cien años y ante el peor colapso económico desde la Gran Depresión. Nos enfrentamos a los efectos del racismo sistémico y a la gran amenaza que el cambio climático representa para nuestro planeta. Y en medio de todo esto, tenemos un presidente que no solo es incapaz de manejar esta crisis, sino que nos está conduciendo por la senda del autoritarismo”.
Más tarde, en medio del recrudecimiento de la violencia racial, Trump llamó a la militancia del partido republicano, a sus seguidores, a votar dos veces en los comicios de noviembre. Es decir, llamó al fraude. No se quiere ir de la Casa Blanca. Ante esto, Biden ha sugerido que los militares podrían intervenir, para asegurar un traspaso de mando pacífico, si Trump se rehúsa a aceptar una derrota. “Estoy absolutamente convencido de que lo escoltarían fuera de la Casa Blanca rápido”, dijo el candidato demócrata.
Les molesta la Constitución
El desenlace no va a ser así de fácil. ¿Qué está pensando el poder empresarial profundo, el que realmente controla el timón de la nave? Los magnates se reúnen con frecuencia y delinean directrices políticas. Varios presidentes norteamericanos han salido del Grupo de Bilderberg, el verdadero poder detrás del trono.
Esta vez no ha trascendido cuál será su estrategia para las elecciones de noviembre. La crisis política y social se ahonda y Estados Unidos aparece cada vez más aislado en el concierto internacional. Trump ha sugerido en varias ocasiones que no deberían celebrarse elecciones en la fecha prevista.
La convulsa situación social, el covid, la recesión, la pobreza en ascenso, crean un malestar que ya no le facilita a la clase política tomar decisiones desde arriba. En ese ambiente, Trump parece apostarle a romper la institucionalidad. Ha dicho que las reglas de juego constitucionales llevan a esa destrucción demócrata con la que sueñan algunos. ¿Qué harán entonces con la Constitución? ¿Y qué dirán las grandes corporaciones? ¿Qué piensan los militares?
📢 Si te gustó este artículo y quieres apoyar al semanario VOZ, te contamos que ya está disponible la tienda virtual donde podrás suscribirte a la versión online del periódico.
👇🏽👇🏽👇🏽