Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
En el ETCR Antonio Nariño en Icononzo, Tolima, se realizó la primera escuela conjunta de formación política “Manuel Marulanda Vélez” entre las direcciones regionales y la militancia de base de las Fuerzas Alternativas Revolucionarias del Común y el Partido Comunista Colombiano en el departamento de Cundinamarca. Cerca de 110 estudiantes de los dos partidos asistieron a este espacio unitario de la familia comunista que se extendió a lo largo de toda la Semana Santa.
Con un pensum que giraba en torno al estudio del marxismo–leninismo y el pensamiento marquetaliano, el análisis estratégico de coyuntura y momento político, principios de economía política, acercamientos a la teoría de Estado, acuerdos de paz e implementación, y dinamización de un plan de trabajo conjunto para el cumplimiento de una agenda común en defensa del territorio; se cumplió con el objetivo principal de la escuela que fue contribuir a la formación político – ideológica de las dos militancias.
Para Carlos Alberto Grajales, excombatiente y militante del partido FARC, “la escuela ha sido muy importante ya que hemos podido identificar las necesidades fundamentales de las organizaciones, en la medida que podamos construir un plan de trabajo que nos permita proponer soluciones a las dificultades. De este espacio van a salir unos lineamientos generales que seguramente van a quedar plasmados en los planes de trabajo de los distintos Partidos, posibilitándonos aunar esfuerzos y ganar mucha gente en aras de la solución de los graves problemas y conflictos que tiene Cundinamarca”.
Carlos Alberto, quien es bogotano y lleva 25 años en las FARC, recuerda que es “una tarea fundamental de los comunistas en su conjunto comenzar a proyectar una formación político – ideológica que genere en la práctica la unidad que tanto pregonamos. La unidad no se va construir desde lo burocrático y desde arriba, se construye desde los territorios y desde los trabajos de masas. Lo fundamental es construir escuelas a nivel nacional que nos permitan ir unificando criterios para identificar los problemas fundamentales de la gente, para poder combatirlos desde una política unitaria junto con las organizaciones populares en perspectiva decidida de construir alternativas”.
De igual forma, para Valentina Beltrán, excombatiente y participante del espacio, el balance de la escuela es positivo, pues “ha sido una construcción colectiva. Las direcciones de los dos partidos, propiciamos un tejido fundamental y un paso importante en este momento histórico del país. Estamos convencidos que es un ejemplo, para nuestros partidos en su interior pero en especial para todas las regiones, porque es construir unidad a partir desde nuestros principios, lo que somos como militantes comunistas”.
Valentina, que también es bogotana pero criada en Soatá, Boyacá, y que lleva 24 años en las filas de la insurgencia, resalta que lo más positivo de la escuela, además de la voluntad y disponibilidad política “fue el encuentro y el reencuentro de la militancia de base. Ha sido fundamental este proceso, donde por circunstancias de la guerra no nos habíamos podido reencontrar jóvenes, excombatientes y militantes de vieja data. Este escenario ha sido importante para volver a construir confianzas, para intercambiar experiencias de vida, pero sobre todo, para fortalecer una propuesta que lleva muchos años en construcción permanente”.
Por parte del PCC, Daniela Vega, militante de la JUCO y organizadora de la escuela, resalta la participación de todos los militantes tanto de FARC como de PCC, “ya que permitieron tener un buen desarrollo del espacio de formación, además de dar valiosos aportes para seguir trabajando conjuntamente desde los territorios”.
Con la declaración política de la Escuela “Manuel Marulanda Velez”, el PCC y las FARC en Cundinamarca lanzan un mensaje potente en aras de la necesaria e inaplazable unidad de la familia comunista en Colombia. “Como predijo Manuel, los dos ríos se vuelven a encontrar”.