Alfonso Conde
Hace casi una decena de años (2009) los Estados Unidos estuvieron tras el golpe de estado que destituyó al presidente hondureño, José Manuel Zelaya Rosales, según denunció el entonces presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel d´Escoto. A partir del nombramiento en 2014 de Juan Orlando Hernández, actual presidente elegido con apoyo norteamericano en comicios fraudulentos que obligaron a la OEA a recomendar nuevas elecciones, “comenzó una ola represiva sin precedentes en el país. Los opositores somos clasificados y amenazados. Ha habido una matanza selectiva de líderes políticos, sociales o ecologistas que no se detiene” según denuncia María Colindres Ortega, quien fuera diputada hondureña del partido Libre y hoy marcha con miles de compatriotas en busca de asilo en los mismos EE.UU. que originaron su tragedia (https://elpais.com/internacional/2018/04/05/mexico/1522889983_525505.html).
Maras Salvatruchas, escuadrones de la muerte, bandas de narcotráfico, el asesinato por la dictadura de la dirigente ambientalista Berta Cáceres, desempleo, hambre y muerte conforman el entorno de los migrantes que, desde San Pedro Sula (Honduras), se dirigen hacia el país del norte a pesar de que el bestia narciso que preside esa nación ha militarizado su frontera para impedir el ingreso de los marchantes. El éxodo ha sido denominado como las “hordas del sur” que, según Trump y su vicepresidente Mike Pence incluye infiltrados terroristas del Islam y es impulsada, dice el gringo, por fuerzas de izquierda con el apoyo financiero del presidente venezolano. La táctica del miedo.
No es entendible que las víctimas de la desgracia de una nación busquen a toda costa el refugio en la otra que causó sus males y que además se opone con la fuerza de las armas a su llegada. Tampoco es fácilmente entendible que en esa poderosa nación la popularidad de Trump crezca con sus barbaridades inhumanas contra la población no blanca. Pero, según parece, el narciso trata de exacerbar los miedos de la población media para luego aparecer como el gobernante fuerte que los defiende de todos los males que ahora incluyen hasta las cartas bomba enviadas por algún republicano a dirigentes demócratas y opositores de Trump. Todo lo anterior en vísperas de las elecciones parlamentarias gringas del próximo 6 de diciembre.
Y mientras tanto en latitudes más cercanas se impone la derecha extrema. Parafraseando el dicho centroamericano, “Cuando Estados Unidos tose, América Latina se resfría”.