Fecode acaba de dar ejemplo de valor, de civismo, de solidaridad, de compromiso con la paz y la defensa de la vida al programar una caravana en apoyo de los guardias indígenas, de las y los líderes campesinos y negros del martirizado departamento del Cauca, hoy en día sometido al furor feudal de los terratenientes en ánimo de revancha y castigo contra los pueblos y su indomable rebeldía. La inmensa movilización que estaba prevista para los días 6, 7 y 8 de septiembre representaba una respuesta formidable a la indolencia del régimen y de sus flamantes fuerzas de seguridad, expertas en la represión y la complicidad con los comercios ilícitos.
De repente, cuando todo auguraba una movilización exitosa y contundente de cara al país y al mundo, sobrevino la masacre atroz en la que perecieron la candidata liberal a la alcaldía de Suárez, Karina García, su madre, una lideresa social de la mesa de víctimas y otros acompañantes. En su sainete ritual acostumbrado, el ministro de Defensa “descubrió”, sin investigación alguna, a los responsables como supuestos disidentes de FARC. Alias “Mayimbú”, principal señalado, sería realmente un antiguo colaborador del Ejército. La alarma frente a este hecho alcanzó un nuevo nivel con la aparición en Bogotá de un panfleto firmado por las Águilas Negras, señalando de objetivos militares a los principales dirigentes de la Federación Colombiana de Educadores, Fecode. Los contornos de la provocación quedaron claros. El acto de terror era al factor disuasivo para boicotear e impedir la caravana solidaria mediante el “pánico creíble”, como finalmente ocurrió. Se confirma la tesis de Álvaro Uribe de las “masacres con sentido social”, capaces de trastocar decisiones colectivas de justicia social. Sin doblegarse ante el tropiezo sufrido, Fecode ha convocado a un paro de 24 horas el 12 de septiembre, con la toma de cinco ciudades capitales, en espíritu de protesta.
El gesto de la organización sindical del magisterio tiene un hondo significado pedagógico. Muestra que el sentimiento de indignación frente a la criminalidad sistemática que victimiza a los más vulnerables, con la indolencia del Estado para contenerla, mueve fibras ciudadanas con capacidad de concitar la participación activa en la movilización para salvar vidas de compatriotas. Demuestra también, que hay sectores sindicales en capacidad de superar el estrecho espíritu corporativo para ampliar los horizontes de la lucha social en situaciones de crisis humanitaria y de violencia de Estado. Pone de presente que crece el movimiento por la vida digna y por la paz con dinamismo de fuerza social.
Cuando el gobierno de Duque ha perdido toda noción de proyecto y se limita al intento de “sacar el Acuerdo de Paz de la Constitución”, como lo propone el Centro Democrático, es evidente que estamos ante la mediocridad en el poder, que observa sin ningún rubor cómo se descompone hora tras hora la situación política. En medio de una campaña electoral, sin una Comisión Nacional de Garantías electorales, con amenazas por doquier a candidatas y candidatos, Duque se prepara para ir a la ONU a denunciar a Venezuela, mientras el país se desangra.
Llamamos a exigir garantías del Gobierno nacional para esta campaña. Llamamos a no transigir ante quienes pretenden un conflicto en la frontera y el derrocamiento de un Gobierno latinoamericano, en clara violación del artículo noveno de la Constitución Colombiana. Llamamos a respaldar a Fecode en el paro nacional del 12 de septiembre con la bandera de la paz, la defensa de la vida y del territorio. Y llamamos a derrotar en las urnas el 27 de octubre al paramilitarismo y a quienes se sirven de él.